Barrer el frente de batalla, condenar al contrario a vivir en estado de desorden, dibujar horizontes de borrasca y diseñar senderos de conquista. Esos cuatro sueños se vieron cumplidos en Ponferrada. Ocurrió al amparo del talento de un joven huracán de apellido ilustre al que él mismo renuncia como queriendo distanciarse de la leyenda. No sabemos si lo conseguirá, pero sí tenemos la certeza del aliento del cachorro hambriento al que acompañan los miembros de la manada ajustados a un objetivo: cazar la presa propicia y alimentar a los nuestros.
El Real Zaragoza jugó ayer un partido rectilíneo, en el que el único argumento fue construir los cimientos de una idea futbolística osada, consistente y fértil. La elección de los jugadores apropiados y la ejecución del relato elaborado por el entrenador fue la combinación perfecta para conseguir la primera victoria de la temporada. Y sin debate posible.
La crónica de hoy acoge sin pudor algunos nombres propios. El primero, quizás el menos evidente, el de Carcedo, responsable de las modificaciones tácticas y la inclusión de varios nombres que le dieron al equipo la energía y la clarividencia que le faltó ante el Lugo. Después, el de Giuliano, brillante héroe que lució armadura poderosa y determinación envidiable para desarticular a una Ponferradina que se vio superada en todas las fases por el ariete argentino. Así, a los 11 minutos logró un gol de gran categoría, compendio de calidad, templanza y potencia. Un gol de los que se recuerdan.
La celebración fue un manifiesto. Todo el equipo, todo, abrazado en la banda, mostrándole al mundo, y sobre todo al zaragocismo, que este grupo estaba viviendo un momento de zozobra que atenazaba su espíritu y le impedía vivir con holgura. A partir de ese momento, el partido fue una nave gobernada por los avispas con una seguridad y una certeza en sus actos elogiables. Es verdad que la Ponfe acosó a Cristian con una acción aislada, pero el emblemático portero detuvo el chut y ahí acabó el peligro local. Lo mejor llevaba el sello del león y Vada pudo haber culminado una bonita jugada de Giuliano, pero su remate le salió flojo y fácil.
Cada jugador sabía qué hacer, cómo hacerlo y cuándo, un compendio de buenas noticias. Además, por la esquina de la esperanza asomó Gabi Fuentes, el nuevo lateral izquierdo, nos sorprendió a todos con una actuación muy interesante, tanto en defensa como en ataque, acompañando con buenos detalles a Jaume, de vuelta en el equipo, y a Manu Molina, recuperado para la causa. Todo eran buenas noticias, la tarde se hizo amiga de un equipo capaz de realizar un trabajo de calidad y el segundo gol anunciaba su llegada con cada balón que los zaragocistas manejaban.
Buen partido, así pues, pero un partido de fútbol, al fin. Porque este deporte, llevamos quince años escribiéndolo, es esa actividad humana que no entiende de justicia ni de méritos, como se encargó de recordarnos Nwakali. Era el minuto 43, la primera parte daba signos de agotamiento y la puerta de la caseta ya se entreabría. Da igual. Es fútbol. El jugador nigeriano le arrancó las entrañas al balón con un lejano chut curvo que se ajustó a la escuadra de Cristian consiguiendo un empate en ningún caso anunciado. Ducha fría inmerecida que los chicos del entrenador riojano recibieron cuando menos lo merecían. Tiempo de secador.
El regreso al césped era una incógnita y la pregunta era obligada: ¿cómo habría gestionado Carcedo el bofetón? Por lo que vimos muy pronto, bien. El equipo retomó su relato y continuó el desarrollo de la obra. Y así, a los cinco minutos un corner peinado por el colombiano Fuentes llegó a los pies de Giuliano que no se lo pensó dos veces, golpeando con fiereza el cuero para alojarlo en la red de Amir. Doble, triple alegría. El equipo seguía enganchado a la vida y a partir de ahí se aprestó a darle vueltas a la manivela del disfrute. Giuliano continuó su festival de fútbol muy bien acompañado por sus compañeros. Vada enganchaba, Manu gestionaba, Grau barría, Bermejo iluminaba, Fuentes aclaraba, Mollejo ocupaba. Y atrás, la solidez de Jair y Lluís López le daba al grupo la seguridad necesaria para responder a todas las preguntas, punteadas por la corrección de Gámez.
Salió Puche y lo que habría sido el broche se quedó en disparo al palo, pero las sensaciones del grupo eran las mejores que hemos vivido desde hace muchos meses. No hizo falta más. Carcedo puso en el campo a Francho, a Larra y después a Nieto y a Petrovic para terminar de cementar y cimentar una victoria anhelada, necesaria y merecida.
SD Ponferradina:
Amir; Paris, Pascanu, Diéguez, Moi Delgado (Lukaku, M. 65); Erik Morán (Raúl, M. 80), Kelechi Nwkali; José Naranjo (Espiau, M. 61) , Hugo Vallejo (Sabit, M. 80), Heri Tavares (Dani Ojeda, M. 46) y Derik.
Real Zaragoza:
Cristian Álvarez; Fran Gamez, Lluis López, Jair, Gabi; Manu Molina (Nieto, M. 90), Jaume, Vada (Francho, M. 85); Bermejo (Larra, M. 85), Giuliano (Petrovic, M. 90), Mollejo (Puche, M. 68).
Goles:
0-1, Giuliano Simeone (M. 11); 1-1, Nwakali (M. 43); 1-2, Giuliano Simeone (M. 50).
Árbitro:
Alejandro Quintero González (comité andaluz). Amonestó a Hugo Vallejo (M. 39), Sabit (M. 87) por la Ponferradina.
Incidencias:
Partido de la Jornada 5 de LaLiga SmartBank 2022-23 disputado en El Toralín, con 7.000 espectadores.
Cristian: 3. De nuevo salvador en una acción. El gol, imparable.
Gámez: 3. Correcto y dispuesto toda la tarde.
Jair: 4. Sólido y gobernante.
López: 3. Cumplió muy bien con su papel de escudero.
Fuentes: 4. Gran partido. Rico en matices y soluciones.
Jaume: 4. Ancla perfecta, recorrió el horizonte de este a oeste.
Manu Molina: 3. Muy cómodo junto a Jaume. Serio.
Bermejo: 3. Se soltó y se acercó a la concreción.
Vada: 3. Útil en la conexión y débil en la finalización.
Mollejo: 2. Cierta inexactitud en la interpretación.
Giuliano: 5. Grandioso. Desordenó al contrario y ordenó el cosmos propio.
Puche: 3. Activó el frente y rozó el gol.
Francho: S. C.
Larra: S. C.
Petrovic: S. C.
Nieto: S. C.
por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello