Los despachos de la SAD

A lo largo de esta temporada que sólo cabe calificar de terrorífica tras el nuevo cúmulo de despropósitos cometido por el mandamal Agapito Iglesias y su bien pagada caterva de acólitos, el zaragocismo ha sufrido más que nunca ante la más que clara posibilidad de que ese venerable anciano de 78 años que es el Real Zaragoza diese con sus ya doloridos huesos en los abismos de la Segunda División, con la perspectiva de un destino posterior muy negro.

A mi entender, la temporada ya comenzó envenenada porque Agapito siguió con Marcelino el mismo patrón que en su día siguió con Víctor Fernández. En la que parece una permanente lucha intestina en la SAD entre el eterno Secretario Técnico y quien quiera que venga con la intención de poner en cuestión su poder, Agapito optó por ponerse de parte de su más que amigo Pedro Herrera frente a unos entrenadores con quienes tampoco tenía muy buen trato personal. Sin embargo, en ambos casos no se atrevió a echarlos en verano por ser una decisión difícil de justificar tras haber cumplido los objetivos marcados. Se limitó pues a dejar que la situación siguiera su negativo curso, aunque eso supusiera perjudicar la correcta planificación de la temporada. De este modo, ambos entrenadores tuvieron que navegar con el viento en contra desde el principio de su segunda temporada. Y no supieron hacerlo. Cuando llegaron los malos resultados deportivos, ya sabemos lo que pasó.

No sé si alguien podrá decirnos de verdad en qué se basa el gran ascendiente que tiene Herrera sobre Agapito, como antes lo tuvo sobre Soláns. Lo que es seguro es que siempre sale ganando de cualquier situación. La prensa ahora se ha encargado de revelar la nueva lucha que tuvo lugar entre el Secretario Técnico y el recién llegado Director General Poschner con motivo de los fichajes de invierno, con negocios y representantes de por medio. Poschner llegó al Real Zaragoza porque era un hombre de la máxima confianza de Agapito. Pero al parecer no lo suficiente como para sobrevivir a Herrera.

La verdad es que los fichajes de invierno no siguen con precisión el patrón “herreriano”: Contini y Eliseu procedentes del futbol italiano, Jarosik jugador del Este, Edmilson centrocampista al que se oponía Herrera… Todo parece indicar que, a pesar de las antipatías que suscita, Poschner ha sido el artífice de la revolución invernal que ha salvado al Real Zaragoza del descenso. La prensa también le considera el mayor defensor de mantener a Gay al frente del equipo, mientras Agapito y Herrera negociaban con Víctor Muñoz.

Yo he sido crítico con Gay. Aun ahora pienso que ponerle como entrenador fue una mala decisión, porque es como si a un empresario le va mal su empresa y la solución para arreglarla es… jugar a la lotería. Gay era una incógnita total. Sin embargo, por esta vez, el número ha tocado. Gay partía con lo que podemos calificar como un “vicio de origen”. Marcelino era muy querido por la afición, que le veía como el único clavo ardiendo al que agarrarse para confiar en la salvación, frente a una Directiva ineficaz y huidiza. Pero no es que la gente no aceptase al sustituto de Marcelino. Es que la gente no aceptó que los únicos méritos aparentes del sustituto de Marcelino fueran su sumisión a los auténticos responsables del desaguisado que dura ya tres años y su escasa exigencia económica. La imagen de “lacayo barato” no es la mejor tarjeta de presentación para un entrenador si quiere contar con el respeto de la afición de entrada. Y a eso hay que añadir su propio desempeño como «entrenador en prácticas», que no parecía justificar con sus decisiones la idoneidad de su nombramiento, con un equipo que no fue a mejor, sino a peor, durante las primeras semanas. Sólo los fichajes corrigieron el rumbo, demostrando que el verdadero problema del Real Zaragoza esta temporada había sido la planificación en los despachos.

Una vez conseguido el objetivo de la permanencia, hay que echar la vista atrás para analizar el trabajo de Gay de forma reflexiva y ponderada. Y si los detractores de Gay tienen muchos argumentos, hay que reconocer que también sus defensores los tienen. El hecho de adaptar sus planteamientos iniciales hasta encontrar algo que le funcionase, hay que considerarlo como algo positivo. El hecho de traerse a Nayim, que él mismo dice que ha sido fundamental por su labor de aglutinador entre el cuerpo técnico y los jugadores, es otra buena decisión. Y a pesar de que yo sigo pensando que Gay perdió muy buenas oportunidades de conseguir más puntos por exceso de celo defensivo, tras el desastre de Xerez me convenció cuando dijo algo así como que se demostraba que con este equipo, si te lanzas al ataque, puedes meter 2 goles pero te meten 3 y no puedes conseguir la permanencia. Por lo tanto su apuesta por el futbol ultradefensivo hay que entenderla desde esa óptica y asumir que quizá no tenía otra opción.

Porque este equipo, incluso con los fichajes, va muy justito. Si hemos hecho una segunda vuelta «europea» ha sido únicamente por hacer virtud de la enorme necesidad que teníamos. Igual que lo ha hecho el Xerez, por ejemplo, que desde la jornada 14 ha conseguido 26 puntos como nosotros y no creo que nadie pueda pensar que este mismo equipo podría aguantar otra temporada en Primera.

No sé qué pensarán hacer con el entrenador. La lógica parece dictar la continuidad de Gay, porque ha conseguido el objetivo, porque se amolda a los entresijos de los despachos y porque siguen sin tener ni un duro para traer a alguien con más experiencia. Pero cualquiera sabe. Ya hemos sido testigos de lo aficionado que es el Presidente de la SAD a los fuegos de artificio y los golpes de efecto. Tengo que decir que viendo a Agapito, Herrera and company organizar de antemano la celebración de la permanencia en Sevilla, mientras Gay y Nayim hablaban de no celebrarlo porque este club tiene que celebrar títulos… no puedo evitar pensar en que, en esta SAD, si quiero encontrar sensatez, tengo que mirar al banquillo, como ya hiciera con Marcelino en su día.

Agapito habló en Jerez de permanecer en el club para darle “normalidad”. Yo lo siento, pero lo que veo en el Real Zaragoza actual es «anormalidad» total. Y no confío en Agapito para cambiar eso. No creo que sea capaz de aprender de sus errores. Se irá Poschner, permanecerá Herrera, y los despachos de la SAD seguirán funcionando como siempre. El próximo domingo iré a La Romareda a decirle a Agapito que no, que estoy harto, que desearía verle fuera del club cuanto antes, a él y a sus acólitos, para poder volver a tener por fin una sensación de “normalidad”. Y respirar hondo.

Por Poyet11.

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