Síndrome de Estocolmo | La Lupa

Real Zaragoza 0 – 0 Murcia

Se define el síndrome de Estocolmo como una reacción psicológica en la cual la víctima de un secuestro, o una persona retenida contra su voluntad, desarrolla una relación de complicidad, y de un fuerte vínculo afectivo, con quien la ha secuestrado. Viendo los últimos partidos en Lla Romareda, y los últimos acontecimientos sucedidos en el deprimente entorno zaragocista, es imposible no pensar que buena parte de dicho entorno ha empezado a desarrollar una variante de dicho síndrome.

Antes de entrar en este tema, unas palabras sobre el partido de ayer. El Real Zaragoza volvió a protagonizar un partido infame, indigno y patético. Durante noventa minutos, tanto Real Zaragoza como Real Murcia protagonizaron un esperpento que acabó como empezó. Dicho empate puede incluso considerarse un gran botín para el Real Zaragoza, puesto que fue el Murcia quien dispuso de las mejores ocasiones, incluyendo una justo antes del pitido final. El Real Zaragoza fue un equipo sin alma y sin fútbol que nunca tuvo una idea clara de lo que quería hacer. Lo sorprendente llegó tras el partido, con las declaraciones de Paco Herrera poniendo el dedo acusador en la afición de La Romareda. En cualquier otro momento o club, estas declaraciones hubieran conllevado un cese inmediato (justificado también por unos paupérrimos resultados), y en caso de sobrevivir en su puesto, hubieran significado una temible bronca del respetable en el siguiente partido en casa. Pero en lugar de eso, vista la reacción de buena parte de la afición y entorno zaragocista en otras ocasiones este año, lo más probable es que reciba una ovación cerrada por parte de dicho sector de la hinchada blanquilla. Ya ayer, las declaraciones de Paco Herrera recibieron algunos apoyos.

Este año se ha visto aplaudir en La Romareda a un portero que faltó en repetidas ocasiones al respeto a una de las gradas del campo (no sólo a determinado grupo), se han visto encendidos elogios por parte de un accionista a la gestión de Agapito, Pitarch y resto de dirigentes, se ha visto una defensa de las declaraciones de Paco Herrera, la Federación de Peñas decide mantener las relaciones con el club… Resulta difícil asimilar, si realmente se aman estos colores, que los máximos responsables de que este club esté recorriendo el camino a la perdición gocen además del apoyo y defensa de muchos integrantes de la masa social que lo sustenta. La única explicación posible es que todo este colectivo padezca una especie de síndrome de Estocolmo, en el que ha desarrollado un vínculo afectivo con los que ya sea por su juego o su gestión tienen el club cautivo en la peor situación institucional y deportiva en décadas.

Resulta más doloroso si se compara lo sucedido en la Romareda con lo sucedido en el Benito Villamarín. En Heliópolis, la afición se expresó de manera contundente ante la lamentable temporada que está llevando a cabo el equipo verdiblanco. Sus jugadores, demostrando profesionalidad y reconociendo a quien se deben, aguantaron el chaparrón, algunos con lágrimas en los ojos. La Romareda, en cambio, despidió con silencio a su equipo, que enfiló raudo y veloz el túnel de vestuarios, y el partido transcurrió casi libre de protestas (salvo alguna leve recriminación al árbitro).

Por no cerrar con amargura esta Lupa en unas fechas tan señaladas, voy a aprovechar las últimas líneas para desear unas Felices Navidades, y a pedir a través de este medio a Papá Noel o los Reyes Magos que, si entra dentro de sus capacidades, nos traigan un cambio accionarial en el Real Zaragoza que permita tener alguna ilusión en un futuro mejor.

Por Kicooper

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