Cultivar la paciencia | La Lupa

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Levante UD 4 – 2 Real Zaragoza

Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la paciencia se define como la capacidad de soportar o padecer cosas sin alterarse, así como de hacer cosas pesadas o minuciosas”. En lo referente a la primera de las acepciones “capacidad de soportar o padecer cosas sin alterarse”, el ejemplo totémico de resistencia lo tenemos en el personaje bíblico de Job. Este hombre poseía 7.000 ovejas, 3.000 camellos, 500 pares de bueyes, 500 asnos y numerosos obreros, además de una bella mujer y 10 hijos bien avenidos. Job destacaba principalmente por su gran comportamiento, siempre preocupado por no ofender a Dios. Tal era así que la conducta llamó la atención de Satanás, quien un día le propuso al Señor que probara a su discípulo. El Diablo lo tenía claro: si Job perdía su riqueza y las cosas empezaban a irle mal, cambiaría de actitud y terminaría traicionando a Dios. Satanás se equivocó: Job superó dificultades de todo tipo -calamidades climatológicas, robos, enfermedades,…- con gran humildad, paciencia ilimitada y fidelidad incondicional. Dios, orgulloso y agradecido, compensó a Job con el doble de los bienes que tenía. Éste vivió una larga vida de 140 años y fue muy feliz. Si los émulos de Job en la tierra, los aficionados zaragocistas, logramos superar este ciclo de oprobios y desvergüenzas, seguro que tendremos una época en la que seremos campeones habituales de Liga y Champions, porque lo que estamos sufriendo ahora es inaguantable.

Si en algún momento se pensó que el espíritu de Palamós había desaparecido con la nueva temporada, el engendro de este sábado en Valencia disipó la duda, ese espíritu sigue muy vigente. A los dos minutos del comienzo del partido se pudo ver qué equipo salió a ganarlo y cuál era el otro que salió a trotar por el prado. Un balón alto a la banda derecha pilló al desastroso Isaac en el territorio en el que habita, Babia, y propició que Morales entrase por la banda sin oposición, puesto que Marcelo Silva no llegó al corte por moverse con la velocidad de un paquidermo recién salido de la siesta, y de allí el primer gol levantino. La anécdota del empate de Lanzarote fue circunstancial, puesto que el Levante llevaba la iniciativa, con un control absoluto del centro del campo, en el que nuestra línea de mediaspuntas defendían con la mirada y Wilk, como siempre, corría como un pollo sin cabeza en busca de un balón que siempre estaba lejos de él. Y si conjugamos que el Levante se encontraba varios puntos por encima en estado físico que el Real Zaragoza, que su estructura de equipo está mucho mejor definida y que nuestra defensa es una verbena alcohólica para el rival, se entiende fácilmente la facilidad con la que los levantinos dominaron y humillaron a nuestro equipo.

Las excusas son malas consejeras, tanto como la falta de exigencia. De la letanía de obviedades que se están recitando para no tomar en consideración el despropósito del sábado, como que el Levante tiene el presupuesto más alto (como si eso fuese decisivo para ascender en segunda división, recordemos Eibar y Leganés), que pocos rivales encontraremos como ellos esta temporada (seguro que cuando juguemos con Rayo, Getafe, Valladolid, Oviedo, Córdoba, algunos soltarán la misma sandez), la única que podría ser válida es “mejor perder a principio de temporada así que durante el resto”. Sí, es cierto, siempre que desde el club y el cuerpo técnico sean conscientes de lo mucho que hay que reformar en este equipo. Tenemos al peor guardameta titular en lustros, Irureta es un manojo de nervios, no bloca balones, sus salidas kamikazes son siempre desafortunadas… es un auténtico desastre. La defensa es lamentable en su concepción, los laterales son muy flojos, los centrales suplentes son ídem y sólo se puede conservar, y con las precauciones debidas, a los componentes titulares del centro de la defensa. El centro del campo no defiende puesto que sus ocupantes no están dotados para ello, lo que provoca un exceso de trabajo para Zapater. En definitiva, el equipo está muy poco trabajado física y tácticamente. Por ello, quizás es mejor que esta catástrofe haya llegado en el cuarto partido y se cambien aspectos estructurales que es evidente están siendo un fracaso. Milla, que hasta ahora está demostrando una blandenguería similar a las de Popovic y Carreras, tiene que mostrar su validez como entrenador en una situación complicada como es la actual. Esperemos que modifique estilo de juego y jugadores y acierte. Y los aficionados a exigir y no a excusar, que somos el Real Zaragoza y es distinto estar en segunda división que ser de segunda división y nosotros somos de primera.

Por Jeremy North.

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