Hubo en el siglo XVII dos artistas apellidados Herrera, padre e hijo que conocemos como Herrera el Viejo y Herrera el Joven o el Mozo . Fue este, nacido en Sevilla en 1622, el que se halla más vinculado a nuestra ciudad, pues suyo es el boceto de la Basílica del Pilar . Es decir lo más importante de su carrera lo realiza en Zaragoza. Y mientras Herrera padre fue solo pintor, el hijo fue un artista más completo , que destacó además como arquitecto.
Leyendo la biografía de ambos, se concluye que si Herrera el Joven llegó a tener un nombre en la Historia del Arte español, se debe a que supo desvincularse del padre, pues no soportaba su carácter( hablando en plata, que estaba hasta las narices de aguantar a su viejo), marchando a Italia con aproximadamente 28 años. Tras un periodo de formación con éxito, regresó a España cuidándose muy mucho al parecer, de no coincidir con Herrera el Viejo. Cuando el Joven llegaba a una ciudad , era porque su padre ya se había marchado.
Que cada cual saque sus conclusiones a este paralelismo entre los Herrera del siglo XVII y estos del siglo XXI.. Personalmente le deseo a este Herrera contemporáneo que sepa zafarse de la sombra alargada de su padre y como aquel vuele lejos si lo considera necesario, para desarrollar libremente todo su oficio y su arte. Desearía que como aquel, su obra más importante la ejecutase en Zaragoza. Al principio, o al final como le sucedió al del siglo XVII.
Los protoperiodistas de El Heraldo de Aragón de la época le escribirían algo así :
“Aconsejo al joven Herrera, por el bien de su persona , disculpe a su padre mas, aléjese raudo y ponga rumbo a tierras más fértiles y fecundas para su oficio. El espejo en que se mira el hijo, impide tener miras más altas y emprender, pues, tareas de mayor enjundia. Decida por sí y para sí el hijo, que yo le auguro que podrá retornar un día libre de los grilletes que son, las artes de su padre”.
Por casta.
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