A perro flaco, principio de Peter | La Lupa
Sevilla 3 – 1 Real Zaragoza
Laurence J. Peter formuló su célebre principio en 1.969. Según su teoría en cualquier empresa o entidad todo trabajador es ascendido en función de su buen rendimiento hasta que alcanza el máximo de su capacidad y se convierte en incompetente, momento en el que, obviamente deja de ser promocionado, por lo que todos los puestos de importancia están finalmente ocupados por incompetentes.
Habrá excepciones que confirmen la regla, como en casi todo, pero este principio se muestra habitualmente como contundentemente irrefutable. Se me ocurren 2 ejemplos. El primero nuestra “excelente” clase política, prueba más que notable de cómo un incompetente puede llegar a ejercer responsabilidades impensables para su manifiesta incapacidad. El segundo, igual de obvio, la actual directiva del Real Zaragoza, paradigma de la mala gestión y del anunciado desastre.
Y es que las cosas se han hecho mal. Muy mal. Y ni la mejor de las fortunas puede ayudar a que semejante despropósito no esté abocado al fracaso. Pero es que además el Real Zaragoza no tiene suerte y eso ya es más complicado, porque los caprichosos hados del destino se ceban en su gafe con la víctima más débil.
La trigésima jornada difícilmente pudo salir peor y en una angustiosa combinación de negatividades, que ríase usted de las catastrofistas previsiones que anuncian el Apocalipsis, casi nada favoreció al equipo maño.
Podemos empezar por el nefasto arbitraje del gallego Iglesias Villanueva, que se inventó, cual Harry Potter de saldo, un penalti de Ponzio que jamás fue y perjudicó notablemente a los blanquillos, cuándo habían conseguido remendar el tremendo error de Diogo en el primer gol hispalense. Y el Zaragoza es un perro flaco sobrado de pulgas, como para que encima le ayuden a enredarla.
Podemos seguir con los resultados de los rivales, con victorias impensables como la del Sporting en el Bernabeu y no por más probables menos puñeteras del Hércules en Anoeta, del Deportivo en Riazor o del Racing en Barcelona. Con esa concatenación de desastres, la clasificación se parte, sólo 1 miserable punto nos separa del infierno y ya son 4 los que nos distancian de nuestro inmediato predecesor.
Y por si era poca plaga, la lesión de Contini y salvo error, la sanción de Jarosik nos dejan en cuadro para el nuevo partido más trascendental del año (y van tantos que casi se ha convertido en una costumbre) el próximo lunes en el municipal de La Romareda.
No mereció el cuadro aragonés perder, pero la resignación puede con todo y así es el fútbol. Jugamos como nunca, perdimos como siempre. El viejo adagio adquiere en este caso siniestros matices de la crónica de una muerte anunciada. Pintan bastos, pero mientras hay vida, hay esperanza.
Tras la penosa derrota en Mallorca, dónde no se jugó ni a la taba y debería haberse acabado en el único resultado lógico el 0 a 0 de 2 incapaces, y la no menos dolorosa en Sevilla, dónde se hizo un partido decente y se sufrió un excesivo castigo, la clasificación, como el algodón, no engaña. Todo pasa por ganar en casa, pero no 1 ni 2 partidos, sino 4 de 4. Getafe, Almería, Osasuna y Español, marcarán la diferencia entre jugar en primera o en segunda en la temporada 2.011-2.012, porque las posibilidades de arañar algo fuera de casa son bastante escasas, teniendo en cuenta nuestra más que evidente impotencia como visitantes.
Entramos en la recta final de este enésimo “annus horribilis” del zaragocismo. Quedan 8 partidos y al menos 4 de ellos contra rivales más que directos. Quedan cuatro bolas de partido en La Romareda, quedan 2 meses de agonía y el paciente presenta encefalograma plano como visitante, pero esperanzadores signos vitales en casa. Nada está perdido, pero un solo error, nos condenaría al infierno y esta vez, puede que para siempre. Difícil, claro, pero no imposible. Rezad lo que sepáis, encomendaos a santos, dioses, elfos, duendes, brujas o paranormales entidades místicas variopintas, cantad, saltad, animad, llorad o simplemente sufrid, pero ahora ya no hay marcha atrás. El Rubicón ha sido cruzado y la suerte está echada.
Por Gualterio Malatesta
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