Empatía

Empatía

Las personas buscamos la sociabilidad para ser reconocidas por el resto de tus semejantes. Aristóteles comentaba que el ser humano era político, esto es, social: vive en familias, clanes, grupos y manadas llamadas aldeas, pueblos, ciudades o naciones, y siente necesidad de juntarse con otros semejantes para poder realizarse como tal. Por ello, si desde las instancias que aparentemente están por encima de nosotros, se busca la cercanía y la sensibilidad con los sentimientos de su grupo, encontrarán un mayor apoyo a su gestión.

Con la Fundación 2032 ha sucedido algo extraño: tenían todo el viento a favor después de salvar a finales de julio de 2014 al Real Zaragoza de la desaparición. El agradecimiento de los zaragocistas es y será eterno por esa actuación. Y ello conllevaba que tenían en su poder la posibilidad de devolver el fervor zaragocista, que estaba dormido tras la ignominiosa etapa de Agapito Iglesias, y era un enorme poder. Lo han desaprovechado. Les falta empatía con los aficionados.

Sus decisiones y actuaciones, que evidentemente cuentan que con el lastre de la penosa situación económica del club, tienen la pátina del “despotismo ilustrado”. Parece que los patronos, desde su alta posición social y económica en nuestra ciudad, consideran a los aficionados como sus “subordinados”, que están presentes por su zaragocismo y aceptarán cualquier cosa que les venga impuesta desde arriba. Desde el club se insiste en las grandes dificultades financieras para justificar cualquier gestión, normal o extraña, sin proporcionar un asidero para que los que queremos al Real Zaragoza podamos agarrarnos. No entienden la posibilidad de que exista una afición militante, que pueda rebatir con argumentos sus decisiones. Les falta esa capacidad de ponerse en la piel del aficionado normal zaragocista, que siente, padece y desea que no todo sea un camino de espinas. Sabemos que la situación es muy mala, tampoco hace falta que se nos repita constantemente, lo que necesitamos es esperanza en un presente aceptable y en un futuro mejor.

La figura del Presidente del club, Cristian Lapetra, es un ejemplo evidente de esa falta de cercanía. Siendo un zaragocista de pro, de reconocido pedigrí familiar, tiene una forma de actuar, de expresarse, que no transmite emoción, sentimientos, simpatía. Cuando se precisaba una figura visible al frente del club que consiguiese con sus actos y declaraciones arrancar al entorno de su letargo y revivir el zaragocismo rampante y siempre presente, con visceralidad bien entendida, tenemos un Presidente sin garra, escasamente emocional, que en vez de hacer de la prudencia virtud, la convierte en aburrimiento.

Es una lástima que unos propietarios que podrían haber supuesto un bálsamo de fierabrás para el zaragocismo nos traten como actores necesarios pero secundarios. Esperemos que cambien y sepan de la importancia de un aficionado motivado.

Por Jeremy North

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