Lástima

En el verano de 2006 apareció, acompañado del nuevo propietario del Real Zaragoza, Agapito Iglesias, la figura estelar más importante de las últimas décadas zaragocistas, Pablo Aimar. Un jugador importantísimo, de una calidad incuestionable, que había salido del Valencia por no encajar de forma correcta en los engranajes tácticos de Quique Sánchez Flores y que iba a tener vía libre para mostrar su valía en el ofensivo equipo de Víctor Fernández.

La primera temporada del argentino se le puede calificar como de aprobado alto. No deslumbró, ni mucho menos; las continuas pequeñas lesiones que sufrió le impidieron tener continuidad en su juego, pero se le vieron destellos de su categoría y demostró estar implicado en el juego del equipo.

Pero en la segunda de sus temporadas la decepción ha sido absoluta. A pesar de contar con el apoyo total de Víctor Fernández, su rendimiento ha sido paupérrimo. Es cierto que sus problemas físicos fueron abundantes y que acabaron en una operación que le tuvo varios meses en el dique seco, pero ya recuperado tampoco demostró encontrarse en buena forma y no pudo colaborar para evitar el desastre total del descenso a segunda división.

Aimar ha sido el estandarte del proyecto de Agapito Iglesias. Cuando se realizó su fichaje muchos estábamos entusiasmados con él. La traumática salida de la perla de la cantera, Cani, se había producido pocos días antes y fue sustituido rápidamente por uno de los jugadores más mediáticos de la liga española. Por ello, visto su rendimiento y los resultados que se han obtenido de él, su estancia en el Real Zaragoza sólo puede tener el calificativo de “fracaso”. Ha sido un jugador frágil, incapaz de aguantar el poderoso ritmo de juego del fútbol español y que no ha podido superar esa fragilidad con su calidad técnica, porque siempre le ha faltado ese punto de potencia que le supusiera ser superior a sus rivales.

Quizás la dureza de esta situación del Real Zaragoza en segunda división es injusta con Pablo Aimar; probablemente; pero con la que seguro que ha sido muy injusta, injustísima, ha sido con el club y con la afición zaragocista, y de eso no hay vuelta de hoja. Aimar se puede recuperar de estos dos años con una buena temporada en el Bénfica, el Real Zaragoza debe pagar las multas de sus “cracks” millonarios en segunda división.

En todo caso, suerte Pablo en Lisboa.

Por Jeremy North.

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