Real Zaragoza 2 – 0 R Sporting Gijón | Crónica

Real Zaragoza 2 – 0 R Sporting Gijón | Crónica

Estáis contentos todos

No me equivoco si escribo que desde aquel 3-1 al Depor en febrero de 2020 La Basílica no sonreía tan cálida y orgullosa. Hasta el Padre Cierzo se sumó a la fiesta para completar una tarde que ni soñábamos hace siete días. Aquel gol de Brugué hizo tanto daño que hasta yo mismo titulé la crónica “Este equipo da miedo”, aludiendo a la “nuei d’almetas” (vulgo Halloween) que se cernía sobre nosotros. Hoy, lo ha dicho Jim: “Domingo, jueves, domingo. ¿Eh? Minuto 97: empate. Buaaah, nos queremos aquí morir todo el mundo. ¡Pa que veas! Y luego tienes la suerte de que ganas en Burgos, tienes la suerte de que ganas aquí otra vez…”. Nuevo horizonte tras las últimas borrascas.

El equipo del Ebro jugó ayer un partido alegre, en el que la audacia fue la madre de todas las acciones y cuyo desarrollo habríamos firmado todos con el bolígrafo más viejo que hubiésemos encontrado por casa. Parecía que los jugadores hubieran aceptado el mensaje de su entrenador y asumido que en este ecosistema que los nuevos tiempos nos obligan a denominar Liga Smartbank se trata de ganar todas y cada de las batallas que el contrario nos propone, dejando a un lado conceptos que, lamentable o afortunadamente, ya forman parte de un pasado que ya no tenemos que añorar. Por nuestro bien.

Jim de nuevo agitó la alineación. Introdujo seis cambios en el equipo, en un juego que ya se ha convertido en el santo y seña de este grupo de esforzados y no siempre acertados jugadores. Gámez, Nieto, Petrovic, Igbekeme, Borja y Álvaro entraron de inicio, algo que no hicieron el jueves, y aportaron la energía necesaria para que el partido fuese un bocadillo de albóndigas secas en el gaznate del Sporting. El equipo asturiano se encontró con un Zaragoza que aceptó su propuesta de partido valiente, en el que valían, sobre todo, las acciones osadas y el respeto al público, que de vez en cuando también gusta de ver buen fútbol. Así, en quince minutos vimos a Sáinz ejecutando un pase atrás, a Milovanov cruzar el balón excesivamente, a Igbekeme tratar de enganchar una rosca a la escuadra, a Rodríguez dibujar un arco raso que salió rozando el poste de Cristian y a James, de nuevo, poniendo a prueba a Mariño con un buen disparo a media altura. Aquello era fútbol.

Faltaba el gol, es verdad, pero había entusiasmo. A esa fiesta se quiso sumar Álvaro, muy motivado tras su valioso golazo en Burgos, que buscó la red gijonesa dos veces en tan solo un minuto. La primera con buena parada de Mariño; en la segunda le faltó algo de agilidad. Todo eso estaba ocurriendo, sí, pero no podía ser fruto de la casualidad o porque sí. Tenía que haber una explicación.  Y tras reposar el choque descubrimos que había una excelente disposición táctica por parte de Francho e Igbekeme, pero además contábamos con su acierto. De nuevo la aptitud. Y destapamos la calidad de las decisiones de Nano y Borja, muy convencidos de sus posibilidades, lo que les llevó a decidir, por fin, que a esto se juega con la audacia que hasta ahora no habían mostrado. Y destacamos, además, que no todo es pizarra, sino que también hay valores que en este fútbol tan de escuela, tan de corsé, tan de futbolín cabe lo que se ha dado en llamar el fútbol de potreros. O lo que el gran Panzeri defendió siempre: las dinámicas de lo impensado. Y ahí caben ese tipo de jugadores, los que se creen que “el fútbol es el jugador”.

Y ahí llegó el 1-0. Para que tú puedas acertar el contrario tiene que errar. Y si le obligas a fallar es más fácil lograr el objetivo. Como hizo Borja Sáinz: le robó el balón a Berrocal, encaró a Gragera, le ganó por velocidad y potencia y rompió el cuero con un chut que Mariño se comió. Gol. Fútbol. Gol.  Y a gobernar. Estás en casa, tu gente te adora en las malas y ya no te digo en las buenas. Con todo eso, lo suyo es masticar bien el bocado y evitar que el opuesto te coma la tostada. Orden y equipo. Y buenos jugadores. Como Francés, que ayer nos volvió a enviar un mensaje en el que no cabe mejor presente con él junto a nosotros ni futuro más brillante para el zagal. Jugó un partido imperial y junto a Jair y Petrovic construyó una muralla invisible pero tangible que sostuvo al equipo en los momentos delicados.

La segunda parte comenzó con muy poca espuma. Las olas que habían agitado las orillas de los dos equipos ahora llegaban desordenadas y con poca fuerza. Se vivieron quince minutos insulsos porque el Sporting no encontró la energía necesaria para apretar al Zaragoza y este, a su vez, se acomodó en una situación favorable que le permitía pensar con calma y sujetar a los asturianos. En ese capítulo de sospechosa calma volvió a surgir la enorme figura de Francés, ahora ubicado en otra dimensión, la de los grandes líberos, los excelsos “hombres libres” que en la historia han sido. Se quedó el balón en el lateral, trazó una sencilla aunque compleja diagonal y le regaló un balón de oro a Nano Mesa. El canario controló con gran tacto y encaró a Mariño, al que batió tras quiebro. Sin embargo, hubo que esperar a que el Var le concediese el gol, igual que ocurrió hace siete días, pues el linier había dado por ilegal la acción. Afortunadamente bastaron dos minutos para que la Romareda pudiese estallar de alegría: el gol era válido.

Fue el momento en que Jim tiró de repertorio de entrenador veterano. Quitó a Petrovic y Nano, ya amonestados, y puso en el campo a Eguaras y Bermejo. El navarro volvería a ejercer de Eguaras, lo cual es una excelente noticia, y Bermejo se lo tomó muy en serio y como si hubiera aprendido la lección lo peleó todo con una rasmia y una intensidad que ahora mismo es sustancial. Y muy necesaria, pues el Sporting se echó al monte y al Real Zaragoza le comenzaron a flaquear las fuerzas. Algunos jugadores notaron cómo las piernas devinieron en juncos azotados y Jim optó por recurrir a cuatro pulmones poderosos: Zapater y Azón.

Fue suficiente. La potencia de fuego del Sporting no pudo con la fortaleza defensiva de los blanquillos, que se parapetaron muy bien y aún pretendieron cobrar un tercer gol con alguna que otra salida al campo enemigo. Con todo, lo nuclear era la victoria y de eso se trataba: de lograr los primeros tres puntos en casa, con su gente cantando a pleno pulmón el himno y con la noche aragonesa cómplice de un triunfo que conforta. De un triunfo que nos permite abrir la ventana para que nos limpie el alma el aire.

Ficha técnica

Real Zaragoza:
Cristian Álvarez; Gámez, Francés, Jair, Nieto; Petrovic (Eguaras, 65), Francho, Igbekeme (Zapater, 84); Sainz (Lluís López, 88), Nano (Bermejo, 65); y Álvaro Giménez (Azón, 84).

R Sporting Gijón:
Mariño; Bogdan Milovanov, Babin, Berrocal, Pablo García (Kravets, 78); Gragera (Berto, 63), Pedro Díaz; Gaspar (Nacho Méndez, 63), Villalba, Rodríguez (Campuzano, 78); y Djurdjevic.

Goles:
1-0, min. 30: Sáinz. 2-0, min. 61: Nano.

Árbitro:
Javier Iglesias Villanueva (Comité Gallego). Amonestó a Gaspar (25), Petrovic (45), Nano (59), Djurdjevic (67), Pedro Díaz (76), Jair (80) y Gámez (88).

Incidencias:
Partido de la Jornada 15 de LaLiga SmartBank 2021-22 disputado en La Romareda, con 18.000 espectadores.

Puntuaciones

Cristian: 4. Estuvo en su papel de capitán. Además, infranqueable.
Gámez: 4. Corrió, luchó y acudió a todos los frentes.
Francés: 5. Grandioso. Un partido extraordinario.
Jair: 4. Férreo y gobernante.
Nieto: 4. Rápido, atento y acertado.
Petrovic: 3. Sobrio y correcto en todas sus acciones.
Igbekeme: 4. Su mejor partido en muchísimo tiempo.
Francho: 4. Extenso y presente en todos los lances necesarios.
Nano Mesa: 4. Audaz, pícaro y goleador.
Borja: 4. Vertical, insolente y goleador.
Álvaro: 4. Cada día cree más en él.
Eguaras: 4. Sumó su experiencia y sabiduría.
Bermejo: 3. Por fin se atrevió a ser atrevido.
Zapater: S. C.
Azón: S. C.
Lluis: S. C.

por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello

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