Real Zaragoza 0 – 0 Burgos CF | Crónica

Real Zaragoza 0 – 0 Burgos CF | Crónica

El gol es una errata

Comencemos con una frase sencilla pero cargada de significado: el cierzo que  se paseó ayer con insolencia por Zaragoza nos dejó helados, pero no tanto como el juego del Real Zaragoza. Pocas, muy pocas veces hemos sentido el frío de la hoja de la navaja del fracaso como la tarde del domingo, 26 de febrero. El partido que jugó el equipo aragonés ante el hierático Burgos fue la expresión de la antesala del pánico y no solo por lo que vimos en el césped de La Basílica, sino por la melodía que envolvió las palabras de Escribá una vez finalizado el choque. Huele a carne quemada.

La vieja cantinela de la falta de gol, el gastado discurso de la falta de solvencia hartan. No hay soluciones para un equipo que suma quince jornadas, ¡quince!, con el casillero propio en blanco. Y eso no solo ante equipazos de tronío y poderío inalcanzable, sino también ante barquichuelas agujereadas a las que convertimos en el acorazado Potemkin. Una penica.

Escribá salió con el esquema que le enamora: el 4-4-2. No hay otra idea, es verdad, pero del mismo modo es cierto que no cuenta con los jugadores adecuados para jugar así. Le faltan rematadores que hagan buenos los centros de Bebé, un jugador que cumple con los requisitos del colocador, un perfil que hacía mucho tiempo que no veíamos a la orilla del Ebro. Pero ni uno solo de sus balones encontró el aguijón adecuado para romperle la red al portero contrario.

También nos regaló un mensaje de gran calado: ni Larra, ni Gámez. El primero, un chico que en tres años no ha justificado el salario que cobra; el segundo, un lateral que ha perdido personalidad conforme pasan las semanas. En su lugar, Marcos Luna, un joven portento físico que recuerda en cierto modo al mejor Vigaray y que ayer cumplió sobradamente.

Después,  la mayor verdad del fútbol: ni Grau, ni Alarcón, ni Manu Molina. Al final, el que mejores prestaciones ofrece en el centro del campo es el eterno capitán, ese zagal de Ejea que atiende por Zapater y que responde como un juvenil a lo que le pide su míster. Y por último, este equipo puede permitirse el lujo de dejar en el banquillo a su jugador mejor pagado porque ”en la Romareda hay runrún”. ¡Dios Santo! Esos son los argumentos que justifican nuestro relato.

Con todo ello, el partido fue un páramo futbolístico. Insoportable, sin diálogo ni relato, los dos equipos nos regalaron un espectáculo que no se merece ni una sola línea más. Pero aquí estamos, semana tras semana, llenando el viejo estadio motivo de vergonzantes debates para degustar un choque en el que ni unos ni otros supieron estar a la altura de las circunstancias.

Escribá no sabe cómo romper el maleficio. Rotos Mollejo y Azón, solo Bebé destaca en medio de la penumbra, pero se ha llegado a un momento de excesiva responsabilidad depositada en el portugués. Él lo intenta, pero cada vez que el balón le llega dos, tres y hasta cuatro contrarios le hacen sombra y eso lo dificulta todo. Y aun así, supo generar varias ocasiones de gol y se hartó de poner balones en el área. Eso sí: para nada.

Porque enfrente había un equipo feo, tosco y cementado que a golpe de músculo y orden se ha colocado en el alero de los privilegiados. Pero ya. Es un grupo que no juega al fútbol, sino que impide que se juegue al fútbol. Y ahoga al contrario a base de navegar contra el tiempo y retrasar las manecillas del reloj. Por ende, es experto en oscurecer la tarde a base de bloquear la respiración del contrario, de tal modo que el Zaragoza acabó buscando aire en los laterales, sobre todo el derecho, donde Luna nos recordó que se puede encarar, correr la banda y centrar balones correctos. Lo que viene siendo un 2 de toda la vida.

¿Y aquel Zaragoza rápido, vertical y afilado que Escribá construyó a lo largo de varias semanas? Ya no existe. Le faltan futbolistas que puedan jugar así y, por tanto, ya no hay razón para soñar con nada. Solo nos queda el disparo lejano y bestial de Bebé, que ayer demandó la grada con cierto aroma sarcástico que no procede, pues flaco favor le hace la afición al voluntarioso extremo. Y porque ahora mismo es lo único que le queda al equipo, como quedó demostrado con un chut rocoso que le detuvo Caro o con un pase bien intencionado a Giuliano que el joven delantero no acertó a rematar.

La mejor fase nació con Francho, Bermejo y Luna juntos. Su capacidad para combinar fue lo mejor de la tarde, con ocasiones para Puche, que no remató por poco, y Simeone, que lo hizo con dureza para que Caro detuviese de nuevo. Esa inercia trató de aprovecharla el Zaragoza tras el descanso, con Bebé más protagonista aún. Todos los balones pasaban por él y se convirtió en la única esperanza blanquilla. Sus requiebros, sus chuts y sobre todo sus centros, abundantes, llevaban peligro al arco burgalés, pero sin acierto en la finalización. Sin acierto en lo de siempre.

El último tramo del partido fue un erial. Algunos cambios en ambos equipos entre los que destacó la entrada de Pau Sans, un brindis al sol con poco recorrido. Un equipo sin idea futbolística y sin recursos humanos adecuados es prisionero de un balón parado, un golpe de fortuna o una ayuda de los dioses, y ninguna de esas circunstancias se dio. Y los latigazos estériles no encontraron cuerpo contra el que chocar. Ni Simeone, reñido consigo mismo, ni los caracoleos de Bebé lograron levantar el ánimo de una Romareda que parece estar viviendo un martirio inmerecido que se plasmó ayer en un 0-0 que no dio ni para la protesta.

De aquí al final de temporada, nuestra vida va a estar gobernada por los aciertos propios, pero también, y eso es lo grave, por los errores ajenos. El peor de los escenarios.

Ficha técnica

Real Zaragoza:
Cristian Álvarez; Luna (Fran Gámez, m.73), Lluís López, Jair, Nieto; Bermejo (Vada, m.65), Francho, Zapater (Jaume Grau, m.87), Bebé; Puche (Pau Sans, m.65) y Giuliano Simeone.

Burgos CF:
Caro; Areso, Córdoba, Goldar, Matos (Fran García, m.72); Raúl Navarro, Atienza, Mumo (Zabaco, m.86); Curro (Juan Hernández, m.86), Bermejo (Valcarce, m.72) y Gaspar (Mourad, m.64).

Goles:

Árbitro:
Trujillo Suárez (Comité de Tenerife). Trujillo Suárez (Comité de Tenerife). Mostró tarjeta amarilla a Simeone (27), Atienza (58), Gámez (82), Vada (90).

Incidencias:
Partido de la Jornada 29 de LaLiga SmartBank 2022-23 disputado en La Romareda, con 17.000 espectadores.

Puntuaciones

Cristian: 3. Detuvo un par de balones que el viento envenenó.
Luna: 3. Partido muy interesante, con ideas ofensivas y firmeza en defensa.
López: 2. Titubeante y poco práctico.
Jair: 2. Discreto en la salida y suficiente en el corte.
Nieto: 2. Mucho trabajo resuelto con corrección.
Francho: 3. Muy trabajador y participativo.
Zapater: 3. Presente y resolutivo.
Bermejo: 2. Incierto y dubitativo.
Bebé: 4. Trabajó con ambición y peligro.
Puche: 2. Presionó y batalló sin mucho acierto.
Giuliano: 2. Se enredó en sí mismo y se atascó.
Vada: 1. No aporta la claridad que necesita el equipo.
Pau Sans: 2. Intentó algunas acciones sin precisión.
Fran Gámez: 1. Aportó poco en ataque cuando el equipo lo necesitaba.
Grau: S. C.

por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello

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