El año de la marmota | La Lupa

Real Sociedad 2 – 0 Real Zaragoza

El día de la marmota es una fiesta local de Pennsylvania, y es el motivo argumental de una famosa película en la que Bill Murray interpreta a un reportero que se ve atrapado en el tiempo, viéndose empujado a vivir el mismo día una y otra vez, afrontando las mismas circunstancias reiteradamente. Aquí, a orillas del Ebro, tenemos nuestro particular “año de la marmota”, en el que, de un tiempo a esta parte, nos vemos confinados en un extraño y siniestro bucle temporal que hace que los acontecimientos que van sucediendo se parezcan demasiado a otros nada afortunados y ya acaecidos en años pasados.

En efecto, no es nuevo que el Real Zaragoza prolongue su pretemporada más allá de lo razonable, cuando los albores del estío barruntan la llegada, aún no hecha firme, del frío del invierno, en ese tiempo de septiembre y octubre en el que las hojas de los árboles descienden desde las ramas hasta posarse en el suelo, donde se secarán y se despedazarán con las crujientes pisadas de los viandantes indiferentes. Hace varios años ya que vemos esa fragilidad incipiente, esa inseguridad, esas descosturas de equipo tierno y por hacerse. Sí, hace ya algún tiempo que nos acostumbramos a esa inquietud latente que surge cuando los resultados no llegan.

El año pasado, por fechas parecidas, hablábamos de un equipo difícil de analizar, formado por jugadores nuevos, que no se sabía bien a qué jugaba, que estaba en obras, en construcción, y vimos que nos deberíamos armar de paciencia, como el año anterior, o el anterior del anterior. La situación actual, con cuatro partidos jugados y tres derrotas ante rivales mediocres, pero más conjuntados, hace que empiece a nacer una creciente y comprensible preocupación.

Al igual que Bill Murray en su película, también en el Real Zaragoza se están intentando cosas para salir de la trampa cíclica en la que se aloja. Es cierto, y reconocido queda, que por primera vez se han dado los pasos lógicos que podrían conducir a una estabilidad deportiva e institucional: un liderazgo por parte del entrenador, una planificación sobre bases de futuro, algo de limpieza de elementos podridos, etc…, pero el bucle es siniestro, y el origen del mal sigue ahí dentro, aunque ahora esté aparentemente en la sombra. El mismo que provocó las heridas intenta curarlas. ¿Podemos fiarnos de eso? Los americanos se fiaban de una marmota para predecir el clima. ¿Podemos fiarnos nosotros de un Agapito para predecir el futuro?

Volviendo al equipo, los cimientos no parecen malos, hay esperanza de tener un equipo que pueda mantenerse, pero me temo que antes de verlo, algo o mucho habremos de sufrir. Lo que ahora tiene Jimenez es una colección de jugadores que, más o menos, puede aspirar a aguantar un empate a cero y esperar un golpe de fortuna. En San Sebastián salió mal. Un nuevo fallo en la defensa de una jugada a balón parado, y un marcador en contra pesando como una losa sobre el frágil ánimo. Lo dicho: ternura y endeblez.

Para salir de la pretemporada, construir un equipo competitivo y con confianza, y romper el maldito bucle, hará falta tiempo. La pregunta es…¿tendremos ese tiempo?.

Por Ron Peter

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