Javier Aguirre, haciendo cierto lo demasiado bonito

Lo ha conseguido.

Este hombre, Javier Aguirre, ha conseguido cosas que no hubiéramos podido imaginar cuando llegó, a mediados de la primera vuelta. Su carta de presentación: la humildad, las ganas de trabajar y la confianza absoluta en una plantilla en la que nadie más confiaba, ni siquiera los propios jugadores.

Lo dijo desde un primer momento: “Si llega alguien será bien recibido, pero estoy contento con lo que tengo”. Pero antes del mercado de invierno, ya empezó a dar resultados con la misma plantilla que José Aurelio Gay había abandonado como colista.

Su primer logro fue recuperar a varios jugadores para la causa: Contini, que este año estaba apagado, volvió a ser el central decisivo de la pasada segunda vuelta. Boutahar, que llegó como un jugador en paro al que nadie quería, se convirtió en una de las principales armas ofensivas. Paredes, desterrado por Gay, volvió a cobrar protagonismo, generando una sana competencia con Obradovic. Leo Franco, que empezó la temporada de forma nefasta y posteriormente se lesionó, volvió a jugar con un plus de confianza, que lo ha hecho mostrarse bastante más seguro en este tramo y ser un portero suplente de garantías para Toni Doblas. Y podríamos seguir.

En lo que a resultados se refiere, la primera hazaña de Aguirre fue la de encadenar tres victorias consecutivas, algo que hacía años no se veía por estos lares. Sus victorias frente a Levante, Dépor y Málaga (esta última fuera de casa, para más inri), nos ilusionaron a todos y nos hacían ver la luz al final del túnel. Y todo esto sin fichajes de ningún tipo.

Tras unos pocos partidos más flojos, llegó el único fichaje importante con el que ha contado Aguirre para el tramo final de la temporada: la recuperación de Uche. Si bien también le han ofrecido los fichajes de Da Silva y N’Daw, su papel hasta el momento no está siendo determinante.

Y con Uche, a pesar de que no aporta muchos goles, todo cambió. Se remontó en casa al Athletic de Bilbao, y a partir de entonces el equipo sufrió una transformación.

Después de un dignísimo partido en el Camp Nou, a pesar de la derrota, llegó la hora de recibir al Valencia, en una Romareda infernal, que empezaba a convertirse en un fortín. Se ganó y se ganó bien. 4-0 y sin conceder apenas ocasiones en todo el partido. Era demasiado bonito para ser cierto. Pero era cierto.

Llegaron dos salidas consecutivas, donde la dejadez (Mallorca) y la actuación arbitral (Sevilla) nos privaron de rascar algo, pero como no hay lugar como el hogar, el Getafe de Ángel Torres, el mismo que pretende mandarnos a Segunda desde los despachos, salió escaldado de Zaragoza.

En Villarreal fue de nuevo “el tío del pito” quien nos robó los puntos. Pagaría los platos rotos el Almería, quien vería prácticamente finiquitadas sus opciones de permanencia tras caer en la Romareda. Era la cuarta victoria consecutiva en casa, con 9 goles a favor y solo 2 en contra. Era demasido bonito para ser cierto. Pero era cierto.

Y anoche llegó el colofón. La que podría ser la peor plantilla de toda la historia del zaragocismo derrotó en el Bernabéu al Real Madrid, el 2º de la Liga, el campeón de Copa, el semifinalista de Champions, el equipo más caro de la historia; cuyo entrenador llevaba, hasta hace pocas semanas, casi una década sin perder en casa en competición liguera.

Es cierto que el equipo blanco se presentó con la mente en otro partido y con un buen número de suplentes. Pero el Real Zaragoza también tenía sus propios problemas, ya que no podía contar con ninguno de los jugadores de la segunda línea habitual (Bertolo, Ander, Boutahar). Por suerte, allí estaba Lafita para arreglar el problema.

Se ganó 2-3 al Real Madrid. Se ganó 2-3 en el Bernabéu. 39 puntos en la tabla, a un paso de la salvación. Era demasiado bonito para ser cierto. Pero era cierto.

Pero, ¿qué sería más bonito que ganar 4-0 al tercer clasificado? ¿Más bonito todavía que ganar al subcampeón en su propio feudo? ¿Quizás…certificar la salvación contra tu eterno rival, pudiendo mandar al mismo al pozo?

Ese es el próximo objetivo de este gran entrenador que es Javier Aguirre. Ganar a Osasuna el próximo domingo es su último “demasiado bonito para ser cierto”. Si lo hace cierto, desde luego, merecerá un monumento en el centro de Zaragoza.

Por Miru18.

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