Real Zaragoza 2 – 3 SD Eibar | Crónica

Real Zaragoza 2 – 3 SD Eibar | Crónica

Aquí hay que echarle valor

El Real Zaragoza y el zaragocismo recibieron ayer un durísimo golpe. Su derrota ante la SD Eibar por 2-3 después de cobrar una asombrosa ventaja por 2-0 antes del descanso es un maremoto en el corazón del león. Son demasiados reveses continuados, demasiados impactos en la línea de flotación. Son demasiados fracasos de un proyecto que apuntaba muy alto pero al que ahora mismo le falta aire. Un proyecto que se despeña vertiginosamente por el abismo del desengaño. Una ilusión que nos recuerda, sí, a aquel maldito verano de 2020, cuando murió estrepitosamente un equipo que iluminaba el cielo azul y acabó sepultado en el averno.

El equipo aragonés jugó un partido contra sí mismo en una noche en la que salió el sol inesperadamente. Después de 38 minutos que dieron para que la Basílica chiflase a los suyos, amaneció por el oeste. Fue el momento en que los buenos jugadores que soportan el peso del escudo del león fueron capaces de armar una jugada de lujo con final brillante de Maikel Mesa. La estupefacción, lógica, pues hasta entonces el Eibar había manejado el choque a voluntad, dio paso al alborozo. Poco después, la alegría fue completa al finalizar Grau una jugada de malabar con un remate raro pero fértil. Todo inesperado; todo difícil de creer.

Era el cierre a una primera parte mentirosa. Si hacemos caso al resultado, creeríamos lo que no había sido, porque aunque el vencedor fuese el equipo blanquillo, el merecedor de mejor botín era el grupo de Etxeberría. Bien organizado, adecuadamente ubicado, con jugadores finos y conjuntados, con ideas nítidas. Eso es el Eibar. Eso no es el Zaragoza, equipo barafundiau que cada día gusta más del juego horizontal. Que muestra su cara más mediocre y se aleja de la osadía, con la que no se lleva nada bien. Los mil pases paralelos abochornan e irritan a la hinchada, que no entiende la lentitud como un valor, sino como un gesto de temor. De este modo, los centrocampistas murieron en cada combinación, los laterales se quedaron dormitando en sus tierras en barbecho y los extremos nadaron en ríos secos.

El juego de equipo no existía y solo cabía esperar el paso adelante individual de Valera o Vallejo, que lo intentaron para morir en la orilla. Poco más. Por el contrario, el Eibar se las sabía todas y martilleó el costado de Lecoeuche con intensidad y tenacidad. Con éxito, por cierto, porque por allí llegaron todas las ráfagas de peligro que la zaga, sobre todo Jair, y el portero, siempre Cristian, se encargaron de apagar. A veces con seguridad, a veces milagrosamente. De todas ellas destacaremos un disparo de Stoichkov que salvó magistralmente el rosarino, con parada para guardar en la videoteca que ya acoge varios teras con sus mejores intervenciones.

Con el alma encogida, con la certeza de que el gol vasco podía llegar en la siguiente jugada llegamos al minuto 38. Repetiré que en ese instante se celebró una jugada de jugadores talentosos, de futbolistas de hechura clásica, casi de otros tiempos. Un balón largo que tocó Azón, gladiador solitario, prolongó Vallejo con un cabezazo de acróbata que le llegó a Maikel Mesa, que pudo con todo y con todos para acomodar el balón. Cuando lo logró, lo ajustó con el empeine lejos de Luca Zidane. Un destello en la oscuridad.

Era de no creer. Con lo que no se había hecho era suficiente para doblegar a un equipo rival que había superado el nivel mínimo de méritos para irse ganador al vestuario. Pero no quedó ahí el asunto. Poco después, como si los zaragocistas hubieran entendido que para ganar hay que querer, se echaron al monte y alargaron el campo para acorralar al Eibar con balones como el de Lecoeuche. El francés disparó un misil elongado que llegó al área pequeña. Sin saber cómo y, sobre todo, la razón, ahí estaba Jair. El central, convertido en delantero centro panzer, controló el balón, hizo una cabriola y se le entregó a Grau. El mediocentro, fuera también de su entorno natural, enganchó un remate raro que acabó en gol. Nada que explicar, nada que entender. El partido se había vuelto blanco como un amanecer y la grada lo celebró con jolgorio. También con incredulidad.

Pero aún dio para la jugada díscola, esa jugada que nos recuerda que un árbitro puede contaminar un encuentro con una decisión errónea y gravemente perjudicial. Tejero hizo una falta que mereció la amarilla correspondiente. Significaba su expulsión pero el colegiado, sin saber la razón, hizo una maniobra documental que significaba que la primera señalada se la endosaba a otro jugador. En definitiva: el lateral del Eibar siguió en el campo y aquí paz, y allá, perjuicio. De esa falta pudo haber nacido el tercero, pero el chut de Vallejo se fue fuera por centímetros. En cualquier caso, satisfacción y alivio por lo que se estaba viviendo, aunque muchos pensáramos que quedaban muchas olas que sortear.

La segunda parte nació acompañada por un comienzo eléctrico del Eibar. El Zaragoza, por el contrario, procuró dominar la situación con un esquema de universo de seguridad. Eso no le impidió, sin embargo, que no aprovechara la disposición más ofensiva de los vascos. Así llegaron un par de ocasiones de Grau y Mesa que rozaron la red de Zidane. Enfrente, Etxeberría en seguida tiró de banquillo y ahí tenía la respuesta a sus tribulaciones. Puso a Aketxe en el verde de la Basílica y el cambio en seguida le dio rédito. En el minuto 61 un centro holgado de Stoichkov llegó a Territorio Jair. Allí el central zaragocista se olvidó de pugnar con Jon Bautista, que batió a Cristian con un sutil toque.

El temor se apoderó de la afición y también de algunos jugadores. Escribá reaccionó poniendo en juego a Mollejo y Bakis por Azón y Vallejo, pero fue insuficiente para detener el vendaval eibarrés. Así, seis minutos después Jair, aún fuera de sitio mental por el primer gol, no supo sujetar un balón que llegó botando y lo perdió ante Jon Bautista, que lo gestionó muy bien. Su pase lo remató plácidamente Stoichkov. Buenos amigos, los dos delanteros.

La sombra de El Molinón – Enrique Castro “Quini” hicieron más oscura la negritud. Y siempre puede pasar algo peor, como que se lesione Cristian. Otra vez. Y lo mejor de todo es que había que echar mano de Poussine, que entró al campo entre un abrazo enorme del capitán y los aplausos de una afición que ya en esos momentos firmaba el empate con la tinta de la desesperación.

Más cambios. Bermejo y Moya entraron por Aguado y Valera y ahí comenzaba el tramo final, en el que cada minuto se hacía una hora. Cada aficionado, joven o maduro, experto o novel, presintió que el tercer gol, si llegaba, tenía un perfume a valle guipuzcoano. Los jugadores zaragocistas no sabían qué hacer con el balón. La única acción con la que se sienten cómodos es con el juego paralelo, lento y tedioso, pero no se encuentra entre ellos la figura dinamizadora capaz de abrir el candado de la mediocridad y convertirlo en llave de la creatividad. Por el contrario, el Eibar sabía que era cuestión de tiempo que llegase su oportunidad. Y ocurrió. En el minuto 86 Jair cometió una falta que, en directo, pareció innecesaria. Su ejecución, de golpe seco y parabólico, corrió a cargo de Aketxe, el pichichi armero. Poussin voló, pero fue un vuelo bajo y alejado del balón que no le sirvió para detenerlo.

Oscuridad. Mal párrafo para acabar un relato. El Zaragoza se desquició y aunque dispuso de hasta tres ocasiones en diez minutos, casi tantas como en noventa, o bien faltó finura para convertir o bien Zidane demostró que anda sobrado de reflejos. Por lo demás, lamento prolongado de una afición, la zaragocista, que no sabe dónde buscar la causa de la maldición. Porque algo le debemos al universo que nos guarda siempre un último golpe que acaba con nuestras esperanzas. Las que teníamos este año y que, poco a poco, van muriendo junto con la energía de los jugadores y la aptitud de Escribá para solucionar una situación que ya es dramática. Por lo demás, hoy queda un poco más lejos el camino que nos ha de llevar de nuevo a casa. A Primera.

Ficha técnica

Real Zaragoza:
Cristian Álvarez (Poussin, 70); Borge, Lluís López, Jair, Lecoeuche; Aguado (Moya, 75), Maikel Mesa, Grau; Valera (Bermejo, 70), Manu Vallejo (Mollejo, 65); y Azón (Bakis, 65).

SD Eibar:
Luca Zidane; Tejero, Berrocal, Arbilla (Venancio, 88), Ríos Reina; Sergio Álvarez, Matheus; Corpas (Aketxe, 57), Mario Soriano (Vencedor, 88), Stoichkov; y Jon Bautista (Quique Glez., 80).

Árbitro:
De la Fuente Ramos (Comité Castellano-leonés). Amonestó a Ríos Reina (24), Maikel Mesa (36), Corpas (41), Tejero (45), Grau (77), Mollejo (82) y Bakis (94).

Goles:
1-0, min. 38: Maikel Mesa. 2-0, min. 44: Grau. 2-1, min. 61: Jon Bautista. 2-2, min. 68: Stoichkov. 2-3, min. 86: Aketxe.

Incidencias:
Partido de la Jornada 12 de LaLiga Hypermotion 2023-24 disputado en la Romareda, con 28.000 espectadores.

Puntuaciones

Cristian: 4. De nuevo mágico.
Borge: 2. Trabajó mucho ante un gran y experimentado jugador.
López: 2. Correcto y cumplidor.
Jair: 2. Tuvo luces (segundo gol) y sombras (participó en los tres goles de Eibar)
Lecoeuche: 2. Mal asistido y blando de por sí, mejor en ataque que en defensa.
Aguado: 1. Aunque quiso, no estaba bien para el desgaste que el partido pedía.
Grau: 2. Manejó el partido irregularmente. Marcó un buen gol.
Maikel Mesa: 2. Lo mejor, su gol, muy bueno. El resto del partido, intrascendente.
Manu Vallejo: 2. Bullió y se esforzó, pero no acabó sus acciones.
Valera: 1. Al margen del partido, se oscureció a sí mismo.
Azón: 1. Jugó en terriorios estériles para él. Peleado con todos.
Mollejo: 1. No encontró su lugar.
Bakis: 1. Un buen remate que casi es gol fue toda su aportación.
Poussin: 1. Papelón que no pudo solventar.
Bermejo: 1. Un par de caracoleos infinitos y poco más.
Moya: 1. Casi marca el tercero, pero nada más.

por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello

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