La postverdad | La Lupa

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Granada CF 2-1 Real Zaragoza

La palabra más recurrente en el mundo político y social de los dos últimos años ha sido la de “postverdad”, que hace referencia a la sustitución de la verdad basada en hechos factuales por la aceptación sentimental de la mentira. No importan los hechos, sino los sentimientos que despierta una mentira para mediatizar la opinión pública, aprovechándose del hecho conocido de que las personas no actúan racionalmente por defecto. Así se han sucedido varios hechos políticos relevantes en los que ha triunfado la dichosa postverdad, como han sido el Brexit en Reino Unido, la victoria de Trump en Estados Unidos y el desafío independentista en Cataluña. En todos ellos el vigoroso relato del victimismo conjuntado con la promesa de un futuro esplendoroso y alejado de las supuestas desgracias que les ocasionan el contacto con el enemigo interior (inmigrantes, españoles, etc.), ha llevado a consecuencias primariamente indeseables, que no garantizan ese futuro mejor sino una vuelta a situaciones superadas durante el siglo XX. En el Real Zaragoza hemos conseguido situarnos a la vanguardia con la explosión de la postverdad, no con un “procés” o en “brexit”, sino con la más adornada palabra, que esconde virtudes insondables del “proyecto”.

El encuentro de Granada era complicado, no sólo por el mayor poder económico del equipo andaluz, que le permite una plantilla mejor y más equilibrada que la gran parte de sus rivales de segunda división, sino también por las importantes bajas de Borja Iglesias y la postrer de Guti. Comenzó bien el partido, adelantándose en el marcador el Real Zaragoza con gol del suizo Grippo, pero pronto saltaron todas las costuras del barato traje zaragocista con un despiste defensivo que propició el gol del empate granadino. Y a pesar de que el juego era bastante potable, se percibía una endeblez en la retaguardia constante, que permitía jugadas de peligro en nuestra área con excesiva continuidad y así llegó, en otra desatención del centro de la defensa, el segundo gol del Granada. Y así se acabó el partido, porque la segunda parte fue un ejercicio de incapacidad e incompetencia ofensiva del equipo, que dominó el partido por la dejadez del rival, que prefirió guarecerse en su área, pero que fue incapaz de crear una sola ocasión de cierto peligro, en una muestra más de la absoluta negligencia para buscar movimientos de desborde por parte de los mediaspuntas zaragocistas. Otro terrible partido.

Que la postverdad se ha afincado en el entorno zaragocista es más que evidente. El centenario diario local señalaba en su edición del viernes que el “equipo quiere continuar su racha positiva ante el Granada” (una victoria en casa se convierte en racha…), y se comentaba con asiduidad en emisoras locales lo de que “el triunfo ante el Tenerife debe suponer un punto de inflexión” (sólo ha supuesto un nuevo punto y aparte en las victorias, y estos puntos suelen ocupar bastantes párrafos en las últimas temporadas…). Está claro que se ha aceptado “proyecto” como animal de compañía en el zaragocismo y cualquier derrota ignominiosa como la del viernes se excusa porque “estamos en un proyecto a dos años y estos golpes son lógicos”. Y nos quedamos tan panchos. De esta forma soportamos otra temporada desastrosa, con una plantilla confeccionada por un Director Deportivo, Lalo Arantegui, muy largo en orgullo y en ego y muy corto en aciertos, y un Director General, el de ayer, hoy y siempre, del que no se le conoce ni una buena palabra ni una buena acción y con un entrenador que está demostrando que Zaragoza le resulta una plaza excesiva para su capacidad, pero con una sonrisa en la boca.

Cuando antaño la afición zaragocista luchaba por una entidad mejor, conseguía que su crítica mejorase en gran medida el equipo, porque sentía que el Real Zaragoza era un grande que exigía máxima atención y responsabilidad a sus dirigentes. En la actualidad, ya sea por cansancio de tanto fracaso, o ya sea porque se ha vendido desde el club la postverdad de forma muy satisfactoria, la afición confunde apoyo con sumisión, y convierte un positivo avance de la cantera en la primera plantilla en un símbolo del “proyecto”, cuando están saliendo adelante más por los fracasos de los fichajes de Arantegui que por su valor, que es importante. Reitero que manteniendo una actitud tan poco crítica es difícil que consigamos que en el club, cuyos dirigentes ya han demostrado su altivez y falta de empatía con creces, perciban que estamos hasta la coronilla, como diría un antiguo dirigente, de tanta temporada echada a perder por su incompetencia.

Por Jeremy North.

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