La gallina ciega | La Lupa

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AD Alcorcón 1-1 Real Zaragoza

La gallina ciega es un juego infantil en el que un jugador, con los ojos vendados, debe intentar atrapar a alguno de los demás participantes,  guiándose por sus voces, risas o canciones y, una vez atrapado, según versiones, adivinar quién es. También se puede practicar entre adultos. De hecho Francisco de Goya inmortalizó este juego en uno de sus cuadros, en una época  en la que era un juego de salón común entre la clase alta europea. Es un juego divertido, sobre todo para los contemplan las evoluciones mitad voluntad, mitad torpeza, de aquel a quien le toca “pagarla”. Obviamente, éste no disfruta tanto. Su mundo es oscuro. No ve nada, para sobrevivir tiene que hacer tientos, probar cosas para atrapar a alguien de entre un grupo que se está riendo de él. Siente rabia, pero no puede expresarla porque entonces probablemente se caería y las risas redoblarían. Claro que siempre puede rendirse y abandonar el juego.

El entrenador González está metido de lleno en algo parecido a una gallina ciega. Su objetivo es acertar de una vez con la tecla que permita despegar a su equipo, a nuestro equipo. Lleva media temporada probando cosas, haciendo tientos, y unas pocas veces le salen las cosas, otras muchas no. A diferencia del protagonista del juego, no está solo, ya que comparte destino con muchos miles de personas que desean su éxito. Sin embargo, no todos están de acuerdo en cómo hace los tientos. Y cada vez son más. En Alcorcón, por primera vez ese desacuerdo se hizo oir de forma nítida entre la afición zaragocista que hasta allí se había desplazado. El último cambio resultó tan desconcertante como fulminante de una indignación acumulada tras ver como durante casi todo el partido, su equipo se mostraba incapaz de quitarse de encima el dominio de los madrileños, incapaz no ya de crear ocasiones de peligro en la meta contraria, sino de hilvanar un tejido conectivo mínimo entre los jugadores de medio campo para crear pases o mantener la posesión del balón.

Como positivos hay que considerar por supuesto los primeros minutos que condujeron al gran gol de Zapater, y el punto conseguido, pero no se puede obviar en absoluto que este equipo adolece de falta de entereza. Es pasmoso observar como en los últimos cuatro partidos (lo cual hace desestimar que sea algo azaroso), el Real Zaragoza se ha adelantado en el marcador marcando en las primeras partes. Eso puede indicar que no son tan malos como parecen. Sin embargo, el equipo no llega para remachar con un segundo gol. En los partidos en La Romareda, se ha mantuvo el tipo y se mereció más, pero tanto en Granada como en Alcorcón, el hecho de verse con un gol a favor propició una especie de cesión de dominio, mezcla de indolencia y bloqueo mental que condujo a un agobio del área de Cristian. Y la cuestión es…¿Sabemos jugar a esto?¿Quiere Nacho González jugar a eso o es algo a lo que se ve abocado? Si quiere,,,¿Por qué no entrena las estructuras defensivas e incluso impone sesiones de tecnificación a algunos jugadores como Verdasca, Benito o Ros? Si lo hace (porque no sabemos si lo hace) y no funciona, ¿Por qué los sigue alineando? ¿Por qué no hay otros?  Pues alguno sí que hay, y alguno más va a haber cuando se recuperen los lesionados.

El reglamento tiene diecisiete reglas, pero la ley del fútbol se resume en una sola aseveración: “En el fútbol todo está en función de los resultados”, y esos serán los que marquen el devenir del equipo. De momento, la jornada que viene, nuevo match-ball para el entrenador. Hay que seguir ganando en casa porque los puestos de descenso asoman como hocico del lobo en grieta de gallinero. De no ser así, este juego de la gallina ciega podría transformarse en ese otro en el que nadie ve nada y todos se esconden: el juego de las tinieblas.

Por Ron Peter.

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