La casa de nuestros sueños | La Lupa
Real Zaragoza 2 – 1 UD Almería
Los atildados hermanos Scott, Drew y Jonathan, son un agente inmobiliario y un contratista canadienses, que tienen varios programas que se emiten en canales como “Divinity” o “De casa”. El más destacado de ellos es “La casa de mis sueños”, del que llevan nueve temporadas. La temática consiste en que una pareja está interesada en comprar una casa y contacta con los Scout para que les ayuden, según un presupuesto que tienen fijado. Drew, el más guaperas de los dos, busca fincas que puedan encajar con ese presupuesto y cuando encuentra una que puede ser asumible se lo comunica a la pareja, que normalmente acepta. Y una vez realizada la compra, entra en acción Jonathan, que con su equipo de currantes reforman la casa a gusto de la pareja o…de los hermanos, que suelen acabar decidiendo sobre mobiliario, reformas, etc. El Real Zaragoza entró en el mercado de entrenadores con un presupuesto muy bajito, que le daba para adquirir un entrenador equivalente a una casa con una habitación y cocina americana en un barrio de la periferia del fútbol y ha encontrado a Agné.
El partido de este sábado era ciertamente peligroso para un entrenador nuevo que, además, no se podía sentar en el banquillo por sanción, puesto que debía revertir la dinámica negativa en la que había entrado el equipo con sólo tres días de trabajo. Lo cierto es que en la primera parte se atisbó otra imagen, más solidaria en la presión y en la recuperación del balón y con más capacidad combinativa en los tres cuartos, sin duda por la presencia de Cani. El resultado final del solitario gol de una Javi Ros recuperado fue corto para los méritos del Real Zaragoza, que sin hacer un gran partido fue muy superior a un flojo Almería.
La reanudación tuvo en comienzo muy similar, con los andaluces presionando algo más arriba pero sin causar peligro y los zaragocistas retrasando la línea defensiva de forma solvente. El gol del muy luchador Ángel, con fallo defensivo incluido, tendría que haber resultado el finiquito del partido, y así fue, hasta que el árbitro, condescendiente con la dureza almeriense en grado sumo, decidió dar vida al partido con un penalti muy riguroso, y los últimos diez minutos fueron de tensión, porque al equipo le entró el miedo a ganar del que se siente inseguro.
De este primer acto con Raúl Agné se pueden extraer pocos datos reseñables, pero que en un futuro pueden resultar sustanciales. El más importante e inmediato es la victoria, insoslayablemente decisiva. Asimismo se apunta a una mayor presión a partir de una pareja de medioscentros correosos como Zapater y Ros y a una mayor seguridad defensiva a partir del centro de la defensa y de un José Enrique, que en cuanto afine su puesta a punto física será un punto y aparte en la categoría en cuanto a calidad. La calidad de Cani y Lanzarote debería ser suficiente para la creación de peligro. En el debe encontramos una deficiente preparación física, que convierte las segundas partes en un trayecto de difícil superación, que conlleva el retraso de la línea de presión a nuestro campo y el dominio del balón del contrario. Tiene tajo Agné en el tema físico. Tampoco estuvo presto con los cambios para dotar de mayor frescura física el medio del campo, con jugadores como Pombo o Morán.
No queda otra solución que confiar en Agné. Su aspecto de “Sargento de Hierro” infunde confianza, pero también se necesitan soluciones para modificar la estructura del equipo, muy dañada por el flojo trabajo de Milla. Esperemos que con el presupuesto escaso que ha heredado, el entrenador de Mequinenza realice las reformas necesarias para que al final de temporada tengamos “la casa de nuestros sueños”.
Por Jeremy North.
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