El rápido declive

Luis Alegre, en un reciente artículo del “As”, escribía que cuando informó al Ex Consejero zaragocista José Luis Melero que Arizmendi había sido traspasado al Getafe, éste mostró su indignación ante lo que consideraba un oprobio al zaragocismo. Ese oprobio no procedía de la marcha de Arizmendi, un buen jugador, que se ha entregado al máximo por el Real Zaragoza, pero que tenía una ficha muy elevada para su valía futbolística, sino por lo que significa que nuestro equipo sea “suministrador” de jugadores a otros como el Getafe, asunto que hace bien poco hubiese sido motivo de carcajada para cualquier zaragocista, y además con el añadido que para ese jugador signifique ese fichaje un “salto hacia adelante en su carrera”. Increíble pero cierto.

En otros tiempos, no muy lejanos, el Real Zaragoza era un equipo comprador, no vendedor, y cuando realizaba ventas de jugadores, era para que éstos dejasen una buena cantidad de dinero y siempre a equipos grandes, como el Real Madrid, FC Barcelona o el Valencia, como Lobo Diarte en los años setenta o David Villa hace unos pocos. Unos cuántos empezamos a vislumbrar la decadencia de nuestro club cuando Cani abandonaba la entidad para fichar por el Villarreal, un club que ni por asomo tendría que haber llegado al nivel del Real Zaragoza. Fue un aviso de que la historia estaba cambiando y de ser un equipo de tamaño medio con aspiraciones se pasaba a un triste acomodo entre los modestos ascensores del fútbol español.

También hace unos años, cuando un jugador de equipo “grande” quería abandonar ese club por falta de oportunidades, y deseaba jugar con regularidad en primera división, la principal opción que tenían siempre era el Real Zaragoza, un destino cercano, un club con aspiraciones y además se pagaba bien y en plazo. Así llegaron jugadores tan importantes para nuestra historia como Pardeza, Pineda, Solana, García Cortes, Cedrún y bastante más. En la actualidad, la opción “Real Zaragoza” es desechada casi de inmediato por todos esos jugadores; es un equipo del montón para abajo, sin aspiraciones y además, sin garantía de cobro. Menudo cambio.

Agapito Iglesias está rematando la faena que comenzó Soláns, degradando hasta niveles indeseables para cualquier zaragocista lógico y que conoce mínimamente la historia del equipo, el valor económico, deportivo y sentimental del Real Zaragoza. La cuesta abajo es pronunciada y lo peor de todo es que aún no sabemos si hemos alcanzado el final de la misma; es posible que nos sorprendamos con los traspasos de Ander Herrera al Hércules o de Lafita al Almería para que “prosperen sus carreras futbolísticas”.

Por Jeremy North.

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