You don’t have to say you love me | La Lupa

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CD Lugo 3 – 3 Real Zaragoza

Hubo un día en mi vida en el que deseé que el Real Zaragoza, por fin,  dejase de existir. Hasta tal punto rebosó en aquel día de la infamia en Palamós, la humillación acumulada tras años de decadencia. Un final de la temporada pasada, digno de una mente de guionista de series bizarras, que debemos archivar para poder mirar hacia el futuro y pensar solo en nuestro Real Zaragoza actual, transmutado y diferente.

Una de las primeras medidas de los actuales mandatarios fue la de traer a casa a Zapater y Cani, grandes capitanes de un zaragocismo añejo. Abanderando una ilusión, son la piedra angular de un equipo que, parece decirnos a los aficionados: “No tienes que decirme que me quieres. Tan solo quédate junto a mi”, como decía aquella canción de Dusty Springfield de 1966, interpretada también por Elvis Presley, “el Rey”. Y la afición, como el amante sin remedio ni talento, vuelve a responder. Y aquí estamos, porque no tenemos remedio.

Más allá de los dictados de la emoción, la competición avanza inexorable, y tras una primera jornada resuelta con acierto, y en la que se nos revelaron ya bastantes cosas, llegaba el primer partido fuera de casa, contra un rival aseado y con querencia por el balón, que desde el primer momento mostró que no se iba a dejar doblegar. Sin embargo, fue la dinamita maña la primera que explotó. La presión adelantada propició robos de balón y desconcierto entre los gallegos. La astucia de Lanzarote y la habilidad y rapidez de Angel fueron letales. A mediados de la segunda parte, y tras haberse sobrepuesto a un gol del Lugo, el Zaragoza ya mandaba en el marcador por tres goles a uno. Todo pintaba estupendo para terminar victoriosos, pero algo falló.

Hay partidos con dinámicas pesadas, en los que los dos equipos juegan de forma muy controlada y en los que un cambio en el marcador se antoja imposible. Otros, en cambio, parecen un torbellino de alternativas, son una alegría para el espectador neutral y una fuente de nervios para el seguidor. El partido contra el Lugo salió así. A mediados de la segunda parte, un fallo puntual en la línea del área, metió de nuevo a los locales en el partido, con un ímpetu que hacía que nuestro centro del campo pareciera un entramado cansado y sorprendido. El Lugo consiguió empatar a tres, aunque fuera el Real Zaragoza el que acabase atacando al final del partido.

La conclusión es ambigua: se puede tener satisfacción por el rendimiento de los atacantes, pero el equipo se desangró por la defensa en unos pocos minutos. Eso es algo que no se debe permitir, ¡con lo que cuesta marcar goles! Por lo visto hasta ahora, Milla está demostrando ser algo más entrenador que los que tuvimos la temporada pasada. Pero no siempre serán suficientes el ancla de Zapater, la batuta de Cani o los revólveres de Lanza y Angel. Los errores defensivos deben ser analizados y corregidos para poder subsanarlos.

La liga 2016-17 es un camino recién estrenado. Acaba de empezar, ofreciendo a todos esperanza e ilusiones, pero también advirtiendo de los peligros y sinsabores. Ahí está un año más nuestro Real Zaragoza a quien, mientras esté, seguiremos. No hace falta que nos diga que le queremos. Solo ha de estar ahí, pues seguiremos junto a él. Ya lo decía Elvis, y como todo el mundo sabe, Elvis…Elvis vivirá para siempre.

Por Ron Peter.

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