El Real Zaragoza visitará mañana el nuevo estadio de San Mamés por primera vez, lamentablemente no lo hará para enfrentarse al histórico propietario de la instalación, sino contra su equipo filial; es una más de esas circunstancias a las que conducen tres años deambulando por la división de plata del fútbol español.
Tras la cómoda y balsámica victoria del domingo pasado frente a la Ponferradina que cerró la crisis de resultados abierta por las derrotas ante Valladolid y Alcorcón, aunque mantuvo el debate sobre la figura del entrenador blanquillo, Ranko Popovic, el Real Zaragoza afronta su visita a Bilbao como punto fundamental para ratificar el buen camino trazado desde la jornada 6.
Esta semana, con todos los entrenamientos celebrados a puerta cerrada, ha venido marcada por la confirmación de la rotura fibrilar sufrida el pasado domingo por el senegalés Pape Diamanka y por las molestias musculares del arquero marroquí Yassine Bono. Veremos si la ausencia del primero y las dudas acerca del estado del segundo no acaban marcando el desarrollo del partido, pues ambos han demostrado ser piezas fundamentales en el engranaje zaragocista.
No debe llevarnos a engaño la pésima clasificación del rival de mañana, puesto que en su feudo se ha mostrado como un enemigo más que solvente; tres victorias, otros tantos empates y una sola derrota, frente al Girona en la primera jornada de liga, son un buen botín para un filial recién ascendido.
Esperemos que se despejen las dudas y una victoria en san Mamés, ante varios cientos de aficionados despalzados desde Zaragoza, aúpe a nuestro Real Zaragoza a los puestos más altos de la clasificación.
Bono, Manu Herrera, Marc Bertrán, Mario, Cabrera, Aria, Dorca, Ángel, Ortuño, Pedro, Isaac Carcelén, Erik Morán, Jorge Díaz, Abraham, Rico, Vallejo, Sergio Gil y Buenacasa.
Por Peterpan
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