En mi cuenta de Twitter (@japbello) escribí horas antes del partido: “Domingo de Resurrección. ¿Domingo de Resurrección?”. La aseveración transmitía un deseo. La interrogación, temor. Así estaban las cosas en el corazón del zaragocismo en la previa y no era un tema menor.
Cuando Víctor nos regaló la rueda de prensa del sábado, porque es un regalo escuchar a este hombre, encajó las piezas desparramadas del puzzle blanquillo. Habló de atrevimiento, de perfilar los espacios que cada jugador debe ocupar, de exigirles a los chicos que den lo mejor de sí mismos, de alejar miedos y viajar con audacia a los paisajes desconocidos. Ese mensaje volvía a las paredes de la Sala de prensa de La Basílica. O mejor: todo esa ya sonaba a espíritu blanquillo. Adiós a la pausa calculada de Escribá cuyas palabras se fueron apagando semana tras semana; adiós a los galimatías sintácticos, semánticos y hasta morfológicos de Velázquez, cuyo discurso acabó embolicado en sí mismo. Hola, en fin, al Real Zaragoza en estado puro.
Los primeros quince minutos fueron los más cristalinos de los últimos tiempos. Fiel a su relato, Víctor reunió de nuevo a Bakis y Azón y movió de sitio a algunos jugadores que pudieron, así, ofrecer lo que realmente cada uno tiene dentro, lo que cada uno es. Esta disposición, además de todo lo aprendido hasta ahora, que es mucho pero todavía poco, propició un paisaje abundante y nutritivo en forma de sucesivos acercamientos productivos. O mejor: sucesivas ocasiones de gol, que aunque parezca lo mismo, no es igual, por mucho que alguno pretenda hacernos creer que un burro vuela.
Azón fue uno de los protagonistas de este arranque flamígero. En el minuto dos resquebrajó la línea defensiva canaria, estática y desenchufada, con una galopada “punzante” (Víctor dixit) mal finalizada por poco. A continuación, Mouriño cabeceó con el alma y León salvó el gol bajo la madera. En el cuatro fue Mesa quien achuchó con otro golpe de cabeza tras centro de Azón que acabó en corner y a la salida de este Francés ejecutó con un gesto técnico excelso un remate letal que suponía el 1-0. Se estaba confirmando lo que Víctor predijo: todos y cada uno de los chicos tienen más, mucho más de lo que han sabido ofrecernos. O les han permitido.
Era un partido divertido, rico en matices y con electricidad de alto voltaje. Pero como bien dijo el míster, esta moneda tuvo dos caras, y a los aciertos plausibles hay que contraponer los errores “gigantescos” en defensa. Ni un gramo de despiste en el argumento. Au contraire: la autocrítica, sin ánimo de hacer sangre, descubrió varios momentos de desconexión que no supo aprovechar el Tenerife, que por mucho que viviera con poca energía el choque, tiene calidad para amargarle la tarde a cualquiera. No fue así, pues desperdició dos ocasiones de esas que todos soñamos para nuestro equipo y que consiguió desbaratar Badía con una sangre fría y un saber estar de portero sabio.
Mientras esos errores casi manchan un partido de claro sabor aragonés, el Zaragoza siguió a lo suyo. Con continuos abordajes al navío chicharreo, con sucesivas algaradas cerca del área de Soriano y con acierto en el gol. Maikel Mesa cabeceó con un gesto distinto y batió al portero tinerfeño, pero un centímetro malogró el tanto, anulado por fuera de juego. Habría sido un gol luminoso, de esos que consiguen que la memoria blanquilla se despierte de un mal sueño y se reconozca en el trabajo de los suyos, pero el VAR le negó el pan a los de Víctor.
Era tan nítida la superioridad zaragocista que Asier Garitano rompió esa regla no escrita que habla de no hacer sustituciones antes del descanso y de una tacada agitó a su equipo con dos cambios. No le gustaba al entrenador vasco lo que veía. Su decisión surtió efecto y favoreció que el Tenerife encontrase la ruta adecuada para arrugar el expediente blanquillo. Con mayor control del balón y haciendo gala de buena técnica, sus jugadores dominaron durante unos minutos y en uno de esos controles Ángel recibió un balón largo que manejó con oficio y buen hacer, esquivó la barrida desesperada de Francés con un autotaconazo interior y batió, ahora sí, a Badía. Con maestría y señorío, pues el canario no lo celebró.
Bonita bofetada, visto hasta entonces lo que sabía y podía hacer el equipo. Y a ello se puso: a ejecutar lo que sabía y podía. Y siguió porfiando. Quedaba partido, había horizonte y, muy importante, conocían el guión. Algunos jugadores se sumaron a la causa y uno de ellos, Moya, fue el artífice de un contraataque que inició Bakis en el borde del área propia. El extremeño se cruzó toda la llanura de la Romareda y cuando llegó a la isla canaria le entregó el balón a Iván. El zagal tenía a tres por delante, en línea, pero ayer era su día. Quebró a Bodiger, se perfiló para el chut y colocó el balón lejos de Soriano. Éxtasis del 9 aragonés y alegría desbordada en la grada.
El descanso se asomaba por la esquina de la tarde pero aún le dio tiempo a Iván para ser el prota de otra galopada que no finalizó bien porque su pase, bien pensado, no llegó a Valera por poco. Buen colofón para una primera parte agitada, valiente y fructífera.
La vuelta al césped no pudo ser mejor. El Zaragoza salió con las baterías bien cargadas y solo necesitó cuatro minutos para lograr el 3-1. Una falta lateral activada por Lecoeuche con un pase prolongado a Valera sirvió para que este colocase un balón combado que Mesa prolongó con una volea majestuosa que acabó en gol. No hubo celebración del espigado goleador, tinerfeño, pero la alegría se paseaba por su mirada, satisfecha y plena. El partido estaba muy bien alimentado por los tres goles y por la excelente disposición y actitud del equipo. Y mejor habría estado en caso de pitarle un penalty a Valera que ni el árbitro ni el VAR vieron.
En ese momento es cuando un entrenador es entrenador y Víctor recogió sus notas y actuó. Retiró a Bakis, aplaudido por su entrega, y puso a Liso en el césped. Buscaba velocidad y agitación y hacer posible que, ante el adelanto de líneas del Tenerife, pudiera su equipo disponer de alguna ocasión de matar definitivamente el choque. Esta se produjo con una llegada de Iván por la derecha que remató Lecoeuche con su pierna derecha. No pudo ser y el Tenerife buscó el gol con sus armas.
Víctor se dio cuenta de la estrategia de Garitano y cementó el centro del campo. Puso a Jaume Grau por Mesa y ahí acabó el partido, totalmente controlado por el Zaragoza. Solo un golpe de fortuna o una torpeza podía acercar al Tenerife al gol. Y mira por dónde, se produjo la segunda. Jair le envió un regalo enorme a Enric Gallego en forma de pase desastroso al portero Badía, pero el catalán, con la oposición Badía, ajustó en exceso el balón, que se fue fuera por centímetros. Era el minuto 80 y había que evitar más sustos, así que Víctor le pidió a Gámez que entrase como doble lateral y a Enrich que pusiese su oficio sobre el verde.
Todo acabó en fiesta. La afición, contenta, como el propio Víctor, como los jugadores, que celebraron el triunfo, en palabras del entrenador del Zaragoza, “como si hubieran ganado la Copa del Rey”. Ahí se vio la angustia que los jugadores estaban viviendo y lo beneficioso que está siendo el trabajo del cuerpo técnico, liberando la hojarasca de sus mentes y dándoles las herramientas que les permiten afrontar la vida con la confianza necesaria. Alegría, alivio y nueve retos por delante que deben servir para consolidar el futuro.
Real Zaragoza:
Badía; Mouriño, Francés, Jair, Lecoeuche; Aguado, Moya; Valera (Gámez, 83), Maikel Mesa (Grau, 74); Azón (Sergi Enrich, 83) y Bakis (Liso, 58).
CD Tenerife:
Soriano; Mellot, Sipcic (Corredera, 28), León, Nacho Martínez (Buñuel, 28); Sergio González, Bodiger; Luismi Cruz, Roberto López (Romero, 72), Waldo Rubio (Rahmani, 65); y Ángel (Gallego, 72).
Árbitro:
Caparrós Hernández (Comité Valenciano). Amonestó a Nacho Martínez (7), Buñuel (68) y Corredera (93).
Goles:
1-0, min. 5: Francés. 1-1, min. 36; Ángel. 2-1, min. 44: Azón. 3-1, min. 49: Maikel Mesa.
Incidencias:
Partido de la Jornada 33 de LaLiga Hypermotion 2023-24 disputado en la Romareda, con 19.000 espectadores.
Badía: 4. Solventó dos situaciones críticas y ejecutó una gran parada.
Mouriño: 3. Está creciendo en su posición de lateral. Audaz y vertical.
Francés: 5. Uno de los dos mejores. Impecable en todas las facetas. Metió un gran gol.
Jair: 2. Dubitativo en algunos lances. Bien en el corte.
Lecoeuche: 4. Rápido e incisivo en la banda. Cubrió bien su parcela.
Moya: 3. Muy mejorado, a gusto en su nuevo rol. El segundo gol en parte fue suyo.
Aguado: 3. Se acomodó poco a poco. Se superó y acabó muy fino.
Valera: 3. Más ajustado a su papel, dio una asistencia magistral.
Maikel: 4. Bien ubicado en su papel, circuló y marcó un gran gol.
Iván: 5. Uno de los dos mejores. Batallador y acerado en su juego. Goleó.
Bakis: 3. No le llega el gol pero encontró nuevas vías de acción. Mejoró.
Liso: 3. Preocupó a los defensas y obligó al Tenerife a replegarse.
Jaume: 3. Muy motivado y participativo.
Enrich: 2. El gran cumplidor. Sabe lo que se lo pide y lo hizo.
Gámez: S. C. Jugó poco pero llegó por la banda en una jugada de peligro.
por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello