El vínculo que nuestra Inmortal Ciudad mantiene con el culto mariano y concretamente con la Virgen del Pilar, a la que los foranos llaman Pilarica, trasciende sin duda a la noche de los tiempos y desde luego, vistos los últimos sprints finales ligueros cuasimilagrosos del Real Zaragoza, en aras de no descender a segunda división, invitan a afirmar, eso sí, de manera bien poco científica,que además de los once jugadores del césped y de la afición animando, también Ella intervino en más de una ocasión para apoyar los triunfos de nuestro equipo.
Comentábamos en un anterior capítulo de este humilde coleccionable que tras el Zaragoza Foot-ball Club de 1,903 y hasta la constitución de la Gimnástica de José María Gayarre y Miguel Sancho en 1.913, el fútbol zaragozano atravesó un interregno difícil y bastante problemático en cuanto a la celebración de regulares eventos futbolísticos, pero entre el desierto general existieron algunos oasis.
De los clubes que ya disputaron matchs por aquel entonces destacó sobremanera un modesto equipo vinculado a los Hermanos Maristas tras el éxito que entre sus escolares tuvo la compra de un balón reglamentario en el Bazar X del Coso y que respondía al mariano nombre de Pilar F.C.
Con una enorme voluntad cristiana e intramuros del convento de Jerusalen adscrito a la orden de las monjas de Santa Catalina, sito por aquel entonces en la hoy en día inexistente calle de los Huertos, en el entorno de la antigua Huerta de Santa Engracia, lugar donde se ubicó la Exposición Hispano-Francesa de 1.908 que tuvo lugar en conmemoración del primer centenario de los Sitios de Zaragoza, se acondicionaron en 1.910 un par de porterías, tapando para ello una de las dos acequias, llamadas de Faura y de Pontarrón que hasta entonces regaban el jardín de las monjicas.
Por supuesto los vestuarios eran inexistentes y los jugadores se aseaban con un pozal tras cambiarse de ropa en una de las esquinas de un campo de juego exclusivo, que a pesar de sus reducidas dimensiones constituyó una verdadera alternativa al tan pedregoso del Sepulcro, llegando más tarde a ser utilizado por el España F.C. e incluso por el primer Iberia. Sin duda se le podría considerar como escenario de los primeros encuentros de rivalidad del fútbol amateur zaragozano.
El solar que esos zaragozanos usaron como campo de deportes lo ocupa actualmente un bloque de viviendas, bien cerca de la actual Plaza de los Sitios, pues la calle Huertos sería absorbida, tras la remodelación de la zona de la Huerta de Santa Engracia, por el Saturno-Parque, un elegante establecimiento de ocio en el que según reza la propaganda de la época era el preferido por la buena sociedad y frecuentado por la gente bien, ofrecía varietés cultas todo el año, cenas para familias, atracciones infantiles, super-tango e incluso alguna becerrada benéfica.
Cartográficamente se correspondería con el tramo de la calle Isaac Peral que une la de Zurita con la de Sanclemente y la de Costa hasta llegar al Gran Hotel, que no fue construido hasta la feliz década de los años veinte, lindando por el otro costado con la actual calle dedicada a Santa Catalina, no en vano patrona de las mentadas monjas y que daba nombre al convento en cuyo interior se disputó esa primitiva competición futbolística.
Aunque dicho campo fue desechado cuando unos alemanes, aficionados al fútbol procedentes del Camerún huyendo de la Gran Guerra, arrendaron uno mejor en la calle Bilbao, el Pilar F.C, escuela de deportistas que luego triunfaron en otros equipos de mayor categoría, plantel de deporte y amistad, tendría una larga vida destacando jugadores como Barrachina, Burges, Asirón, Hidalgo, Coderque o Arana, llegando a tener en 1.946 un presidente de lujo, D. Antonio Molinos Buisán, jugador, entrenador, arbitro, periodista y al fin y a la postre padre del actual presidente del Real Zaragoza. La vida es redonda cual balón o al menos circular. Continuará…
Ánchel Cortés.
Productor y Académico de Televisión
Abonado del Real Zaragoza nº 1.728.