Real Zaragoza 2 – 0 Athlétic Bilbao | Crónica

Hablará de nuevo el aire azul

Era la de ayer una tarde de vida o muerte y quiso ser la de ayer una tarde de vida o vida. Mientras el norte de la capital soportaba la impertinencia de unas nubes perezosas que nos regalaban mediocres aguaceros, en el sur de la ciudad el sol competía con la borrasca para imponer su jerarquía y regalarle al zaragocismo la luz de sus rayos y fueron estos los gallardos caballeros que iluminaron una de las victorias más jugosas que se recuerdan en la Basílica del fútbol, seguro por el vigor de sus goles, seguro por la energía de toda una ciudad, de toda una comunidad que sigue creyendo en la sangre azul de su equipo.

El partido nació eléctrico. En apenas doce minutos ya habían llegado cuatro balones a los jardines de las dos áreas; melancólicos los del Real Zaragoza, iracundos los bilbaínos, que sirvieron para proporcionarle a Roberto la posibilidad de enseñarle al mundo, con dos magníficas paradas, que es un gran portero y que su trabajo ha sido una de las pocas alegrías que nos ha sido dado vivir. Sobre todo el segundo chut, a salida de falta, felinamente resuelto con una mano sobrenatural que sólo los grandes saben y son capaces de ejecutar.

El primer cuarto de hora, decíamos, fue una triste milonga. No gustaba que los chicos de Jiménez le dieran el balón a los de Bielsa, pues ese guión apuntaba a final gris, a desenlace lastimero. Por eso, cuando el equipo comenzó a estirarse y eligió el sendero de la presión, la vitalidad y la energía el panorama cambió. Postiga, que ayer jugó su mejor partido de la temporada, se apropió del balón, dibujó ese ceño de chico permanentemente enfadado con el maestro y disparó cruzado para ver cómo el poste derecho de Iraizoz se encargaba de escupir la primera alegría- Un centímetro a la derecha y habría sido gol, pero no cabían lamentaciones. Había que seguir. Y se siguió. Las escasas jugadas que llegaban al área aragonesa morían por el acerado trabajo de los defensas que, ayer sí, optaron por la rabia desabrochada. Y por si había dudas cuando la aviación enemiga descolgaba proyectiles con sabor a muerte, Roberto se encargaba de expulsar el miedo a base de salidas iracundas y despejes metálicos.

La alegría llegó con el gol de Edu Oriol. Un balón recuperado en el centro del campo por el catalán fue el argumento preciso. Lo cosió a su bota, emprendió un periplo entre las bellísimas piernas vizcaínas, le ocultó al cielo el sendero a la gloria que estaba a punto de dibujar, entendió la magia del movimiento de Lafita, que arrastró el Cinturón de Hierro hasta el corner de Arrúa y disparó seco y elegante al palo corto de Iraizoz para lograr el gol de la jornada. La Romareda, la Vieja Dama Blanca, gritó el gol con toda su alma y los jugadores construyeron una montaña de liberación que demostraba que aquello era más que un “goal”, más que un objetivo logado. Aquello era un signo que señalaba el camino hacia Possibleland.

Los quince minutos que quedaban fueron un paisaje de inestable calma. El equipo supo leer muy bien el partido y optó por el manejo de balón cuando lo teníamos y una inteligente intensidad cuando lo manejaban los del norte. Y aún se siguió trabajando en la búsqueda de un segundo gol que aclarase el futuro. Para ello, fueron muy importantes los movimientos de altísimo nivel que protagonizaron Lafita, grandioso ayer, Edu Oriol, que ayer se encontró a sí mismo, y Postiga, que firmó su mejor partido con el Real Zaragoza. Cada balón que llegaba a sus pies era una posibilidad ofensiva: se mostraron atrevidos, intentaron jugar con calidad, fueron valientes en cada acción y con cada posesión les decían a los jugadores forasteros que aquella era su casa y allí se iba a jugar como ellos decidieran.

La segunda parte comenzó muy bien. El equipo seguía el mismo guión con que habían acabado los primeros cuarenta y cinco minutos y lo mejor vino con una peligrosa falta que Apoño ejecutó con gran acierto. Micael toco, Paredes ubicó y el malagueño impulsó un misil que Iraizoz no supo gestionar. Gol, divina palabra. El 2 – 0 brillaba en el vetusto marcador y la hinchada rugía con el “Sí se puede”, que se ha convertido en una plegaria que el zaragocismo recita con fe y fortaleza cada día, como si su sola mención sirviese para agrandar la esperanza. Gol y a seguir en la lucha.

Y ahí nació el mejor Real Zaragoza de toda la temporada. Disfrutamos del mejor partido en años. Un espectador que viera ayer el encuentro pensaría que los equipos que pugnaban sobre el césped de la Basílica eran dos conjuntos que el próximo año se pasearían por Europa, tal era la calidad que allí se estaba desplegando. Y en ese contexto aún pudimos disfrutar de dos bellísimas acciones protagonizadas por Postiga, con un atrevido chut desde cincuenta metros que casi es gol, y Zuculini, que, osado, condujo el balón entre las líneas enemigas para acabar soltando un zapatazo que casi revienta el larguero del gol norte. Habría sido impresionante, mas lo importante ayer no era protagonizar una hermosa goleada, sino rearmar el espíritu del zaragocismo, el de “El León siempre vuelve”, el de “Zaragoza nunca se rinde”, el de “Quien quiera llevarse el agua…”. Y eso se consiguió.

Bielsa tiró de calidad y recurrió a Susaeta, Muniaín y Llorente, pero no sirvió de mucho. El equipo acabó gustándose, con jugadas individuales de gran nivel protagonizadas por, ya lo hemos dicho, Edu Oriol, Lafi, Postiga. Por un Micael cada vez más aragonés, con un Apoño que, ayer sí, mezcló bien con el portugués. Por un Zuculini bravo y audaz que estuvo en todas partes, menos en la portería. Y por una defensa que interpretó muy bien la partitura y, aunque nerviosa en algunos compases, interpretó correctamente la sinfonía. Y por Roberto, de nuevo gigante.

El partido acabó con una victoria que abrió las puertas del cielo zaragocista y nos permite girar la cabeza para contemplar la llegada de los valencianos, que vienen orgullosos y altivos en busca de un billete a la gloria. Nuestros guerreros hoy descansan, pero el zaragocismo ya está preparando las gargantas para argumentarle a la Historia que aquí, en las orillas del Ebro, habita una afición, toda una ciudad, dispuesta a escribir una nueva página con párrafos de esperanza.

Ficha Técnica

Real Zaragoza:
Roberto; Álvarez, Da Silva (Lanzaro, min.71), Paredes, Abraham; Micael, Zuculini; Edu Oriol (Pintér, min.82), Apoño (Luis García, 80), Lafita; y Postiga.

Athletic de Bilbao:
Iraizoz; Iraola, San José, Ekiza, De Marcos, Herrera, Iturraspe, Íñigo Pérez (Muniain, min.67); Ibai Gómez, Gabilondo (Susaeta, min.46); y Toquero (Llorente, min.60).

Goles:
1-0. Min.28, Edu Oriol; 2-0. Min.51, Apoño

Árbitro:
Iglesias Villanueva. Amonestó con cartulina amarilla por el Athletic a Herrera e Iturraspe y por el Real Zaragoza a Micael.

Incidencias:
Partido correspondiente a la jornada 36 de Primera división disputado en el estadio de La Romareda de Zaragoza ante unos 30.000 espectadores, con terreno de juego en buen estado, en tarde primaveral con lluvia fina al comienzo.

Puntuaciones (de 0 a 5)

Roberto: 5. Sus primera intervenciones señalaron el camino al equipo. Inmenso.
Álvarez: 4. Su audacia y su entrega es digna de reconocimiento y su rostro evitó un gol que habría sido una herida muy dolorosa.
Da Silva: 2. Puso garra y empeño, y alternó errores fruto de la precipitación con heroicos aciertos.
Paredes: 3. Su trabajo fue el de un esforzado capitán que arrastra a sus soldados a la victoria a base de fe y arrojo.
Abraham: 3. Muy activo y presente en todas las tareas, tanto defensivas como ofensivas.
Zuculini: 4. Ya hemos dicho que estuvo en todas las partes y consiguiño, además, inquietar a la defensa contraria. Por no mencionar el que podría haber sido uno de los goles de la temporada.
Micael: 4. Está tremendamente motivado. Se ha convertido en el Gabi del equipo en los últimos tres partidos en los que ha participado. Su garra y calidad lo convierten en imprescindible.
Apoño: 3. Metió un gran gol y se entendió mejor que otras veces con Micael y Zucculini. A veces trastea el balón inoportunamente.
Lafita: 5. Impresionante partido de Ángel Lafita. Controló balones imposibles, afrontó a la defensa contraria con osadía, luchó con el corazón a 190, consiguió centros imposibles y buscó el gol con ambición. Magistral.
Edu Oriol: 5. Su gol, espléndido. Fue el de ayer su mejor partido con el Real Zaragoza y llegó un momento en que protagonizó gestos y jugadas propios de un gran jugador.
Postiga: 5. Extraordinario partido. Mereció el gol y a punto estuvo de lograrlo con un magnífico chut que despreció el poste. Controló el balón, dribló con maestría, jugó de espaldas como los grandes y por fin se creyó que es un muy buen jugador.
Lanzaro: 2. Muy nervioso, salió a trabajar en defensa como él sabe, pero ayer estuvo algo impreciso.
Luis García: S.C.

por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello

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