El bálsamo de fierabrás | La Lupa
Elche 0 – 3 Real Zaragoza
La primera vez que leí algo sobre está pócima fue en la lectura, durante la Semana Santa de 1984, del “Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”, más conocido como “El Quijote”. En el capítulo X del primer volumen de Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, después de una de sus numerosas palizas, Don Quijote menciona a Sancho Panza que él conoce la receta del bálsamo. Sancho, por supuesto, lo desconoce. El bálsamo de Fierabrás es una poción mágica capaz de curar todas las dolencias del cuerpo humano que forma parte de las leyendas del ciclo carolingio. Según la leyenda épica, cuando el rey Balán y su hijo Fierabrás conquistaron Roma, robaron en dos barriles los restos del bálsamo con que fue embalsamado el cuerpo de Jesucristo, que tenía el poder de curar las heridas a quien lo bebía. En el capítulo XVII, Don Quijote muestra a Sancho que los ingredientes son aceite, vino, sal y romero. Don Alonso Quijano los hierve y bendice con ochenta padrenuestros, ochenta avemarías, ochenta salves y ochenta credos. Al beberlo, empieza a convulsionarse y sufre de vómitos y sudores, pero tras soportar esa sensación inicial, se calma y tras dormir unas horas, se siente curado y fortalecido.
César Laínez, en su primera semana al frente del Real Zaragoza, ha debido aparecer con algún tipo de pócima mágica similar, porque lo sucedido en el primer tiempo en el Martínez Valero no se había visto en toda la temporada. Nos encontramos con un equipo mandón, los jugadores perfectamente ubicados en sus posiciones y al mismo tiempo con un dinamismo desconocido hasta ahora, con una defensa segura y expeditiva, un centro del campo presionante y creador y un Ángel rápido y goleador. Sin duda ayudó que en la primera llegada al área ilicitana, el tinerfeño resolviese perfectamente una buena jugada del recuperado Isaac. Pero el altísimo nivel de juego alcanzado por el Real Zaragoza en la primera mitad fue para los aficionados que lo estábamos viendo como la ascensión a un mundo de felicidad absoluta tras la ingestión de una seta alucinógena.
Lástima que a César se le debió acabar esa poción en el descanso, porque los jugadores salieron con la misma galbana de los partidos indecentes de jornadas anteriores. Es comprensible que un marcador tan favorable permita un estilo de juego más conservador y que el rival decida quemar sus naves atacantes y presionar con muchos jugadores en la vanguardia, pero eso debería permitir al equipo lanzar contraataques para desatascar el dominio del Elche, y en cambio no se salió de la cueva de nuestra área y las oportunidades se sucedieron ante el seguro Ratón, con dos postes incluidos. Del primoroso fútbol del primer acto al miedo cerval de la reanudación. Pero el resultado, que es lo decisivo, fue muy favorable y es lo que importa, queda el 0-3 para el recuerdo.
Que un entrenador recoja el timón de una nave a la deriva tras el fracasado período de Agné y que además no tenga complejos en mostrar sus intenciones desde su entrada, con el cambio en la portería y con la presencia de un activo Pombo en el centro del campo, es muy positivo y esperanzador. Asimismo parece evidente que Laínez pretende recuperar a jugadores que no contaban anteriormente, como Isaac y Barrera, para que aporten sus prestaciones y estén preparados para asumir responsabilidades. También es evidente que en lo que resta de temporada no conseguirá que el estado físico de la plantilla alcance un mínimo exigible para competir noventa minutos en una categoría profesional, algo inaceptable para el Real Zaragoza. Pero por encima de todo, César es uno de los nuestros, de la casa, de esos que desde que tuvieron uso de razón siempre quisieron ser zaragocistas. Con eso ya tiene mucho ganado, al menos para el que suscribe.
Por cierto, a Sancho Panza el bálsamo de Fierabrás no le sentó muy bien… le descompuso el cuerpo.
Por Jeremy North
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