Sentido práctico | La Lupa

Athlétic Bilbao 1 – 1 Real Zaragoza

El 25 de julio de 1.953 Enrique de Navarra se convertía al catolicismo para poder asumir el trono de Francia cómo Enrique IV Borbón. Aunque era el heredero legítimo al trono de Francia, su protestantismo (era hugonote) y la decidida intervención de Felipe II de España, que no iba a consentir un rey protestante en el trono de Francia habían impedido su coronación. Se le atribuye, en el momento de su bautizo, la famosa frase “París bien vale una misa” que ha pasado a la posteridad cómo el símbolo de las cosas que se hacen, con gusto o no, con un importante sentido práctico, renunciando a algo para obtener un logro por el que merece la pena un sacrificio.

El Real Zaragoza ha sido concebido a la mayor gloria del espectáculo futbolístico “Victorfernandista” pero el proyecto desgraciadamente, todavía presenta errores preocupantes después de 3 jornadas de liga. Según fueron pasando los minutos y sobre todo en la segunda mitad, el Real Zaragoza se mostró cómo una buena máquina de fútbol de ataque, con una ilusionante capacidad de llegada, pero sigue faltando fluidez en la conexión entre la vanguardia y la retaguardia, seguimos, y esto no es nuevo, teniendo problemas para crear juego con sencillez que nutra de combustible a una delantera que no fue lo letal que se le adivina. Quizá ese fuera exactamente el problema. Porque nadie puede negar que se llegó y con claridad. Quizá si Diego Milito u Oliveira hubieran tenido acierto ahora nadie estaría cuestionándose el esquema porque se hubiera conseguido el deseado triunfo que a los puntos creo que, sinceramente, merecimos.

En San Mamés las cosas volvieron a empezar mal, muy mal. En pocos minutos un voluntarioso Athletic de Bilbao que empieza a mostrar la impronta aguerrida de los conjuntos de Caparrós, tan del gusto de aquellos lares, nos creó demasiado peligro gracias a la impresionante caraja con la que saltamos al campo y que ya casi se ha convertido en marca de la casa cómo dando la razón a aquellos que se empeñan en oponer estética y fuerza, demostrando que la “liga de las estrellas” se basa tanto y más en la fuerza cómo en el buen juego y que a base de toques difícilmente se recolecta un buen fruto, salvo que la debilidad del rival te abra de para en par los accesos a su portería. Y es que esa puede ser la clave del éxito en la liga. El sentido práctico del fútbol. Se puede jugar bien, se puede jugar un fútbol de alta calidad, pero a la hora de la verdad vamos a enfrentarnos con equipos que anteponen la sencillez y la verticalidad al buen juego, que buscan de forma elemental y poco vistosa la meta rival con el único objetivo lógico que tiene este juego, el gol, rápido y fácil.

Nada más comenzar y gracias a los graves errores en la marca y sobre todo en una defensa que empieza a echar mucho de menos al Mariscal que nos comandaba las pasadas temporadas y en la que el supuesto líder no ejerce y el escudero piensa en la manida excusa del “que buen vasallo si hubiese buen Señor”, encajamos el gol de rigor, nos tropezamos por enésima vez en la misma piedra. Sigo teniendo la duda de si el balón de Susaeta golpea en la barrera o no, de si César pudo hacer algo más o no. Pero en cualquier caso su balance es lo suficientemente positivo cómo para considerarlo más responsable de que el Athletic no marcara más que de lo contrario.

Y fueron sólo 9 minutos, cosa que casi debemos agradecer, porque ¿cuánto hubiera durado el letargo de no aparecer Susaeta cómo despertador? Después, lo de casi siempre, voluntad renacida del inicial fracaso, un equipo más luchador, más metido en el campo que parece despertar de su habitual siesta de comienzo y afortunadamente el merecido empate. ¿Pero por qué tenemos que llegar siempre a eso? ¿Por qué demonios debemos encajar primero para reaccionar? ¿Es un problema de actitud o de planteamiento? ¿Partimos con la mentalidad indolente del que se cree superior y se ve abocado a demostrarlo más adelante con todo en contra? Ni lo sé, ni lo entiendo, pero me gustaría que alguien me lo explicara, porque, francamente, empiezo a estar bastante harto de que no demos un Zarpazo hasta estar gravemente heridos.

Y confieso que, al final, las sensaciones agridulces por el corto empate no fueron malas del todo, porque creo, sin excesivo forofismo, que merecimos mejor suerte y que de haber estado acertados en el golpeo final deberíamos haber cosechado un mejor resultado. Hasta 5 ó 6 oportunidades claras tuvieron los delanteros. Un reaparecido Milito que parece reencontrase poco a poco con el gran jugador de las pasadas temporadas y un excesivamente individualista Oliveira que sin embargo tiene un letal veneno en las botas y dará, no me cabe duda, un gran rendimiento y más de una alegría a la afición blanquilla. Llegamos más y llegamos mejor, pero incluso al final la cosa pudo torcerse de no ser de nuevo por la presencia de César bajo los palos.

Y es que la sinfonía que se esperaba sigue sonando a orquesta desafinada, pero es cierto que se vislumbran mimbres, que hay herramientas para lograr que el esquema no chirríe. Sólo han pasado 3 jornadas o quizá ya han pasado 3 jornadas. Que cada uno vea la botella tan llena o tan vacía como le plazca. Personalmente quiero verla (y creo que con fundamento) más llena que vacía y tengo la esperanza de que con un poco de mentalización, con más concentración y compenetración este equipo está llamado a funcionar y a combinar el sentido práctico con la belleza. No dudo de que París valga una misa, pero estar entre los mejores de la liga y los ansiados éxitos deportivos también merecen un esfuerzo y salir al campo despiertos desde el primer minuto. No dejemos que siempre nos haga reaccionar un mazazo, porque si sabemos reaccionar, si podemos jugar bien, hagámoslo. Demos nosotros el primer golpe, porque dicen que quien lo hace, da 2 veces y empieza a hacernos falta.

Por Gualterio Malatesta

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