Esto es lo que hay | La Lupa

Atlético Madrid 2 – 0 Real Zaragoza

El Real Zaragoza termina la primera vuelta de la forma más lógica posible: perdiendo en el feudo del segundo clasificado, un equipo intratable a tenor de los resultados. De igual forma, se puede decir que el desarrollo de esta mitad de liga ha sido bastante lógico: se ha vencido a equipos que están por debajo en la tabla, y se ha perdido contra los que están por encima. Hay alguna excepción, claro, y tampoco es normal el perder en casa y ganar fuera, pero esto es lo que hay, que no es poco. Aunque tampoco es mucho.

El partido que corona de forma poco vistosa esta segunda vuelta no se salió de los cauces esperados. Por mucho que las recientes victorias a domicilio hubiesen hecho albergar alguna remota esperanza de dar algún campanazo, el Atlético de Madrid se mostró como lo que sus cifras dicen: un gran equipo, que en cualquier temporada normal en la que no hubiese jugado el Barcelona más efectivo de todos los tiempos, se habría postulado como seria alternativa al título de liga. Así pues, los rojiblancos salieron con la marcha puesta, con un ritmo opresivo y con una constancia imperturbable hasta la consecución del primer tanto.

El Real Zaragoza, en cambio, hizo un mal partido. Se notó la ausencia de Movilla, tanto por su capacidad de establecer un ritmo de partido y su visión del juego, como por el desajuste que ello implicó en los planes del entrenador. Se equivocó Jiménez, sí, pero podría haber acertado quizás, con otro rival y con un poco más de fortuna. Es a todo lo que podemos aspirar cuando el equipo sale con una estructura poco habitual y de espaldas al ataque. La acumulación de hombres en la mitad propia no se convirtió en la tela de araña pringosa donde aburrir a los rivales, y ponerlos nerviosos para asestarles algún hachazo. Más bien fue al revés. Los jugadores padecieron en ocasiones de desorientación, no alcanzaron en ningún momento la velocidad del Atlético, y tardaron un rebaño en tirar a puerta.

Y así hemos llegado al ecuador de esta liga que todos queremos que sea la del año I después de los desastres, la que soñamos como cierre de la agapítica época ominosa, en la que queremos volver a ser un equipo normal, con sus éxitos y sus fracasos, en la que los lunes hablemos de fútbol y no de chanchullos y torpezas. Algo se ha conseguido en ese aspecto, es indudable. Sin embargo no hay que olvidar que esta aparente calma en la que estamos, puede terminar en cualquier momento, ya sea por lo institucional, o por lo deportivo.

En este último aspecto, el que atañe a la competición, existe cierta complacencia generalizada, que tiene su justificación en la comparativa con los años cercanos, en los que se sufrió mucho. Pero no hay que olvidar que el descenso está a solo seis puntos, que los puntos obtenidos marcan una extrapolación de salvación pelada. Estadísticamente está comprobado que los equipos de la cola aprietan mucho en el último tercio de la liga. Nada, pues, está escrito a estas alturas. Como factor bueno, tenemos el hecho de ser un equipo en crecimiento. Se acertó en su día en la mayoría de los fichajes, (algunos aún están por verse y quizás llegue pronto su momento) y ahora hay que pulir, perfeccionar lo creado, aprender a rentabilizar el juego como local, y no perder esa alma rapiñadora como equipo visitante. Por lo demás, podemos seguir soñando con la Copa. Esto es lo que hay.

Por Ron Peter

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