¿Quién dijo que el fútbol es bello por sí mismo? ¿Quién nos hizo creer que cabe la hermosura aunque la victoria no nos acompañe? Si alguien nos convenció de ello no ha visto jugar a un equipo campeón como el Zaragoza. Este grupo no enamora con movimientos elegantes. No nos seduce con gestos galantes ni nos asombra con una arquitectura novedosa. Pero gana. Es el único verbo que conjuga con soltura. Luego hay otros: resiste, encaja, contiene, golpea, pero el que lo identifica como un ejército impío es el que tiene que ver con la victoria.
Ayer el espíritu de Asdrúbal el Bello, fundador de lo que sería Cartago Nova, debió retirarse a las playas de Cartagena aborrecido al comprobar que no siempre se queda la gloria el que más la merece. Fue un choque oxidado en el que lo importante era quedarse con la bola para acercarse a su gobierno aunque obtuvo mayor botín quien más talento y fortuna tiene.
El equipo murciano empezó valiente, con afiladas aproximaciones sobre todo por la banda de Gámez, quien sufrió inmerecidamente por la fragilidad defensiva y la falta de coordinación con Bermejo. Sin embargo, no se vivieron situaciones peligrosas porque a los de Sánchez del Amo les falta pólvora.
El que anda sobrado es el Real Zaragoza. Bakis, el emperador traído de las montañas para hacerse el amo del valle, aún no ha encontrado la senda al Dorado futbolístico, pero para eso están sus amigos. Y son muchos. Ayer, por ejemplo, se estrenó Manu Vallejo. Un corner generado por el gaditano fue gestionado a la perfección por Moya y Nieto, cuyo centro fue rematado por el 19 logrando el 0-1. Fantástico. Apenas un cuarto de hora y ya había salido el sol.
El mediterráneo olía a cereal porque aunque los locales jugaban mejor, combinaban mejor y progresaban mejor no encontraban las puertas por las que entrar en los dominios de Cristian. Pero el fútbol, eso que Bill Shankly entendía no como una cuestión de vida o muerte, sino como algo más importante, tiene sus propias leyes. No siempre escritas, no siempre leídas, pero leyes. Y ayer se cumplió una: un jugador se lesiona de gravedad, el equipo se queda con uno menos y el contrario aprovecha la situación para lograr su objetivo. The goal. Y el Cartagena lo bordó.
El empate le rompió la cara al equipo durante unos minutos. El zaragocismo silenció sus cánticos, tantos los que viajaron hasta el mar como los que se quedaron tierra adentro. Enfrente una afición blanquinegra entregada olía la sangre en la herida avispa, aturdida y desorientada. Pero hablábamos de fútbol, el universo impredecible. Y bajo su cúpula suceden cosas no siempre justas. En un centro insustancial, cuando la noche acechaba a los chicos de Escribá, Alcalá despejó defectuosamente o remató magistralmente, según el punto de vista, y el balón entró por le scuadra de la portería de Martínez. Increíble por inesperado el 1-2 con el que ambos conjuntos se fueron a la ducha, no sin antes repeler uno a uno todos los embates cartageneros, cabezazo al larguero incluido. Fortuna de ser equipo ganador.
Tras el descanso observamos una modificación en los locales, que se tomaron el regreso al verde con una intensidad inusitada. Aun así, el primero en golpear fue el Zaragoza. Lo hizo por medio de Bakis, muy activo e imaginativo. Una jugada suya estuvo a punto de acabar en gol. Solo una meritoria parada de Martínez lo evitó, pero es evidente que aunque el gol está llamando a su puerta, todavía es cuestión de tiempo que la abra.
Comenzó entonces una fase de dominio del Cartagena que encerró a los aragoneses en su campo. El equipo se hundió mucho, quizás demasiado y la energía de los jugadores avispas se iba difuminando de tal modo que Escribá, contra su costumbre, comenzó a considerar adelantar los cambios. Entre tanto se produjo una de las jugadas de la tarde. Ablandada la medular de los zaragocistas, con Aguado y Moya muy presionados, le resultaba fácil al Cartagena acosar a Cristian. La jugada que mejor lo expresó fue la que protagonizó Jairo, quien disparó forzado y obligó al portero argentino a despejar con un excepcional gesto digno del Álbum de Oro que alguien tendrá que confeccionar algún día con sus mejores paradas.
Era el momento de los refrescos. Ambos entrenadores agitarons sus banquillos y los cambios se sucedieron. Era necesario. En el bando zaragocista Mollejo y Francho entraron por Moya y Manu Vallejo y luego serían Grau y Valera. Los cuatro trataron de oxigenar a un grupo atascado y acorralado en el que Mouriño, en un buen debut, y sobre todo Jair fueron los héroes junto a Cristian.
La única herramienta a su alcance era manejar el balón. Controlar, combinar y evitar que el Cartagena continuase con su estrategia consistente en abrumar al contrario. Así, solo así, se podía amortiguar la presión blanquinegra. Y esperar algún balón suelto para que Bakis, Valera o Mollejo aprovechasen su velocidad y su potencia, según los casos.
Y el que espera no siempre desespera. Como ayer, cuando Mollejo se lanzó a la yugular de un defensa y del portero y les robó la cartera, las tarjetas de crédito y las de la comunidad de vecinos. El balón, en fin. Su picardía tuvo una justa recompensa, el gol, pero le llevó a cometer una estupidez que le puede suponer al equipo un castigo inmerecido. La alegría, compartida por el zaragocismo, se convirtió en estupor cuando el joven toledano lo celebró sujetando sus genitales con su mano derecha. En fin.
Por lo demás, el Real Zaragoza es ahora mismo un equipo victorioso, capaz de derrotar a sus contrincantes jugando sus cartas, que son muchas y dispuesto a mantener el espíritu de una afición que ahora mismo es su principal argumento en una narración que apunta a un final apasionante. El que asoma en los senderos que nos lleven a casa. A Primera.
FC Cartagena:
Martínez; Jansson (Umaro, 62), Verdú (Luis Muñoz, 46), Alcalá, Fontán (Alarcón, 89), Arnau Solá; Jony (Juan Carlos, 62), Hevel, Jairo; Ayllón (Narváez, 62) y Ortuño.
Real Zaragoza:
Cristian Álvarez; Gámez, Mouriño, Jair, Nieto (Lecoeuche, 32); Aguado, Moya (Francho, 65); Bermejo (Valera, 78), Maikel Mesa (Grau, 78); Manu Vallejo (Mollejo, 65) y Bakis.
Goles:
0-1, min. 16: Manu Vallejo. 1-1, min. 31: Arnau Solá. 1-2, min. 39: Alcalá, en propia puerta. 1-3, min. 92: Mollejo.
Árbitro:Ais Reig (Comité Valenciano). Amonestó a Jony (37), Jair (42) y Ortuño (85).
Incidencias:
Partido de la Jornada 5 de LaLiga Hypermotion 2023-24 disputado en Cartagonova, con 9.000 espectadores.
Cristian: 5. De nuevo majestuoso.
Gámez: 2. Muy debilitado por la falta de apoyos.
Jair: 5. Impresionante. Todo lo hizo bien.
Mouriño: 4. Muy buen estreno. Potente y sólido.
Nieto: 5. Hasta que se lesionó, aportó en defensa y en ataque.
Aguado: 3. Asfixiado y desequilibrado.
Moya: 3. Hundido por la presión ajena.
Bermejo: 2. Diluido y desubicado.
Maikel Mesa: 3. Acompañó al equipo en todo momento. Alejado del área.
Manu Vallejo: 4. Bullidor y vertical. Goleó.
Bakis: 4. Trabaja muy bien. Solo le falta el gol, que ya asoma.
Francho: 2. Trabajó mucho pero no llegó a conectar.
Mollejo: 3. Luchador aunque sobreactuado. Goleó.
Grau: S. C.
Valera: S. C.
por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello