Y antes de todo esto … chinos, griegos y jesuitas!

El Real Zaragoza,“nuestro” club, el club de nuestros amores, como en los últimos años, desde que quien tú ya sabes es el máximo accionista, sigue rondando un abismo insondable, que ya no es que le haya hundido en categorías contra natura para su habitual idiosincrasia, un equipo de primera, sino que el boquete que se está generando por consecuencia directa de tan infame gestión puede dejarnos la borde de la desaparición, al borde de la nada.

Una vez soltada esta tan crítica como reivindicativa perla, no puedo sino desde estos humildes artículos, a pesar de las tan tristes actuales circunstancias que nos están tocando vivir, apelar al histórico espíritu de nuestro fútbol, que nos ha hecho vivir épocas gloriosas, como varios Campeonatos de España y más de uno continentales, apelar a los ya ultracentenarios tiempos vividos por varias generaciones de aragoneses aficionados a este emocionante deporte y por supuesto, recordar, valorar y mostrar mi más sincero agradecimiento y admiración por tantos buenos cronistas e historiadores que no sólo dejaron su esfuerzo y sus energías en que quedara constancia de lo conocido sino en que los que viniéramos detrás valoráramos en su justa medida tanto los acontecimientos contados, como su propia labor de narradores de dichos eventos.

Ya afirmé en el capítulo introductorio a este modesto coleccionable y confirmo en la presentes líneas, que las principales fuentes en las que me baso para esta glosa son excelentes obras histórico-deportivas publicadas antaño, auténticos manuales de zaragozismo como los paridos por maestros como Gil, Molinos, Bonilla, Ferrer, Lafuente, y por supuesto mi admirado ex-presidente, campeón y amigo Ángel Aznar.

Y es que cuando mi estimado Jesús Zamora, jefe de deportes de Cope Aragón y compañero en esta necesaria revista zaragozista Aragón Deportivo, no sólo tuvo a gala contar con quien suscribe, viejo rockero de la televisión, con más de 25 años de oficio en tan audiovisual tajo, para colaborar en las retransmisiones radiofónicas en directo, directísimo, de los partidos disputados por el Real Zaragoza, sino que me provocó para que, valorando en positivo mi“buena pluma” (sic), a comprobar si con un enorme esfuerzo de trabajo, documentación y memoria me atrevía a emprender una dura labor de recopilación de datos probados, históricas anécdotas y algún que otro divertido chascarrillo, al respecto de los orígenes y el desarrollo de este deporte espectáculo, desde las primeras patadas al balón redondo en nuestra ciudad, como la que mis estimados lectores tienen ahora mismo delante, no pude sino reconvertirme en un alumno, pupilo y aprendiz, dispuesto a no olvidar nunca las orejas en la mesilla e intentar seguir creciendo escuchando y leyendo todo lo que Ellos, bien desde la distancia, bien desde el trato personal pudieran aportarme para ser capaz de transmitirlo en estas colaboraciones.

Ente todas estas relaciones debo destacar sobremanera, el vínculo, que espero se convierta en un evento inquebrantable, con el único presidente al que yo recuerdo haber votado de manera democrática, el ya mentado Ángel Aznar y que no para de sorprenderme gratamente, con continuos ejercicios de generosidad zaragozista como el reciente envío personal, en formato pdf de un glorioso documento que tuvo a gala publicar en conmemoración del septuagésimo quinto aniversario de la fusión / absorción / fundación del equipo de nuestras entretelas, al que yo amo, como ya he comentado en más de una ocasión, casi e insisto en el casi, más que a la mía muyer, quien por otra parte y de una traza, casi fuera de toda estadística cuantificada en los parámetros habituales, se sigue ganando el cielo conmigo. Cuantismo te quiero, maña mía!

Quizás no caleba mentar al prusiano Immanuel Kant al entender que el fundamental texto del bueno de mi tocayo es imprescindible tanto en sí mismo como para sí. Pero sin entretenernos en disquisiciones filosóficas lo que si parece quedar meridianamente claro es que esta nuestra afición que tanto nos entretiene y embelesa se remonta a un juego llamado “Tsu-Chu” que chinos y japoneses ya practicaban antes incluso de nuestra era, como queda reflejado en un escrito de un tal Li-Ju que vivió 50 años A.C, y que está conservado en el Museo Etnológico de Munich.

Mas para mayor asombro del lector, si este dato no pareciera ya suficientemente impresionante, debe ser reseñado que el propio Jules Rimet, abogado, arbitro y dirigente deportivo, gestor de las primeras competiciones futbolísticas internacionales, creador de la Copa Mundial de Fútbol, en cuyo honor mantuvo su nombre el trofeo ganado por el campeón hasta la edición disputada en Méjico en el año 1.970, en su obra “Enciclopedia de los Deportes Modernos”,comenta que ya en el 2.500 A.C. el emperador chino Huang Ti entrenaba a sus tropas con este “juego” que se basaba en lanzar una pelota de trapo rellena con crines de caballo para que fuera introducida entre dos palos de madera unidos por un hilo de seda, como se demuestra en vasijas de preciosa porcelana china conservadas tras haber sido descubiertas y recuperadas en diferentes yacimientos arqueológicos de tan pretéritos tiempos.

Nosotros occidentales y mediterráneos, aunque quisiéremos evitar tan ancestrales y orientales influencias no podemos ser falsarios con la verdadera historia que confirma que tras la gloriosa época del inmenso imperio de Alejandro Magno, los militares griegos, cuando la batalla les daba unas jornadas de tregua, practicaban otro antecesor de nuestro fútbol llamado “espikoros”que se jugaba dándole con el pie a una vejiga de buey rellena de tierra y que importada por los romanos adquirió enorme popularidad con el nombre latino de“harpastum” en la Galia conquistada por Julio César tras la victoria de Alesia ante las huestes de Vercingetorix. ¿Lo practicaría el propio Astérix cual Platini?

¡Madre que empacho de historia antigua! ¿Pero a que mola? A mí desde luego, muchismo, de verdad.

Pero casi estoy por saltarme tanto la edad media, como la moderna y dejar de momento las veleidades internacionalistas, posponiéndolas para siguientes capítulos y antes de que la buena gente de Aragón Deportivo me echen el alto por exceso de texto recuperar el ámbito local de este humilde coleccionable para confirmar que según la obra de 1.984 “El Ultracentenario Colegio del Salvador” D. Juan Ignacio Fernández Marco S. J., queda datada el 10 de diciembre de 1.885 como la fecha en que un dependiente de Mr Davy, fotógrafo parisino, fue citado para retratar a los alumnos y las principales vistas del colegio, donde se pueden ver tanto los balones con los que jugaban en el patio como algunas descripciones de un “jueguecico”,basado en una bola de cuero llena de viento, contenido por una vejiga de goma que, llenada por medio de un fuelle, se ata por un hilo de goma, pudiendo jugar muchos a la vez, formándose dos bandos bien separados uno de otro, y si aún quisieran distinguirse mejor, pueden hacerlo, los jugadores atándose un pañuelo al brazo.

Así pues, este protofútbol, eso sí sin reglamento Fifa, ya se jugaba en zagueras del siglo XIX en las tapias del Colegio del Salvador de Zaragoza.

Sería uno de sus antiguos alumnos, un tal José Cavero, Conde de Sobradiel quien pocos años después fundara un primer Zaragoza Foot-Ball Club, tras hacerse con un balón reglamentario “Tummer especial”. Continuará…

Ánchel Cortés.
Productor y Académico de Televisión
Abonado del Real Zaragoza nº 1.728.