¡Poder para el pueblo! | La Lupa

Real Zaragoza 0 – 0 Dep. Coruña

El pueblo, esa romántica entelequia social que por suerte o por desgracia desde hace miles de años ha elegido o ha sufrido la imposición de una élite de elegidos que se ha arrogado la capacidad de conducirlo por el correcto sendero.

Los ha habido de todo tipo y colores, los que abanderaron el bien del pueblo, pero sin el pueblo, los que le dieron pan y circo para mantenerle distraído y conforme, los que se basaron en el orgullo patrio y la defensa del nacional pendón para embarcarle en suicidas contiendas en las que jamás gana nadie, los que gobernaron por la gracia de dios a pesar de ser bastante paticortos y tener amanerada voz de flauta, los que se apoyan en el fundamentalismo religioso, los títeres que sólo son la cabeza de turco de la oligarquía que realmente rige las riendas, los que representan a los fácticos poderes de la economía, incluso los que dicen ser el propio pueblo reencarnado y buscar su definitiva victoria en la eterna lucha de clases o, rizando el rizo del surrealismo, los que llegan al poder porque nacieron en cuna de oro.

Al final, todos ellos tienen algo en común, que el pueblo al que dicen representar les importa una higa. Le ceden lo justo para perpetuarse en el poder, le manipulan o le torean mediante argucias socioeconómicas que aparenten enormes beneficios originados por su magistral dirección o simplemente se imponen mediante la brutalidad de su aparato estatal de seguridad.

Pero no siempre pueden perpetuarse. En ocasiones, que suelen pasar a la historia por su sanguinolencia, el pueblo sufre un rebosamiento gonadal que le impulsa a exigir la cercenadura por las bravas de la permanencia de los elegidos de turno en los puestos de preeminencia. Entonces suelen rodar cabezas y el diálogo se sustituye por las armas. De esta manera, la sucesión por asesinato del predecesor ha sido una práctica habitual durante cientos, miles de años, pero en una decisión que no me atrevo a calificar de totalmente acertada, nuestros modernos legisladores decidieron dejar esta sana costumbre sucesoria fuera de las constituciones que ahora rigen nuestros destinos.

Y muchos años después las cosas no han cambiado tanto. Agapito es el elegido de turno para regir los destinos del zaragocismo y estaba a punto de sufrir la cacerolada que, aunque no puede echarle directamente, puesto que esto es una SAD (por si alguien aún no se había enterado) y la sucesión por fatal accidente intencionado ya no es, cómo decíamos, ni bien vista ni constitucional, iba a ponerle en un brete e iba a demostrarle que su pueblo está hasta los mismísimos de soportar sus dislates.

Pero Agapito puede ser muchas cosas aunque, en mi modesta opinión, no es tonto y ha puesto en marcha toda su maquinaria propagandístico-manipuladora para desactivar la inminente explosión. Ha derramado las lágrimas del “sincero” arrepentimiento, ha “echado” a los pérfidos culpables del desaguisado (permitidme una pausa, las lágrimas de risa que estoy derramando me impiden ver correctamente), ha prometido desde su tribuna que todo va a cambiar, témome que en el sentido más “gatopardista” de la expresión, ha asumido el poder de forma directa y personal y ha conseguido, sino desactivar totalmente el artefacto explosivo, sí que ponerle temporizador y darse un plazo que quizá terminará el 31 de enero.

El partido ante el Deportivo de La Coruña, que se prometía tenso, agresivo y crucial se trocó sin embargo en el encefalograma plano habitual tanto en la grada cómo en el césped. Se produjo el efecto buscado y cesaron las quejas y las broncas pero retornó la pasividad, la insulsez deportiva y ambiental.

Para completar el efecto de las “Cocodrílicas” secreciones oculares, Agapito tendió la mano al pueblo y seleccionó a los representantes que le convenían para apaciguar a los demás y dar el supuesto paso hacia esa anunciada apertura del gobierno popular. Pero cómo casi siempre pasa esos elegidos colaboradores acabarán, tiempo al tiempo, convirtiéndose en una pieza más del complejo entramado gubernativo y asumiendo como propias las directrices del dirigente.

Por eso, lo que a priori iba a ser un punto de inflexión, sólo fue un enfrentamiento sin historia que nos da la friolera de 13 puntos en 16 partidos y nos deja exactamente donde estábamos, en descenso y cuesta abajo y sin frenos hacia el abismo deportivo y económico.

No sería justo, no obstante, cargar las tintas contra el dúo de entrenadores recién llegados que han comenzado a introducir leves cambios en la estrategia y la alineación maniatados por la evidente escasez y deficiencia de una plantilla confeccionada por Bandrés y sus compañeros de junta, o al menos entendemos que así será, puesto que han sido sus cabezas las que han rodado y no la de los cuatro jinetes del Apocalipsis (Poschi, Herrera, Prieto y Agapito).

Ayala y Ewerthon han sido apartados del equipo, Ander asume el rol de organizar, pero el equipo sigue teniendo carencias más que evidentes sobre todo en la prácticamente nula capacidad goleadora, que, no me cabe duda, Agapito solucionará de inmediato con la colaboración de su fiel Poschi y de nuestros queridos amigos Buitrago y Mascardi que nos ofrecerán una espectacular lista de refuerzos de extraordinaria calidad y bajo coste a cambio de una insignificante comisión generosamente compartida con los dirigentes.

Sólo el tiempo será juez de la maniobra y dictará sentencia que, ojala me equivoque, lleva escrita mucho tiempo. Pero ese mismo tiempo, que hoy es aliado del poderoso, será una tortura para su pueblo que, salvo milagro en forma de buenas aunque improbables incorporaciones, tendrá que comerse muchos truños como el del partido ante el equipo coruñés. Y es que lo que vimos el domingo es lo mejor que vamos a poder ver con lo que hay y el pesimismo existencial de los zaragocistas no permite ver el futuro con demasiado optimismo.

Las cosas estaban mal y siguen estando mal, pero ahora toca la chorrada del llamamiento a la unidad, la corresponsabilidad y el ahora más que nunca. A día de hoy, los que se bastaron para ponernos en esta situación no tienen ni idea de cómo sacarnos de ella y tocan la alarma pidiendo el apoyo y la ayuda de los que han estado casi 4 años ninguneando. Ni es la primera vez ni será la última que sucede. En fin, cosas veredes, amigo Sancho.

Por Gualterio Malatesta

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