Burgos CF 0 – 1 Real Zaragoza | Crónica

Burgos CF 0 – 1 Real Zaragoza | Crónica

Con lanza en puño

Francho recorrió ayer los setenta metros que separan las dos áreas del terreno de juego de El Plantío con el ímpetu del joven león que busca su primera presa. Seguro que recordó la estéril carrera de hace dos jornadas en Girona, preludio del empate de Stuani que destrozó la esperanza del zaragocismo, pero seguro también que su corazón explotó cuando Álvaro firmó esa pequeña obra arte que le otorgó al Zaragoza la victoria que nos devuelve a la vida.

El equipo de Jim jugó ayer un partido oxidado, podrido de puro feo, pero necesario cuando no hay nada que llevarse a la boca. Es uno de esos partidos de pan negro, que no cabe en ninguna cartilla de racionamiento pero que te proporciona dos puñados de aliento y medio latido en medio de la agonía. Hay quien dice que se trata de que no pase nada para que algo suceda y aunque es difícil entender semejante absurdo todo se difumina en la niebla del olvido si vuelves a casa con tres puntos de platino.

Jim había dicho en rueda de prensa que la situación era crítica y quizás por ello recuperó su cuaderno de notas del invierno pasado, cuando llegó a orillas del Ebro, y se aprestó a resucitar un cadáver.  Repasó sus apuntes, rescató el discurso que utilizó para desfibrilar a los muchachos y volvió a sus orígenes. Ya saben: aquí no hemos venido a jugar al fútbol; aquí hemos venido a ganar. Cómo y de qué manera no le importa a nadie. Y así fue.

Sin Narváez ni Vada, el equipo lució hechuras de zanja, pico y pala. Ante un equipo que no propone mucho más que la lucha y el pelotazo, que presenta un triángulo de centrales con un stopper por delante y un amor infinito por los balones largos, al Zaragoza la noche se le hizo más noche. Fue imposible ver ni una sola jugada digna y no hubo manera de retratar tres pases correctos, tal era la inexactitud de las decisiones de los tomates. Fue una primera parte en la que, en efecto, no ocurrió nada. Tan solo pudimos disfrutar de una enorme colección de errores imperdonables que ayudó a que el espectador neutral, si había alguno, cambiase el dial en busca de mejores ofertas.

 Los primeros veinte minutos fueron un espejismo en el que se reflejó un aparente dominio zaragocista, si bien absolutamente inservible. Después, el Burgos se atrevió a echarle un pulso al equipo aragonés y tuvo muy fácil acorralarle. Y hasta asustarle. Ese momento se dio en el minuto 25, cuando Juanma enganchó un disparo seco que rebotó con enorme violencia en el poste de Cristian.  Pero aún hubo tiempo antes del descanso de vivir otra situación de terror cuando una falta lateral, de esas que tanto daño nos hacen, estuvo a punto de convertirse en gol por falta de entendimiento entre portero y defensas. No hacía falta mucho más para recopilar varios argumentos y echarse a temblar. De momento se mantenía el 0-0, pero la propuesta de Jim, con hasta cinco cambios sobre el partido anterior, se tambaleaba con gran facilidad. A favor, solo un chut torcido de Azón. Y fin de la cita.

Tras el descanso, no hubo cambios ni cambio. El partido era más del Burgos que del Zaragoza. Si acaso un tímido remate de Bermejo que rebotó en un defensa, pero quien buscaba más y mejor, nada difícil, el gol era el Burgos. Dos veces tuvo que actuar Cristian para interceptar sendos disparos castellanos. Y cada balón parado era como un botellón sin mascarilla. Allí podía pasar de todo, y nunca bueno. Para colmo, en el minuto 60 el entrenador Calero puso en danza a Alegría. Y ya se sabe: exjugador que nos enfrenta, venganza cumplida en forma de gol. Ese era el temor, que ya es grave la cosa, tener miedo de Álex Alegría. Jim, mientras tanto, atascado en su once inicial, el que hasta ese instante se había mostrado atorado y vacío.

Hubo que esperar hasta el minuto 71. Álvaro y Borja sustituyeron a Zapater, romo y espeso, y Azón, que recibió todos los golpes de la estepa, y ahí cambió un tanto el paisaje. Eguaras comenzó a parecerse a sí mismo al encontrar un campo más abierto por el que transitar y Borja le dio algo más de dinamismo al grupo, que recibió con agrado el aire fresco de los dos atacantes. Disponer del balón en mejores posiciones y constatar que el Burgos se iba desinflando fueron dos buenas noticias. Jim pareció darse cuenta de ello y entró Adrián, quizás el jugador que mejor interpreta este tipo de ecosistemas. Su gran facilidad para prolongar el juego y aclarar espacios y tiempos fueron las razones que facilitaron un rush final mucho más interesante.

La traducción de este nuevo horizonte la disfrutamos en el minuto 82. Francho recogió con avaricia un balón en la frontal del área propia y se avino a enmendar la fallida galopada de Montilivi. Condujo con fiereza y gallardía, le entregó el balón a Eguaras quien, sin pensar, como los buenos, se la cedió a Álvaro. Y se detuvo el tiempo. En otros tiempos ese balón habría caído en los pies de un gran jugador con el león en el pecho y nadie habría dudado de su final. Ayer, todos contuvimos el aliento. Y hasta cerramos ojos. Y esperamos que la Historia iluminase al alicantino. Y ocurrió. El delantero ejecutó una magistral maniobra y convirtió un gol enorme, como los grandes, como lo habría hecho cualquiera de sus gloriosos antecesores-

El júbilo nos abrazó, como Álvaro hizo con los cincuenta valientes que viajaron hasta Burgos para acompañar al equipo de su vida. No era para menos la celebración. Era un gol que podría convertirse en una victoria tan marchita en la forma como necesaria. Victoria al fin. Ahora solo quedaba guardar el fruto de la conquista con el alma para evitar lo que había sucedido en los dos partidos anteriores. No lograrlo podía significar que el equipo se desangrase en su infortunio. Jim así lo entendió y le pidió a Gámez que entrase para cerrar el cofre y mantener el brillo del triunfo. Y se logró. La de ayer, sin duda, es una de esas victorias que pueden convertirse en símbolo de una temporada. En luz en medio de las tinieblas.

Ficha técnica

Burgos CF:
Herrero; Navarro (Álvaro Rodríguez, 84), Córdoba, Zabaco (Saúl Berjón, 84), Rubio, Fran García (Matos, 75); Elguezábal (Andy, 75), Miki Muñoz; Pablo Valcarce, Juanma y Medina (Alegría, 62).

Real Zaragoza:
Cristian Álvarez; Francés, Lluís López, Jair, Chavarría; Eguaras, Zapater (Sainz, 71), Francho; Bermejo (Gámez, 85), Nano (Adrián González, 78); y Azón (Álvaro Giménez, 71).

Goles:
0-1, min. 82: Álvaro.

Árbitro:
Trujillo Suárez (Canario). Amonestó a Zabaco (5), Lluís López (66), Álvaro Giménez (82), Gámez (91) y Miki Muñoz (93).

Incidencias:
Partido de la Jornada 14 de LaLiga SmartBank 2021-22 disputado en el Plantío ante 9.500 espectadores.

Puntuaciones

Cristian: 4. Volvió a ser determinante.
Francés: 3. No es su sitio y blandeó.
Jair: 3. Bien por alto aunque perdió orientación en ocasiones.
Lluís: 2. Mantiene una línea de perfil bajo.
Chavarría: 1. Muy frágil en defensa y torpe en el manejo de balón.
Eguaras: 3. Cuando se vio libre, brilló. Asistió en el gol.
Zapater: 2. Más activo en la contención que en el despliegue.
Bermejo: 1. No encuentra el norte. Da la sensación de no saber a qué jugar.
Francho: 3. Modesta primera parte, creció mucho después. El gol, casi suyo.
Azón: 2. Luchó como siempre pero no precisa su juego.
Nano Mesa: 2. Muy comprometido, no halló aliados.
Álvaro: 4. Un delantero que mete un gol y de esa belleza…
Borja: 3. Dinamizó el partido.
Adrián: 3. Estuvo poco pero dio mucho.

por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello

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