Los gozos y las sombras | La Lupa

Los gozos y las sombras | La Lupa

Real Zaragoza 3 – 2 Almeria

Los gozos y las sombras es una novela de Gonzalo Torrente Ballester, publicada entre 1957 y 1962 en Madrid, y es considerada una de las obras cumbre de la literatura española del siglo XX. En ella se narra como Carlos Deza, último de los antiguos señores de su pueblo natal y que ha pasado mucho tiempo fuera de él, se ve impelido por un sueño a regresar al mismo. Dicho retorno hará brotar cosas gozosas al tiempo que removerá las viejas sombras que ocultas permanecen. Muchas cosas deberán cambiar para entrar en una nueva etapa, pero no será fácil ni rápido.

Siempre que algo nuevo empieza, es bueno afrontarlo con la ilusión del joven viajero y avanzar dichoso, a pecho descubierto, sin prejuicios ni resquemores del pasado. Aunque para algunos no resulta fácil. El Real Zaragoza se presentaba un año más ante su afición. Ya no es un equipo de primera división que acaba de descender. No, empieza su tercer año consecutivo en segunda, y ya no cabe hablar de algo efímero. Desgraciadamente, por el simple peso del pasar del tiempo, la realidad económica y deportiva ya es diferente de aquella que conocimos en el pasado.

Poco a poco esto ha ido minando los antaño exigentes criterios de muchos aficionados y de algunos medios de comunicación, en relación a lo que se considera espectáculo o fútbol “de calidad”. Vaya por delante mi respeto infinito hacia las opiniones y los gustos de cada cual, que son soberanos y fundados en la triste realidad que padecemos pero…no puedo evitar sentirme como un dinosaurio nostálgico y discordante cuando leo que para algunos el partido contra el Almería fue “vibrante, entretenido y apasionante, con dos conjuntos que no cedieron en su empeño por ganar”, o que fue “un gran partido de primera entre dos equipos de segunda”, cuando lo que vimos en La Romareda fue un partido de poco fútbol, entre un equipo voluntarioso que está a medio hacer y otro equipo que demostró claramente porque ha descendido de la primera división.

Había curiosidad por ver cómo combinaban las nuevas piezas con los supervivientes del año pasado, y en general, no estuvo mal. Este año, tras una pretemporada normal, se ve un equipo más conjuntado y que juega con convicción. Hubo cosas prometedoras, pero intermitentes. Se ha mejorado, respecto al año pasado, la solidez del centro del campo. Sin embargo, permanecen las sombras de los errores individuales y los despistes. El Almería, que no hizo nada por llevarse el partido, estuvo a punto sin merecerlo. Durante unos cuantos minutos de la segunda parte, con el marcador 1-2, el Zaragoza pareció un juguete desvalido y La Romareda se vio cubierta por el negativismo: “ya estamos”, “adiós a las aspiraciones”, “¿A quién vamos a engañar?”

De repente, como de la nada, surgió y se hizo grande la mayor virtud de este equipo: la voluntad de vencer, la fe en buscar la victoria sin arredrarse. Y así se logró el empate como alivio momentáneo. Al final, fue la insistencia la que obtuvo el resultado. La entrada de Jaime fue muy relevante, pero para quitarse el sombrero resulta también el cabezazo final de Cabrera, un jugador de raza que nunca se rinde y que anotó el que posiblemente sea el gol marcado en hora más tardana en la historia de nuestro estadio

Al final, el partido que empezó extraño, resultó entretenido, por los goles y las alternativas en el marcador, y sobre todo con un final feliz en el último suspiro. Los gozos se impusieron a las sombras. ¡Bienvenidos a la nueva temporada, amigos!!!

por Ron Peter

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