La mano del hombre muerto | La Lupa

Real Zaragoza 0 – 1 Mallorca

Aunque “Wild Bill” Hickock nunca cometía el error de sentarse de espaldas a una puerta, aquella noche lo hizo, quizá porque podía más su desmesurada afición al póker que la sabia precaución, que a tenor de lo ocurrido, hubiera estado completamente justificada. De todos es sabido que la vida de un pistolero queda siempre sembrada de cadáveres y de enemigos.

Y aquel fue su último error. Acababan de repartir cartas, cuándo un antiguo rival, de naipes y de armas, Jack “Crooked Nose” McCall, le descerrajó por la espalda un balazo del calibre 50 en la cabeza.

Ni muerto soltó las cartas. Le habían dado una doble pareja de ases y ochos, todos ellos negros. Desde aquel día esas dobles parejas son denominadas “la mano del hombre muerto.”

Al Real Zaragoza hace tiempo que le repartieron esa funesta jugada, esos dos ases y esos dos ochos, de tréboles y de picas. Y hace tiempo que el Real Zaragoza juega “la mano del equipo muerto.”

No hay ni rastro de vida tras ese deslavazado conglomerado de retales de ínfima calidad. La aberración del domingo ante el Mallorca, a la que no pienso dedicar más de estas pocas líneas, es solo un paso más hacia la nada más absoluta, hacia la triste pero irremediable desaparición a la que estamos abocados y de la que solo nos salva un milagro de dimensiones tan bíblicas que ríase usted de la futesa de abrir las aguas del Mar Rojo o hacer caer plagas sobre Egipto.

Lo hemos probado casi todo, hemos usado a todos los jugadores que tenemos y la conclusión es inevitable. Da igual la combinación de elementos porque todos y cada uno de los jugadores que componen la plantilla, quizá con la honrosa excepción de Roberto y el “náufrago” Postiga, son tremendamente malos. Sin adornos, ya no me apetece dar rodeos: son una auténtica caterva de desarrapados balompédicos o están en un estado de forma tan deplorable que no valen ni para jugar partidos de solteros contra casados. Tenemos, con enorme ventaja, el peor equipo de primera división y la ansiada reacción ni está ni se le espera.

Pero esto no debería sorprendernos a estas alturas. No, teniendo en cuenta el “individuo” que dirige los funestos destinos de la SAD.

Ya he dicho en otras ocasiones que las opiniones son como el culo, todos tenemos uno, así que daré la mía, personal e intransferible y que como buena opinión puede ser cierta o no, puede ser correcta o errónea, compartida o exclusiva, pero como es la mía y estoy hasta los mismísimos de moderarme, la daré.

Agapito Iglesias es un miserable tahúr de poca monta, un pistolero con más poder que modales que, como aquel que asesinó por la espalda a “Wild Bill” Hickock, nos ha acribillado a traición, con alevosía y nocturnidad, arropado por oscuros y espurios intereses de lucro personal que, desgraciadamente no podemos (aún) demostrar. Y como suele ser habitual, está dejando en la cuneta muchos cadáveres y miles de enemigos. Y no me valen ni las lágrimas de cocodrilo ni las declaraciones de amor al Real Zaragoza, porque suenan tan falsas como los billetes de 6 euros.

Amparado en la putrefacta burbuja del contubernio del fútbol español, ha creado un entramado vergonzante de empresas satélites cuyo objetivo, función y beneficiario no quiere o no puede explicar. Y cuándo alguien hace este tipo de tejemanejes y no se explica, la explicación es obvia.

No sé (lo puedo intuir) si esos turbios negocios colaterales le habrán aportado al Sr. Iglesias pingües beneficios, obtenidos de o mediante la SAD que ha destrozado, pero de lo que tengo certeza es que ha puesto a la propia Sociedad en la picota y le ha dado la extrema unción. Estamos arruinados en lo económico y en lo deportivo, humillados, hundidos, deshechos. Somos una débil sombra de lo que un día fuimos y lo que es peor, sin posibilidad de recuperarnos, tocados y hundidos. La Serpiente está en el Paraíso y la historia toca a su fin.

Espero que como a todo cerdo, algún día le llegue su San Martín. Y ese día mis carcajadas de satisfacción se oirán altas y claras aunque esté en el mismísimo infierno.

Y no tengo mucho más que añadir. Ojala me equivoque pero la SAD anteriormente conocida como Real Zaragoza está vista para sentencia. Se acabó. Caput. Finito. 80 años de historia destrozada por una gestión tan nefasta que nos ha convertido en el hazmerreír y el justificado blanco de las críticas de todo el mundo del fútbol, nacional e internacional.

Y si es verdad que existe una justicia, solo espero que algún día cada uno reciba lo que se ha ganado. Yo tengo la conciencia tranquila, pero dudo mucho que otros puedan decir lo mismo.

Por Gualterio Malatesta

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