El regreso de los muertos vivientes | La Lupa
Osasuna 3 – 0 Real Zaragoza
El zombi es el mito haitiano del muerto vuelto a la vida que ha dado lugar a todo un subgénero del cine de terror que ganó gran popularidad en los años 60-70 gracias sobre todo al conocido director George A. Romero y que recientemente ha experimentado un notable resurgimiento con títulos como Resident Evil o la serie de televisión Walking Dead, entre otros. Los jugadores del Real Zaragoza no comparten la horrible ansia asesina de los zombis cinematográficos pero… tras verlos deambular sin sentido por el césped del Sadar, uno no puede evitar pensar en esos tristes entes que se mueven con penosa dificultad, impulsados por un instinto primitivo carente de la inteligencia que perdieron al mismo tiempo que su condición humana. Tampoco quiero que se entienda que pienso que nuestros jugadores han perdido toda traza de inteligencia futbolística, pero desde luego han dado un tremendo paso atrás, que supone su regreso a la peor versión que les hemos visto esta temporada en la dura derrota sufrida ante el Real Madrid. Con la notabilísima diferencia de que el rival del domingo era el Osasuna.
Uno tiene la sensación de que el Zaragoza salió al campo excesivamente confiado tras la última racha de resultados positivos. Durante los primeros 15 minutos, el partido siguió el guión más o menos previsible, con un tanteo táctico entre los dos equipos y un manejo de balón aceptable por parte de los nuestros, que seguramente pensaban que el Osasuna, apremiado por su propia racha negativa, caería de maduro. Pero nada de eso. Fuimos nosotros los que caímos, una vez más, condenados por los errores defensivos. En el minuto 17, el árbitro pitó una falta de saque de banda de Juárez a pocos metros de la portería de Roberto y la jugada posterior se convirtió en el primer gol después de que nadie fuera capaz de despejar un balón que finalmente el propio Paredes puso a pies de Raúl García casi al borde del área pequeña. Esa jugada bastó para poner de los nervios a los nuestros y desbaratar la estrategia de Aguirre.
Y el Osasuna no perdonó. En el minuto 27, Raúl García peinó el balón en otro saque de banda para que Nino volviese a marcar desde el mismo sitio. Tres minutos después, un lanzamiento de falta con barrera impactó en Postiga y mientras el portugués permanecía caído en el suelo, los rojillos, bien aleccionados por Mendilíbar, continuaron el juego ante la pasividad de la defensa zaragocista, que se quedó mirando cómo entraba el 3-0. Así terminaba la primera parte y casi, casi, el partido. Aunque no del todo, ya que Roberto aún tuvo tiempo de salvar al menos otros tres goles al inicio del segundo tiempo. Y a partir de ahí, nada. Los cambios de Aguirre no aportaron soluciones. Ningún jugador de campo hizo nada salvable. Todos erraban por el campo como almas en pena, sin que pudiera apreciarse ni un solo atisbo de ese equipo al que hemos visto crecer y jugar al fútbol por momentos en los últimos partidos. Baste decir que nuestro bagaje en Pamplona fue de exactamente cero ocasiones de gol.
No sé si realmente tuvo algo que ver el ambiente del Sadar. Los futbolistas siempre dicen que ellos prefieren que haya ambiente y tal y cual, y son profesionales y deben jugar a pesar de la presión del público, pero también es verdad que no es fácil estar allí y aguantar lo que hay que aguantar en un estadio que volvió a ser lamentable. Un año más se oyeron gritos contra la Virgen del Pilar, insultos contra nuestros jugadores e incluso deseos de muerte y de que haya atentados terroristas en Aragón… Y bueno eso es lo de siempre, pero «la fiesta» terminó con una pedrada al autobús del Real Zaragoza que hirió a los conductores. Por fortuna, no fue grave y la expedición pudo continuar viaje a Zaragoza, pero esto debería servir ya de aviso a quien corresponda. Todo este odio y más odio algún día va a costar muy caro y entonces todos nos lamentaremos de que no se haya frenado antes. Ojalá no tenga que haber muertos de verdad para que alguien haga algo al respecto.
Por Poyet11
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