Crónica de una muerte anunciada

Pocas veces he visto tener suerte al Zaragoza. Tanta como contra el Sevilla, nunca. Tanta suerte antes de un choque trascendental solo podía ser un mal presagio, y así fue.

Esta tragedia comenzó a gestarse en pretemporada, con una mala planificación física, como ha demostrado entre otros Diogo, y una mala confección de la plantilla, como ha demostrado Luccin, buscabamos un central y un extremo y llego Luccin, bravo!

El segundo acto de esta tragedia comienza en el partido contra la Juventus, el equipo había comenzado la temporada mal, se cambió de estrategia y la Juventus, que venía de paseo, cayó derrotada, Aimar por fin cuajó un partido excelente y todos caimos en el error de pensar que la nueva estrategia funcionaba, nada más lejos de la realidad.

Poco duraron las alegrías, el Athletic de Bilbao, y más concretamente un chaval de solo 19 años pusieron en evidencia todos los problemas de este sistema: inoperancia de las bandas, previsibilidad, poca presión en medio campo y la banda izquierda hecha un colador.

Con semejantes problemas visitó el Zaragoza al Aris, un equipo que a buen seguro no jugaría ni en la liga BBVA, en uno de los partidos más caóticos y vergonzosos que recuerdo caimos ante un rival que a diferencia de nuestros jugadores, estaba luchando. Solo 6 dias tardariamos en ver un partido más rídiculo, ésta vez el rival era el Barcelona, 4-1 y da gracias.

Finálmente llegamos al último acto de la tragedia, el Zaragoza agotó toda su suerte contra el Sevilla y ganamos milagrósamente. Pero como la suerte es efímera, y los errores se pagan, pudimos disfrutar en primera fila, en nuestro propio escenario, de la eliminación en primera ronda de la UEFA a manos del que seguramente es el peor equipo que visitará la Romareda esta temporada.

No conozco ni un solo equipo que juegue bien al fútbol y no use y abuse de las bandas, ni tampoco que juegue con dos nueves, ni muchas otras cosas. Creo que esta pequeña catástrofe puede ser útil, ha puesto en evidencia que hay que cambiar cosas, y siendo optimistas, el margen de mejora es muy alto, la platilla rebosa calidad. Poco podemos hacer nosotros, Victor es quién toma las decisiones, pero algo sí podemos hacer. El Domingo la Romareda jugará a ser Dios, tendrá en su mano el destino de este equipo, puede hundir la daga condenando a un equipo herido, o puede demostrarle una vez más su apoyo y tal vez, entre todos, sacarlo adelante. Yo tengo claro lo que voy a hacer: errar es humano, perdonar divino.

Por Armando.

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