Que no se rompa el ritmo

Los aficionados del Real Zaragoza hemos recuperado la ilusión; recientes, reiteradas y duras experiencias nos dicen al oído que no cabe la euforia, pero desde el formidable e inesperado triunfo en Chapín todos hemos empezado a ver las cosas de otra manera.

Hay que admitir que con el inicio de la 2ª vuelta, tras la tremenda suma de decepciones acumulada –derrotas frente a Córdoba y Rayo, venta de Oliveira y ausencia de fichajes para el ataque-, el equipo comenzó a mostrar otra actitud, aunque no se viera notoria mejora en el juego y siguiera habiendo chascos de los gordos: se hizo el ridículo en Elche, se frustró una oportunidad de oro frente al Hércules y se bordeó la debacle en Vitoria. Tras el milagroso rescate de un punto en Mendizorroza y con el suave aperitivo del Sevilla Atlético, en el que hubo un conato de divorcio con la afición, llevamos dos semanas con las calculadoras echando humo y habiendo dejado de ver el ascenso como una quimera, como un tren que se alejaba irremediablemente.

Pero, a falta de once partidos, aún no se ha encarrilado nada; cada domingo el forofo maño comprueba que los rivales están fortísimos, que el número de aspirantes no se rebaja y que el horizonte no está despejado. Y esta situación, al menos a mí, genera ansiedad y hasta desasosiego, posiblemente porque llevamos demasiado tiempo de cuentos que acaban mal y los últimos resultados aún no han sido capaces de devolvernos la confianza.

A pesar de lo dicho, la puerta de la esperanza se ha vuelto a abrir; ya sabemos que no va a haber paseo triunfal, que por mucho que los entrenadores rivales nos halaguen los oídos con piropos de compromiso, hemos dejado de ser los favoritos, que el sufrimiento hasta el final está garantizado, … pero si los jugadores siguen dando la cara, el final feliz es posible y el fin de la pesadilla alcanzable. De ahí el título de mi artículo, y cuando pido que no pare el ritmo no pienso en la afición, que a pesar de tanta decepción lamentada casi semanalmente, sigue ahí, al pie del cañón y dispuesta a rearmarse al mínimo síntoma de reacción. Son los jugadores los que no pueden bajar ya las manos hasta el final de la temporada; la entrega casi heroica del día del Xerez, la perseverancia y la fe del sábado pasado deben de ser notas constantes y exclusivas de los noventa y pico minutos de cada partido.

Y es que, insisto, todavía estamos en la cuerda floja, ha habido tanto tropezón indebido que ya no nos podemos permitir relajación alguna.; la situación, que no es de quiebra deportiva como hace unas semanas parecía iba a ser a esta alturas, sigue estando complicada. Los empates es posible que, al menos por ahora, no sean suficientes aunque se consigan a domicilio y en campos poco asequibles, que en el caso del Zaragoza, por cierto, suelen ser casi todos. No quedan rivales fáciles: el Castellón querrá agotar sus últimos cartuchos y tiene argumentos para hacerlo –Mario Rosas, Arana, Dani Pendín, Gabi Uranga, Nsue, …-, el Nastic ha pasado de ser un equipo acomplejado y mediocre a jugar al fútbol muy bien y tener un equipo inicial con material de primera –Ngal, Diop, Campano, Mingo, José Mari, Víctor Casadesús, …-, Ipurúa es un campo maldito y no nos va nada, el Tenerife juega muchísimo y casi nadie duda de su ascenso, en el derbi puede pasar cualquier cosa, … O todos están al cien por cien o fracasaremos; hace una vuelta, tras ganar al Xerez casi todos pensamos que habíamos cogido la onda, pero llego la ducha de agua fría de Girona y, por desgracia, no se trató de un mal día, sino del inicio de una trayectoria errática y decepcionante que nos ha llevado a estar jugándonos el ascenso a la ruleta rusa. Repito, la afición hace tiempo que está a la altura, a los jugadores corresponde aguantar el tirón y a los directivos y a los técnicos, con Marcelino García Toral a la cabeza, poner los medios para que así sea.

Eso sí, que nadie tire la toalla si surge un tropezón; Real y Salamanca están a 8 puntos del ascenso: si en San Sebastián siguen agarrados a sus posibilidades a pesar del duro traspié del sábado y en tierras salmantinas la remontada del domingo frente al Celta la toman como catapulta para recuperar el tren de primera, con mayor motivo habrá que seguir confiando si llega la pifia, pero lo que no vamos a perdonar son relajaciones, deserciones y confianzas,… todo eso que nos llevó a segunda y no podemos permitir que nos impida regresar a nuestro sitio. 

Por Falçao.

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