Alcorcón 1 – 0 Real Zaragoza | La Crónica

Alcorcón 1 – 0 Real Zaragoza | La Crónica

Sin destino

Dos palabras definen la situación del Real Zaragoza: enredar y enredarse. Siendo dos verbos que se parecen tanto no son lo mismo. El primero, en su acepción más aragonesa, viene a querer decir que el equipo, los jugadores, su cuerpo técnico están tomando decisiones torpes. No aciertan a encontrar el camino ni a optar por los senderos adecuados. Decir que Popovic tiene que dejar de enredar es lo mismo que decir que el entrenador debe aplicarse y hacer un diagnóstico correcto de lo que le pasa al equipo para salir del bache de juego y escapar del abismo de la ausencia de ideas. El segundo, enredarse, se acerca un poco más al concepto de enmarañarse, verse atrapado en una alambrada de espinos huecos y oxidados que obstaculizan la ruta hacia el fútbol. Dos verbos, pues; dos abismos a los que ahora mismo se asoma el equipo.


El partido de ayer en Alcorcón fue una muestra de ineficacia, torpeza, dejadez y falta de fe. Un horror que sacudió al zaragocismo desde el el primer balón dividido. En el minuto uno ya se sabía que aquello no iba a funcionar. Con un dibujo exacto al utilizado durante el último mes pero con dos piezas distintas, Aria y Pedro, que no supieron entender en ningún momento el significado de la propuesta de Popovic, el equipo se vio atrapado sin posibilidad de escapatoria por la fiereza y entereza del Alcorcón. El ímpetu de los jugadores locales ahogó cualquier propuesta zaragocista, con Morán asfixiado por Fausto e Insa y los tres media puntas aragoneses aislados en un territorio soberanamente gobernado por el Alcorcón.


El balón no circulaba de ninguna manera y cuando lo hacía eran las botas madrileñas las que lo conducían. Con rápidos latigazos y una incansable presión, el Zaragoza veía una y otra vez cómo se acercaban a los dominios de Bono con peligro, provocando diversas situaciones de pánico que el portero marroquí solucionó con reflejos. Pero poco duró la defensa. Tras un error garrafal de Cabrera, Plano se plantó ante la portería zaragocista y resolvió con una irregular vaselina que rasgó la hasta ayer imbatible meta de Bono. El récord soñado se esfumaba.
El partido era local. No había ideas, ni disposición táctica, ni capacidad para combinar. Ni siquiera seguridad defensiva. Los balones volaban hacia el área blanquilla y la posibilidad de recibir otro gol era muy alta. En la banda, un superado Popovic gritaba a los suyos consignas que el viento se llevaba, mientras que en el césped Morán ya no estaba y Pedro no recordaba ni de lejos a la mitad del futbolista que fue la temporada pasada. Se diría que su cabeza está en otra parte, pues reacciona airadamente a cualquier contratiempo y su calidad ha desaparecido para convertirse en torpeza de principiante. Hinestroza, mientras tanto, corría y corría, pero siempre hacia atrás y nunca con espacios por delante, donde le esperaba un fatigado Ortuño que no fue capaz de controlar ni un solo balón de espaldas a la defensa.


El murciano fue el único que inquietó a Dmitrovic con un chut fláccido y mal dirigido, pero el grupo no ofreció ninguna otra señal que aliviase el pesimismo de la afición. Con esos argumentos llegó el descanso, momento elegido por Ranko para sustituir a Aria, el jugador más insustancial de la plantilla. Eligió a Ángel, en un intento por reactivar el ataque y abrir alguna vía de agua en la nutrida y sólida defensa del Alcorcón. Era una idea, un cambio con intención, pero tampoco la propuesta funcionó. El partido siguió por los mismos derroteros. Si acaso con algo más de peligro por parte de los locales, pues el Zaragoza abrió sus línea y por esos huecos creados se colaron los rápidos delanteros amarillos, que pudieron comprobar la calidad de Bono cuando este detuvo dos peligrosos balones que llevaban la etiqueta del gol colgando.


Minutos después Popovic le pidió a Sergio Gil que saliera al campo, pero el cambio fue claramente equivocado. Sacó a Morán del campo, con lo que Sergio se ubicó en un lugar no muy favorable para sus condiciones y se perdió el ancla del equipo. Demasiado retrasado, su juego no fluyó. En un último intento, salió Jorge Díaz por Marc Bertrán, pero tampoco este cambio funcionó. Con Dorca, Vallejo y Cabrera como únicos defensas, el equipo se echó adelante, pero su incapacidad quedó expuesta y nada importante sucedió, pues solo encontró como argumento el balonazo largo y la espera de algún rechace.


El partido se perdió porque el equipo jugó muy mal, los jugadores no acertaron con sus cometidos y Popovic no supo leer en ningún momento el choque. Hay luces rojas por doquier y esto ya no es un bache, sino un barranco en el que se ha caído y del que no se puede salir con los planes utilizados hasta ahora. No es así como vamos a encontrar el camino de regreso a casa. No es así como vamos a volver a Primera.

Puntuaciones

Bono: 4. Realizó tres grandes paradas.
Marc Bertrán: 1. Escaso de juego y falto de intensidad.
Vallejo: 2. Descentrado por el juego del equipo.
Cabrera: 1. Desnortado y fallón. Su grave error costó el gol.
Rico: 3. Buen trabajo en defensa y mejor en ataque.
Morán: 2. Tapado por los contrarios, le faltó aire.
Dorca: 1. Lento, nublado y fatigado.
Hinestroza: 1. Desorientado y errático.
Pedro: 1. Descentrado e iracundo. No está.
Aria: 0.
Ortuño: 2. Peleón sin fortuna.
Ángel: 1. Fuera de sitio. Poco aportó.
Sergio Gil: 1. Le pidieron lo que no puede dar.
Jorge Díaz: S.C.

por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello

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