Con papel de fumar

Recientemente ha saltado a la palestra la polémica con la segunda camiseta de la S.D. Huesca que, según el Seminario sobre Migraciones Internacionales y Extranjería, INTERMIGRA, podría estar vulnerando una de las directrices antiviolencia de la FIFA, al ser considerado un símbolo religioso y por extensión una ofensa a las otras comunidades religiosas.

Surrealista. No se me ocurre otro calificativo.

Probablemente, es del todo innecesario dar respuesta a tamaña absurdez, carente de lógica y tan frágilmente sustentada, pero puestos a enredar, se me ocurren dos reacciones posibles ante esta rocambolesca historia:

La primera, la quiebra absoluta del mismo concepto de historia y su inconcebible manipulación para analizarla desde la perspectiva, moral, legal y cultural del presente. Si elegimos esta opción evidentemente nos quedamos muy cortos. Claro que la Cruz de San Jorge es una vergüenza, es más, esto sólo debe ser el principio. Creo fundamental que Alfonso I el Batallador sea llevado ante los tribunales por su evidente misoginia. Su maltrato a Doña Urraca es un evidente ejemplo de violencia de género y por lo tanto el Gobierno de Aragón debe ser condenado a indemnizar a los sucesores de la castellana, por el indudable maltrato psicológico al que fue sometida por el innoble acosador.

El escudo de Aragón debe ser desmantelado, pues además de quitar todas las cruces y las cabezas decapitadas (hace falta ser salvaje) debería quitarse la cuatribarrada, no vaya a ser que se molesten nuestros vecinos catalanes, valencianos o mallorquines y nos acusen de apropiación indebida o de uso ilegítimo.

La leyenda de los Caballeros de la Tabla Redonda, debe ser excluida de las lecturas de cualquier niño o adulto, los libros que traten este tema deben ser apilados en las plazas públicas y quemados sin retraso. ¿O es que nadie se ha fijado en que no había ni una sola dama entre los caballeros? Es una vergüenza además de un clarísimo incumplimiento de la Ley de Igualdad.

Y no nos olvidemos del propio San Jorge, porque mucho hablar de la cruz, pero San Jorge, personalmente, de forma cruel y premeditada, colaboró en la extinción de una especie en peligro de desaparición, cómo eran los dragones en una clara quiebra de la ley de conservación de especies protegidas, así que debe ser expulsado del santoral ipso-facto, cómo castigo a este delito ecológico tan irreparable.

Otra manera de verlo es menos cómica, pero más preocupante, aunque cómo decía aquel, preocupándose no se llega a ninguna parte. El “buenismo” político-social que invade a la cultura occidental está dando paso al pasotismo idiotizado y tenemos tanto miedo a faltar a los demás que estamos dispuestos a sacrificar cualquier cosa, a cambiarla o a olvidarla para que nadie se incomode, sea justo o no, sea razonable o no.

Un gran ejemplo de buenismo tiene un sospechoso paralelismo con este caso. Cuándo el Inter de Milán decidió usar una camiseta con la Cruz de San Ambrosio, muy parecida a la que ahora luce el Huesca, en un enfrentamiento contra el Fenerbahce el 27 de noviembre de 2007, un abogado turco denunció los hechos ante la FIFA. La petición no prosperó, pero el Inter de Milán, que se sepa, no ha vuelto a usar esa camiseta. Eso es el buenismo, eso es el idiotismo. Se quejan luego reblo, se enfadan luego me echo atrás, no hacen falta razones, ni argumentos, pido perdón aún sin tener culpa y vuelvo a retroceder, a dejar que sigan creciéndose, abusando del racismo positivo y sacando tajada de la imbecilidad congénita de los actuales dirigentes del mundo occidental, cada vez más aletargado y separado de la realidad. 

Eso sí, que nadie ose decir que la media luna de la camiseta de la selección de Turquía le ofende. Será automáticamente tachado de racista, pero no sólo por los turcos, sino por muchos occidentales que se echarán las manos a la cabeza por la falta de respeto demostrada a esa cultura milenaria. Cómo si nosotros acabáramos de llegar. Y eso no es justo. Eso es una estupidez ilógica e indefendible. Si un símbolo ofende, el otro también.

Claro que lo lógico sería que ningún símbolo ofendiera, que a estas alturas de la película hubiéramos aprendido a ser civilizados y moderados, que después de tanto golpes y errores hubiéramos aprendido a convivir y a respetar a los demás, a tolerar que cada uno lleve lo que quiera, cómo y cuándo quiera, a aceptar las tradiciones de cada cual, las compartamos o no, a entender la historia cómo hechos que ni necesitan revancha, ni quedaron pendientes ni pueden ser juzgados con la perspectiva actual.

Pero no, seguimos siendo tan imbéciles cómo el primer día. En cualquier caso, lo peor de este asunto es que aquí la tolerancia sólo parte de un lado, la flexibilidad sólo la tiene una parte, el respeto es unilateral y la cosa empieza a ser melindre hasta la náusea, porque una cosa es el respeto y otra bien distinta la permisividad masoquista y la evidente debilidad. Seamos serios. Respeto sí, por supuesto, humillación, ni hablar.

La camiseta de la Sociedad Deportiva Huesca representa una de las tradiciones más importantes de la historia de la ciudad, reflejando el mito de la ayuda que San jorge dio a las tropas cristianas para su conquista. Hay, como siempre en estas narraciones, una parte de mito, una parte de historia, y un todo de tradición. Ni ofende, ni lo intenta. Si alguien es tan retorcido, tan torpe o tan malintencionado cómo para sentirse vituperado por ello, que vaya a hacérselo mirar. Dejemos de cogérnosla con papel de fumar. Yo soy zaragozano y zaragocista, pero si tengo que comprarme la camiseta del Huesca lo haré. Por orgullo y porque ya basta de que nos tomen por el pito del sereno, que al final de puro tontos se nos van a comer el caramelo.

Por GUALTERIO MALATESTA.

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