Agonía | La Lupa

Real Zaragoza 2 – 2 Valencia

El debut cinematográfico de Quentin Tarantino en 1.992 nos dejó Reservoir Dogs, una sensacional película de gánsters cuajada de violencia y de frases ingeniosas al más puro estilo Tarantino que fascina a la legión seguidores del Director norteamericano. El “Señor Naranja” recibe un disparo en el atraco en que se basa la historia y agoniza durante toda la película, pero sólo la imaginación del espectador puede decidir el final…

¿Murió el Señor Naranja o no? ¿Morirá el Real Zaragoza o no? La cosa pinta mal y ya no valen paños calientes o excusas de mal pagador. Este equipo está agonizando, está destrozado anímicamente y no es capaz de ganarle a nadie, de mantener ninguna ventaja. Tiene pánico a ganar y completa una nefasta racha de 3 puntos de los últimos 21 posibles lo que nos convierte, con seguridad, en uno de los peores equipos de la liga, sino en el peor. La actitud contemplativa de los últimos meses y el “aquí no pasa nada” que impera en nuestra directiva y en nuestro equipo técnico ya no se lo cree nadie, porque las cosas quizá puedan hacerse peor, pero tiene que ser muy, muy difícil.

Sin embargo, ante el Valencia, la cosa parecía distinta. El equipo mostraba hechuras de mayor solidez y de cierta consistencia. Cuándo Diego Milito marcó el penalti muchos empezamos a contar los minutos que pasarían hasta que el rival nos hiciera el habitual roto dadivoso con el que siempre obsequiamos a nuestros visitantes. Pero no sólo no fue así, sino que además de no regalar el campo a nuestro rival, fuimos capaces de imponer nuestro juego y de dar una agradable sensación de que esta vez la historia iba a ser distinta. Incluso en fechas tan señaladas para los regalos y el agradecimiento, Mora, el guardameta rival tras la defenestración de Cañizares, decidió hacerse un hueco en el corazoncito de la afición blanquilla ayudando a la debacle de los valencianos en la consecución del gol de Sergio García.

Con la injusta anulación del gol de Oliveira, que hubiera culminado un sensacional resultado, quizá excesivo por el juego desplegado, pero no siempre la suerte ha de sernos esquiva, se llegó al descanso con los aficionados soñando con que, esta vez, la historia no iba a repetirse e íbamos a ser capaces de lograr el balsámico triunfo que este equipo necesita cómo el aire que respira.

Pero cómo en una pesadilla que, no por conocida, es más fácil de digerir el sueño se quebró y el mundo real nos salió al encuentro destrozando las fundadas ilusiones de la afición blanquilla. ¿Qué demonios había sucedido? ¿Cómo era posible que una vez más nos diluyéramos de esa forma y el rival que unos minutos antes parecía sentenciado nos arrasara con tanta facilidad?

En momentos tan malos, en los que debes apelar al juego de casta, al esfuerzo y al equipo por encima de las individualidades, a la concentración y los apoyos, sobran los “jugadores de adorno”, sobran los “toqueteadores” anárquicos y defensivamente inoperantes. Así de simple. Ayer Víctor Fernández acertó dejando fuera del equipo a D’alessandro o a Óscar, acertó sacando un centro del campo de verdad con dos pivotes escoltando al creador. Acertó juntando las líneas para arropar a la defensa e impedir que el rival te juegue con comodidad y la mejoría fue muy evidente. Hasta Diogo por momentos nos recordó al lateral que nos deslumbró la pasada temporada gracias al apoyo de Zapater que, cómo siempre, flojeó cuando le tocó mirar a la portería rival, pero demostró que su aportación es fundamental para el centro del campo blanquillo y para nuestra capacidad defensiva.

Pero el cambio de Luccin dinamitó la solidez del Real Zaragoza. La entrada de Óscar y la salida de la banda del ejeano dio alas a un hasta entonces inoperante Valencia, que se hizo amo y señor del centro del campo y empezó a asediar nuestra debilitada y ya desprotegida defensa. Desconozco la razón de este cambio. Me gustaría creer que fueron problemas físicos los que lo convirtieron en un cambio obligado, aunque eso nos vuelva a conducir a la preocupante conclusión de que esta plantilla no tiene recursos suficientes para confeccionar un centro del campo capaz de manejar un partido y de maniatar al rival. Pero prefiero esta preocupante conclusión, que la otra opción: que el cambio fuera una soberana tontería de un entrenador que persiste en su erróneo concepto del fútbol de toque en el que los jugadores de supuesta calidad vencen cualquier dificultad gracias a su clase sin necesidad de esfuerzo físico. No había una justificación táctica para ese cambio, no era necesario hacerlo cuándo el partido estaba de cara y teníamos el resultado controlado. Si el cambio fue por decisión técnica fue un grave error, casi un suicido, uno más de un entrenador que está absolutamente colapsado y no sabe cómo solucionar el evidente desastre futbolístico en el que se ha convertido el Real Zaragoza y que se encamina lentamente al cadalso que le espera, salvo milagro, no tardando mucho con el Bernabeú cómo amenazante espada de Damocles pendiendo sobre su cabeza.

Cómo dijo Cicerón, todos los hombres pueden caer en un error, pero sólo los necios perseveran en él. Este equipo sólo puede jugar de una manera y no es la que a Víctor le gustaría. Ayer lo hizo durante 70 minutos y todo se fue al traste por un cambio. La ausencia de Generelo y de Matuzalem limita nuestras posibilidades de combinación, pero es lo que hay y habrá que trabajar con lo que tenemos. Nos queda suplicar que la recuperación de los ausentes sea rápida y el entrenador abandone sus sandeces del “jogo bonito” y comprenda que sólo el compromiso y el esfuerzo pueden salvarnos de tontear demasiado con esos puestos de descenso que siguen estando demasiado cerca.

Sinceramente, yo estoy asustado. Asustado de ver que no reaccionamos y de que la parálisis que afecta al zaragocismo se convierta en impotencia. No le ganamos a nadie y los problemas son muy profundos, mucho más de lo que se puede ver a simple vista. Pero aún más asustado porque no lo entiendo. No veo capacidad de reacción ni solución sencilla. Empiezo a dudar de todo pero los datos son los que son, 8 partidos seguidos sin ganar. Con el ritmo que llevamos desde hace dos meses nos vamos a segunda de cabeza y sin remedio. La directiva está más preocupada en macro inversiones multimillonarias y refundaciones que en nuestro día a día y si nadie hace nada para cuándo queramos darnos cuenta ya no habrá remedio.

Por Gualterio Malatesta

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