La importancia de no perder | La Lupa

Athlétic Bilbao 0 – 0 Real Zaragoza

Don Alfonso I el Batallador, Rey y Emperador de Castilla, Toledo, Aragón, Pamplona, Sobrarbe y Ribagorza, fue, a pesar de haber sido ninguneado por la ultraconservadora historiografía castellanizante de la época franquista y por la fantasía heroica de los fabuladores periféricos, una de las figuras claves de la Reconquista. Su mérito, no perder batalla alguna en toda su vida. Así lo reflejó Ibn-Al-Athir, cronista musulmán, en sus crónicas de Al-Andalus redactadas en los albores del siglo XIII: “Y quiso Dios que aquel bastardo aragonés no perdiera batalla alguna desde aquel día hasta el día de su muerte”

Y es que no perder es muchas veces muy importante. Claro que no es una victoria y claro que un punto no es lo mismo que tres. Basándose en empates (y si no que se lo digan a nuestro ex entrenador, Víctor Muñoz) es prácticamente imposible situarse en el tren de cabeza de la liga. Pero hay que ser consecuente con ciertas situaciones y analizar las circunstancias que rodean a cada partido.

Tras el espeluznante espectáculo de antifutbol y mediocridad cicatera con el que nos obsequió el Valencia en la Romareda tan sólo hace unos días, sumar en la Catedral se convertía en una necesidad perentoria para no descolgarnos de las posiciones que están, por fin, invitando a soñar a la maltratada afición blanquilla. Además profundizando en el análisis, sumar un punto no significa sólo eso, sino que significa que el rival también suma “sólo” eso. Quizá no era tan importante con el Athletic, pero que bonito hubiera sido hacerlo contra el Valencia y contra el Osasuna, que al llevarse los tres puntos de nuestro campo aparecen ahora cómo una amenaza, inminente en el caso che y acercándose en el caso navarro.

El partido en Bilbao siempre se prevé cómo un encuentro físico y duro, de mucha lucha y no demasiado fútbol. Y esta vez las previsiones acertaron de pleno. El partido fue muy tenso y peleado desde el primer minuto. Indudablemente la calidad técnica la ponían los maños y los vascos sólo acertaban a contrarrestarla con sacrificio y pelea. Desgraciadamente nuestro gran aliado hasta hace sólo unos días, el gol, ha dejado de querernos. Las clarísimas oportunidades de Aimar nada más empezar el partido y Ewerthon, al final del primer tiempo y mediada la segunda mitad, no tuvieron la ansiada recompensa. La consecuencia era que sin gol, lo peor era posible, y encajar un gol hubiera sido demoledor para el resultado y para la moral maña.

Y es que el Athletic no se presentaba cómo esos equipos luchadores pero inofensivos que ya hemos visto esta temporada. Los vascos tenían peligro, aunque fuera sólo por la sensación de que ellos sí que nos podían meter gol. Sólo una clara oportunidad tuvieron, pero hubiera sido muy duro volver a encajar en las postrimerías de la primera parte y en la primera ocasión clara que tenían.

El segundo tiempo fue trabado, quizá aburrido por el espectáculo visto, aunque tremendamente emocionante por la incertidumbre en el resultado. Y sobre todo fue duro, muy duro. Multitud de faltas en un arbitraje bastante beneficioso para los intereses blanquillos, que no permitió contacto ni dureza desde el principio, lo que por momentos desquició al rival que no podía jugar más de dos minutos de continuo. El Athletic corrió y achuchó hasta la extenuación arropado por un sensacional público que se convirtió sin lugar a dudas en el jugador más importante de los vascos.

Hay que hacer, no obstante, una lectura positiva del encuentro y ya no tan sólo por el hecho de haber puntuado, sino por la enorme solidez defensiva que demostró el Real Zaragoza con una soberbia actuación de Carlos Diogo y Gaby Milito. Buena actuación de Piqué que aguantó las tarascadas de todo un veterano cómo Urzáiz sin arrugarse ni una sola vez, aunque en un par de ocasiones se mostró algo indeciso, provocando los nervios en los espectadores aragoneses, pero que cuajó un buen encuentro en líneas generales y no hizo añorar a Sergio. Sólo nos faltó la contundencia goleadora de otras ocasiones. Lástima de oportunidades falladas por Aimar y Ewerthon.

No podemos sacar otra conclusión que no sea la de que la lucha continúa. No va a ser fácil y hay muchos novios para tan pocas plazas que dan acceso a Europa, pero de momento estamos ahí y eso es lo que se deseaba. Queda mucha temporada y el camino será largo y complicado. Pero todo lo que sea sumar aparece como algo interesante de cara al objetivo final. El Zaragoza por historia, por proyecto y por juego debe volver a Europa y esta vez para quedarse. Ojalá fuera la Champions. Pero no perdamos la perspectiva ni nos volvamos locos. Hay 6 plazas que dan acceso a las competiciones del viejo continente y debemos estar en condiciones, cuando se acerqué el tramo final de la liga, de luchar por ellas. Por todas ellas.

Por Gualterio Malatesta

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