Tiempos nuevos, tiempos salvajes | La Lupa
Espanyol 2 – 1 Real Zaragoza
Vivimos tiempos nuevos en el Real Zaragoza. Tiempos nuevos por los cambios acaecidos en las últimas tres semanas. Tiempos que también son salvajes, pues no hay donde agarrarse para aquellos que buscan la calma y la paz de los puntos, ya que estos no llegan. Son tiempos de aguantar, de sacrificio, de lucha. Una lucha en la que no tenemos los mejores recursos. Una lucha en la que no se nos ve muy en forma. Pero es nuestra lucha y no tenemos otra, así que habrá que aviarse como buenamente convenga.
Había una especie de barniz de optimismo moderado en el ambiente. Parecía que esta vez sí, que había ganas, que tras el descalabro de Madrid y la recomposición frente al Depor, podía darse un nuevo paso en la mejora del equipo, un avance. El rival estaba cercano, a tiro de tres puntos, y tampoco estaba atravesando un buen momento. Y lo cierto es que el Zaragoza empezó planteando correctamente el partido, los jugadores mantuvieron una buena actitud, conscientes de la importancia de la victoria, llevando a veces el control de la pelota y plantando cara a los locales, pero todo se desmoronó ante el fallo defensivo de turno que supuso el primer gol en contra. Las culpas hay que atribuírselas tanto a la presión de los delanteros como a los semifallos de defensas y portero, lo cual demuestra lo mucho que hay que trabajar todavía en el aspecto de la compenetración. Salvando las distancias, recordé un gol que el Barcelona nos metió estando Rubén Falcón de portero y Delio Toledo de defensa y que fue efecto clarísimo de la falta de entendimiento.
Aún así, el equipo consiguió la igualada. El tanto no llegó porque se hiciera un despliegue de superioridad sobre el terreno de juego. Surgió más bien por la rabia de verse con un gol encajado en la primera ocasión en la que el Español llegaba a puerta, y el empate vino a hacer justicia. Lamentablemente, una vez más se perdió el espíritu. La exigua posibilidad de victoria, que pasaba por jugar con los nervios del rival para asestarle un nuevo golpe mortal, se esfumó. En vez de eso, un nuevo fallo defensivo, sangrante porque nos lo mete un tipo al que se le ve llegar de lejos, acaba por darnos la puntilla. Los errores defensivos, lo que fue nuestra lacra particular hace dos años, hacen de nuevo su aparición con gran estrépito.
No fue una derrota contundente, no fue una humillación ni mucho menos. El resultado más lógico, a tenor de las capacidades de las dos delanteras, hubiera sido un empate. Incluso hasta mediada la segunda parte, muchos veíamos parcialmente factible una victoria zaragocista. Pero claro, ello habría sido posible si se hubieran creado ocasiones de gol. Pero esto es lo que hay. El equipo carece de recursos suficientes a día de hoy para moverse con solvencia por la Primera División. Sobre todo en la delantera, que es la zona más desabastecida. Con Uche lesionado y con Ewerthon disuelto en una crisis existencial-deportiva-laboral de imposible comprensión, no hay quien meta goles. Porque Arizmendi y Lafita no son suficientes.
Ahora parece que esta gente, Agapito y sus cuatro jinetes, se mueven intentando arreglar el desaguisado. Ahora que se han caído las primeras columnas de la obra debido a la debilidad del hormigón, se ponen a buscar materiales de mejor calidad. Ahora que ya han pasado cuatro meses. En vez de hacerlo cuando se debía, en la pretemporada. Tira ahora a ver como se acoplan los Eliseu, Suazo y los que hayan de venir. Hay tiempo suficiente para la salvación, teniendo en cuenta los escasos puntos de los equipos que nos anteceden, pero el problema es que cunda el desánimo si los resultados no llegan. Sería terrible verse en marzo a seis u ocho puntos de la permanencia. La próxima jornada, un encuentro a muerte dentro de estos “tiempos nuevos. tiempos salvajes”, que era también por cierto, el título de una canción de Los Ilegales, en la cual tronaban: “Toma tu arma. Nadie regala nada. Levántate y lucha. No voy a luchar por ti” .
Por Ron Peter
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