Oportunidad… ¿perdida?

En junio de 2003, el Real Zaragoza regresó a la 1ª división; desde la final de París, historia viva del club, el camino deportivo del club había sido un auténtico vía crucis y tras diversas vicisitudes el equipo acabó donde no debería de haber llegado nunca: en la división de plata, en la clase de los mediocres. La temporada en 2ª, aun con final feliz, fue tremenda: altibajos constantes, fútbol mediocre y una plantilla repleta de jugadores de segunda o tercera- fila; sólo la magia de Cani, la fundamental colaboración de Santi Aragón y el compromiso inquebrantable de jugadores como Lainez y Soriano salvaron la papeleta.

Era el momento de recomenzar, de sentar los cimientos de un equipo que nos devolviera lo que no teníamos desde esa maravillosa osadía de Nayim: ilusión por disfrutar de algo que siempre ha exportado el fútbol del Zaragoza, que ha sido elemento configurador de su estilo: arte, descaro, audacia, verticalidad, clase ..

Y he de confesar que los primeros pasos fueron ilusionantes; recuerdo aquél mes de julio, de vacaciones en Asturias, en los que, cuando podía, me escapaba a un ciber de Oviedo para seguir las andanzas de la secretaría técnica de mi equipo. La primera quincena fue preocupante, se hablaba de Villa, de Cambiasso, de Cáceres, de Esnaider, de Oscar Miñambres, hasta de Morientes, pero no cuajaba nada. Pero la 2ª quincena nos reservaba emociones fuertes, resultó frenética: Villa, un goleador de enorme futuro firmaba por poco dinero, sin que, como tantas otras ocasiones, se nos adelantara un grande o un mediano. Corría la fiesta del Carmen cuando sintonizando el programa de las 20.30 de SER deportivos, me quedaba con la boca abierta al escuchar, creo que a Paco Jiménez, anunciar a Savio como futurible zaragocista; en mi interior, estaba seguro de que se trataría de una nueva ilusión frustrada, como Almeida, como Blomvquist, como Juninho Pernambucano pero dos días después, en el mismo medio radiofónico, me quedaba emotivamente atónito al oir que en esta ocasión, sí: empezaba lo que pudo ser un sueño. Y se confirmaba lo de Alvaro, la llegada de Ponzio .. y la guinda del mes: Gabi Milito era desechado por el Madrid y se convertía en el fichaje estrella. Al terminar julio los zaragocistas estábamos que nos salíamos, habían llegado jugadores de calidad, de futuro, competitivos.

Pero junto a esa euforia, todos teníamos el convencimiento de que no era suficiente; hacía falta un organizador, un lateral, más delanteros, y a lo largo de agosto sonaron bastantes nombres: Celades, Michel, Iniesta, Battaglia, pero el club volvió a inclinarse por la sobriedad, una vez más puso lo económico por encima de lo deportivo: pasamos de la esperanza al agobio y, empezada la temporada, los resultados confirmaron los temores. El club tuvo que utilizar el recurso del mercado de invierno y con Victor, Movilla y Dani se parcheó el problema.

Pero la temporada del reingreso no iba a ser una más, el destino nos reservaba una sorpresa, un éxito inesperado, sorpresivo, enorme: el Zaragoza histórico resurgía de las cenizas; todos pudimos recobrar la ilusión, el 17 de marzo de 2004 el equipo ganaba la Copa al Madrid de los galácticos, quienes ya nunca volvieron a ser los mismos a costa de un partido que jamás olvidaremos y que consiguió que a los maños ya no sólo nos quede París, sino también Montjuich. El Zaragoza regresaba de Barcelona con la Copa, con la UEFA asegurada y con la situación en la liga aclarada. Pero, de nuevo, pasamos del cielo al infierno, y en una primavera nefasta empate con el Racing tras ir ganando 2-0 mediado el 2º tiempo, desgarrador empate a 4 con el Sevilla, ridículo en Albacete ..- hubo que volver a recurrir a la heroica para salvar la temporada de cualquier manera con aquél gol milagroso de Alvaro Major frente a Osasuna.

Comenzaba una nueva temporada, otra oportunidad más: el equipo volvía a Europa y era la ocasión de completar la plantilla, los zaragocistas recobrábamos los alicientes de un verano lleno de nombres, expectativas y, deseábamos, fichajes de calidad. Si el año anterior habían venido Savio, Milito y Villa, ¿por qué no pensar que esta vez vinieran otros tres jugadores de similar categoría para lateral, medio-campo y delantera?….. tristemente no fue así, se recurrió a un jugador de vuelta y acabado, se trajo un portero de relleno que acabó siendo nuestra tumba y se tapó la falta de fichajes de nivel con la apuesta hasta ahora fallida- de Oscar y la enésima oportunidad a Goran Drulic, a la vez que se gastaban las fuerzas con el culebrón Movilla.

Pero también esta temporada tuvo sus momentos de esperanza: se ganó brillantemente la Supercopa y se inició la liga marcando goles y ganando partidos. En noviembre el Zaragoza alcanzó mejor fútbol, goleando a un sólido Sevilla en un magnífico partido, y empatando con buen juego en Calderón y Mestalla; parecía que estábamos lanzados y, de nuevo, como siempre, soltamos la petardada: tres derrotas seguidas en casa, ridículos sonados en Soria y Getafe y otro año en el que de las expectativas concluíamos en la mediocridad. Hubo, no obstante, nuevas oportunidades para la ilusión: una espléndida eliminatoria con el Fenerbache nos hizo soñar con la UEFA, pero las perspectivas se cerraron tras una negra noche de Luís García y la defensa que nos devolvió, sin anestesia, al dolor y al llanto, mientras los últimos cantos de sirena de nuestras aspiraciones europeas quedaban en agua de borrajas con mediocres partidos en Montjuich y San Mames.

El pasado mes de septiembre hubo un nuevo momento para la confianza, para el este año, sí , para soñar despiertos. Nos habían gustado los fichajes de César y Ewerthon, y tras un agosto agobiante, donde empezamos a verlo todo negro nombres que sonaban y se esfumaban como el Piojo, el Rifle, Corradi, Deivid, y el folletín enorme del mayor de los Milito- las llegadas de Diego Milito y Celades nos volvieron a dar alas, quisimos creer que la nueva temporada se iba a convertir en el esperado regreso de nuestras esencias; pero reincidimos en la ingenuidad, tal vez porque somos como niños y nos gusta ilusionarnos con muy poco; llegamos incluso a olvidarnos de la enorme decepción de la venta de David Villa al Valencia. El 2º tiempo ante el Valencia, la victoria frente a Osasuna, el excelente nivel que mostramos en el Camp Nou fueron las últimas luces, los últimos recuerdos gratos el canto del cisne; después, la depresión, el hundimiento, la enésima frustración.

Esa esperanza tras el regreso a 1ª, la ilusión de volver a ser lo que fuimos, el deseo furibundo de disfrutar con el equipo se ha diluido. Yo soy zaragocista, y lo seguiré siendo, en crisis, en descenso, en segunda .. siempre¡, pero en estos momentos no tengo ganas de ilusionarme de nuevo, no encuentro emociones en elucubrar con un posible cambio de entrenador, me cansa plantearme a quien tendríamos que fichar en diciembre . Parece que cualquier esperanza tiene que ser fugaz, que toda ilusión acabará frustrada, que al final el sueño siempre termina en pesadilla.

Por Falçao.

aupazaragoza

Deja tus comentarios el foro de AupaZaragoza.com. El Real Zaragoza es nuestra pasión.

Comentarios

(required)