Todos tenemos bastante claro que aún queda mucho por hacer, muchos puntos por disputar y, sobre todo, mucho por sufrir. Los aficionados del Zaragoza estamos tan curados de espanto que nos pasamos el tiempo cruzando los dedos y nos comienza a temblar el pulso cuando se acerca el fin de semana. Cada vez quedan menos partidos y el margen de error ya casi no existe, aunque también es cierto que a la vista del rendimiento del equipo en las últimas semanas, a la angustia se añade la esperanza, al miedo, la ilusión y al agobio, el empuje.
Y es que tenemos que agradecer a quien corresponda –creo que Marcelino y su equipo y los jugadores se deben repartir los méritos- el que nos hayan devuelto la ilusión. Tras una temporada de pesadilla y una campaña en segunda plena de irregularidad y convulsiones, se ha recuperado, me parece que milagrosamente, el espíritu de aquellos días que ya parecen tan lejanos cuando nos cargamos en la Copa del rey a Atlético, Barça y Madrid o la época vibrante en la que con los hermanos Milito a la cabeza buscábamos Europa al ritmo del himno de nuestro equipo. Hacía mucho que no veía sentir y sufrir con tanta fuerza a los zaragocistas. Entrar en el foro de Aupa y ver como vibran , sufren y elucubran al unísono planteamientos y formas de ver el fútbol y el Zaragoza tan distintos como los de Gualterio Malatesta, Tmac-1, Nemmerle, Esmaikel o Villaselección –por poner ejemplos a voleo- me ha hecho recuperar algo que parecía languidecer en mi interior como es la capacidad de ilusionarme por mi equipo y, sobre todo, la fe en regresar a la tierra prometida.
Se ha jugado con fuego, se ha gestionado de pena, hemos llegado a la fase final tan fuertes físicamente como exprimidos potencialmente, pero faltan ocho jornadas y estamos donde tenemos que estar. El sábado tenemos una final y si, como todos deseamos, la ganamos no habrá respiro, no quedara tiempo para euforias y celebraciones, pues enseguida vendrá la siguiente … y así hasta el final.
Cuando acabábamos la primera vuelta con una derrota frustrante en casa, cuando tras jugar en Elche nos quedaba en la retina un equipo incapaz de ganar a nadie a domicilio, cuando Delibasic nos dejaba helados a las 6.30 de la tarde de un domingo de marzo o cuando faltando cinco minutos caíamos 2-0 en campo de un equipo flojísimo, casi todos pensamos que era el fin …. Al cabo de un mes y medio estamos en ascenso: tanto drama deportivo no ha podido ser en vano. Gracias por devolvernos la ilusión: Ayala, Doblas, Arizmendi, Jorge López, Gabi, Zapater, …. no nos la podéis quitar, no tenéis derecho a ello.
Por Falçao.
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