Una vez más | La Lupa

Real Zaragoza 2 – 2 Hércules

En 1.959 René Goscinny y Albert Uderzo crearon las aventuras de Asterix el galo, historietas que han servido de entretenimiento y diversión a miles y miles de adictos al cómic. En esas historietas los Romanos intentan una y otra vez conquistar la aldea poblada de irreductibles galos a los que la poción mágica del druida Panoramix dota de una fuerza sobrehumana y una y otra vez son apaleados y derrotados. Definitivamente la vida no es fácil en los reducidos campamentos de Petibonum, Aquarium, Laudanum y Babaorum.

Podemos elegir cualquiera de los cuatro campamentos para compararlo con la Romareda. Definitivamente la vida tampoco es fácil aquí. Una y otra vez, cuándo surge la oportunidad, cuando todo parece ir bien, cuándo la afición está convencida de que ahora sí, de que las cosas van a enderezarse de una vez por todas, volvemos a ser apaleados y el sueño del ascenso vuelve a escapársenos entre los dedos. Enésimo sueño truncado, enésimo tropezón.

La visita del Hércules era un momento ideal para volver a engancharnos al tren del ascenso, después de que la victoria en Murcia hubiera sido calificada de nuevo cómo ese puñetero punto de inflexión que siempre está ahí y nunca llega a confirmarse, y una vez más el punto de inflexión se convirtió en salto al vacío sin red y estacazo previsible.

Cada vez que el Real Zaragoza tiene la oportunidad de confirmarse nos estrellamos sin remisión. Y eso, se mire por dónde se mire no es un buen síntoma, porque nos falta continuidad, porque no somos capaces de dar el paso que abra la necesaria distancia, que nos confirme cómo un serio candidato al ascenso. Es desesperante.

El Real Zaragoza se desangra por su defensa y falla en su teórico punto fuerte que es la capacidad goleadora. La Romareda enmudeció y se hundido los minutos en los que Ewerthon estuvo siendo atendido en la banda, porque es el único que realmente crea peligro y ese es poco bagaje para un equipo que en opinión de muchos era el mejor colocado para regresar a primera.

Se jugó un buen primer tiempo, se crearon muchas oportunidades y se cometieron varios errores clamorosos en defensa, cómo siempre, es nuestra cruz y contamos con ello. Lo complicado es que si tenemos una de las peores defensas del mundo y nuestra delantera no convierte las ocasiones que tiene las cuentas no salen. Y no salieron. Se nos volvió a escapar y lo que podría haber sido un paso de gigante se ha convertido en el menor mal de los posibles.

Y es que realmente el Hércules no hizo gran cosa, pero se le dieron muchas facilidades. Los Centrales no funcionan, con un Ayala que ha superado por mucho su fecha de caducidad y unos Pulido y Pavón que van más que justitos hasta para segunda división. Pero es que además los laterales son un desastre. El partido de Zapater fue uno de los recitales más lamentables que he tenido la oportunidad de ver, perdiendo el balón cada vez que tenía que jugarlo en ataque y superado constantemente por su par. Y en la otra banda un Pignol torpe, lento y desubicado que deja a Paredes en un muy mal lugar cuándo el único lateral izquierdo que tenemos no sale y le sustituye un lateral derecho que en su banda ya es malo, ósea que fuera de ella ni hablamos.

El primer tiempo debió acabar con una ventaja más amplia de los blanquillos, pero no fue así. Y si usamos la lógica es normal que hayamos conseguido un pobre empate. Si no marcas y tu defensa es una expedita autopista para el contrario, el empate se antoja cómo el mejor resultado posible,

Las cosas no pintan bien. Quedan 15 jornadas y el arranque ni se ha producido ni se va a producir. Esto es una pena. Nada está perdido pero la sensación de agonía y de sufrimiento constante no anuncian nada bueno. Y en Vitoria los idus de Marzo no son un buen presagio. El hartazgo supera a la esperanza y esta afición se cansa de ilusionarse, de creer en el objetivo, porque cada vez que tenemos la oportunidad de dar ese paso, nos hundimos. Ni espíritu de Murcia, ni nuevo Oviedo ni pamplinas en vinagre. Esto es aburrido, asqueante, decepcionante y enojoso. Marcelino no acierta con el sistema, los jugadores se viene moralmente abajo con demasiada facilidad y este proyecto de ascenso rápido cada vez es más un deseo y menos una realidad.

De todas las maneras, cómo diría el buen Abrarracurcix, no tenemos nada que temer, salvo que el cielo se desplome sobre nuestras cabezas y eso, no va a pasar mañana. ¿O sí?.

Por Gualterio Malatesta

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