Real Zaragoza 2 – 2 Levante UD | Crónica

Real Zaragoza 2 – 2 Levante UD | Crónica

El cierzo tenía razón

En fútbol, el anochecer es brusco. No hay transición entre el día y la noche. El sol cae de bruces sobre el lecho oscuro que propicia la llegada de las tinieblas y no hay tiempo para acomodarse a la oscuridad. Algo así le ocurrió ayer al Real Zaragoza, cuya afición sonreía feliz cuando sus jugadores se refugiaron en el vestuario para reponer fuerzas pero al mismo tiempo su ilusión convivía con el temor. Con razón.

Velázquez confesó que estaba “muy enfadado” porque cuesta mucho todo como para perderlo por acciones absurdas. Y es que eso es el Zaragoza: un equipo absurdo. Dicho de otro modo: es un equipo disparatado. Si dispusiera de las herramientas adecuadas, hoy mismo lucirían en su casillero, al menos, seis puntos más, con lo que significaría que su posición en la tabla rozaría el ascenso directo. Sin embargo, sus errores, su torpeza, su deshilachada aptitud para gestionar el enorme esfuerzo que supone adelantarse en el marcador le lleva a descarrilar siempre que la luz nos invita a soñar.

Se jugó un partido de “no poder” a “no saber” durante casi toda la primera parte. Un partido en el que ambos colectivos se sabían con argumentos para no perder aunque no para ganar. El entrenador zaragocista mantuvo su once fetiche, el que aún no ha perdido, con el único cambio de Grau por Aguado mientras el Levante llegó a la orilla del Ebro empequeñecido por varios problemas en defensa. El juego se vio zarandeado por las ráfagas del cierzo, que no quiso faltar a la fiesta, y durante 40 minutos se jugó un fútbol agitado, con mejor intención por parte de los valencianos pero igual de ineficaces que los aragoneses. Varias aproximaciones a la portería de Rebollo acabaron en nada porque los delanteros granotas no estaban para fiestas.

Por su parte, el Zaragoza mantenía el tipo a base de voluntad competitiva y desgaste en el centro del campo, al tiempo que buscaba las bandas con agudas galopadas de Gámez y Valera. Así y todo, a Andrés no le llegó ni un solo problema hasta el minuto 41. Ahí sí: en apenas cuatro minutos el equipo blanquillo bordó dos acciones de esas que recuerdan el fútbol de antes, el que se jugaba de memoria, el que consiste en abrir el campo, centrar al área y allí, un jugador que sabe rematar de cabeza, caza el balón aéreo y lo encaja en la red contraria. Y eso hicieron Mollejo, primero, y Maikel Mesa después.

Fueron dos goles preciosos, de los que enganchan, de los que “hacen afición”, que se decía antes. Primero un centro combado de Francho que atrapó Mollejo al vuelo y en semiplancha conectó un cabezazo magistral, digno de un delantero centro de primera. Estruendosa celebración. Y poco después Gámez repitió la acción, facilitando con otro centro lateral, un poco más adelantado, un balón de oro a Maikel Mesa, que se elevó cual Ocampos redivivo para batir por segunda vez al atónito portero levantinista. Al descanso, un esplendoroso 2-0 brillaba en el destartalado marcador del decrépito estadio zaragozano.

La segunda parte tuvo un inicio previsible. El Levante adelante con todo y el Zaragoza, esta vez, sí, consciente de lo que había que hacer, sujetando los ritmos y evitando cometer errores que, sabido es, paga muy caros. Los primeros quince minutos eran vitales y los de Velázquez lo estaban haciendo bien. La grada, tensa, aplaudía cualquier acción que significase romper el plan del Levante y todo parecía discurrir con cierta razón. El esquema del entrenador salmantino daba buenos resultados y se adaptaba a cada situación con eficacia y buen hacer. Pero…

En el minuto 62 se produjo la jugada determinante de la tarde. EL Zaragoza botó un córner y el balón salió rechazado por la defensa. Ahí estaba Fabricio, que lo recogió, salvó a Francho y emprendió una enloquecida carrera perseguido desesperadamente por Valera, pero el levantinista fue más rápido y se plantó ante Rebollo, al que batió con suma facilidad. Fue un bofetón del que no se recuperó ni el equipo, ni el técnico ni la hinchada. Velázquez tomó decisiones. Puso a Bermejo, que sustituyó a Valera, lesionado tras el carrerón en pos de Fabricio, y modificó el esquema, pero a los pocos minutos Brugué remató fácil un córner y batió a un estático Rebollo. Se había acabado la fiesta. En pocos minutos se hizo de noche cuando ya era de noche.

El Zaragoza, es cierto, no se hundió. Entraron en el campo Enrich y Aguado y comenzó un asedio continuo a la meta de Andrés. Sin finura futbolística, sin ideas claras, pero al menos con el corazón en la mano. Los balones merodeaban el área del Levante, que se arremangó y se dispuso al fútbol “campo de minas”: pérdida de tiempo, faltas y lentitud deliberada en las acciones. Un clásico, osea. Y los blanquillos, a intentar lo imposible. Bermejo la tuvo, cuando se plantó solo ante Andrés, pero su impericia fue manifiesta y su remate se estrelló en el cuerpo del portero.

Entraron también Manu Vallejo y López, que sustituyó a un silbado Jair, pero tanto cambio en el dibujo y tanta precipitación no fueron los mejores aliados de un equipo que mientras corrían los minutos se desesperaba por los dos puntos que ya iban camino del Ebro recorriendo las cloacas de la Basílica. La última ocasión fue una falta al borde del área en el minuto 98, pero Vallejo la ejecutó mal y ahí terminó todo. La tibia despedida de la afición, los gestos de brazos caídos de los jugadores y el adusto sonido del cierzo recorriendo las gradas de la vieja Romareda fueron los últimos signos de una temporada que amenaza con devorar la esperanza una vez más. El retorno tiene que ser de ascenso directo, digno de la segunda vuelta de Natxo González si queremos llegar vivos a la orilla del mes de junio. Lo demás solo admitiría la palabra “fracaso” como compañera.

En tanto todo llega, este cronista le desea al zaragocismo una Feliz Navidad y un 2024 que tiña de esperanza azul y blanca el horizonte de la Humanidad.

Ficha técnica

Real Zaragoza:
Rebollo; Gámez, Mouriño, Jair (Lluís López, 83), Francés, Valera (Bermejo, 64); Grau (Aguado, 73), Moya, Francho (Manu Vallejo, 83); Maikel Mesa (Sergi Enrich, 73) y Mollejo.

Levante UD:
Andrés Fernández; Capa, Algobia, Álex Muñoz, Valle; Oriol Rey, Pablo Martínez; Carlos Álvarez (Óscar Clemente, 63), Lozano (Bouldini, 58); Dani Gómez (Cantero, 58) y Fabricio (Brugué, 63).

Árbitro:
Moreno Aragón (Comité Madrileño). Amonestó a Carlos Álvarez (39) y Mouriño (66).

Goles:
1-0, min. 41: Mollejo. 2-0, min. 45: Maikel Mesa. 2-1, min. 62: Fabricio. 2-2, min. 69: Brugué.

Incidencias:
Partido de la Jornada 21 de LaLiga Hypermotion 2023-24 disputado en la Romareda, con 22.500 espectadores.

Puntuaciones

Rebollo: 1. La sombra de la portería del Zaragoza lo oscurece.
Gámez: 3. Muy bien en ataque y protegido en defensa. Si centrase todo bien, inmejorable.
Mouriño: 2. Férreo en defensa, es demasiado irregular.
Jair: 1. Está viviendo una etapa errática. Inseguro y timorato.
Francés: 3. Correcto en general, se contagió del nerviosismo de los suyos.
Valera: 2. Rápido y vertical, no ajustó sus acciones.
Grau: 2. Bien en el corte, no aportó en la salida del balón.
Francho: 4. Enorme desgaste y rocoso en la pugna. En el primer gol, medio es suyo.
Toni Moya: 2. Discreto en muchas fases, tiene que dar un paso adelante.
Maikel Mesa: 3. Metió un gran gol, lo que le sube la nota.
Mollejo: 4. Se vacía y lo da todo. Incluso un gran gol.
Bermejo: 1. Cuestionado y, por tanto, inestable. Se queda a medias.
Enrich: 1. No contribuye al juego del equipo. Invisible.
Aguado: 1. Falto de ritmo y de sitio en el campo.
Manu Vallejo: S. C.
López: S. C.

por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello

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