A 2.000 años luz de la Champions | La Lupa

Real Madrid 1 – 0 Real Zaragoza

«Their satanic majesties request» fue el particular intento de los Rolling Stones de emular el mítico «Sgt. Pepper’s» de los Beatles. En la mitad de los 60´, con los ácidos lisérgicos poniendo a tono los ánimos sicodélicos de la cultura hippie, la moda musical se centraba en los “álbumes conceptuales”, y así también apareció junto a los dos mencionados, el “Pet Sounds” de los Beach Boys. Lo negativo del experimento rollingstoniano es que no se acercaron al nivel de la obra maestra de los de Liverpool, apreciándose en cambio mucha confusión, con algunas canciones infumables como «Sing this all together (see what happens)», o «The lantern». Es evidente que no se encontraban cómodos entre tanto ensayo sonoro, pero aún así, son capaces de construir un buen número de brillantes piezas pop empapadas en LSD como «Citadel», la deslumbrante «She’s a rainbow» y «2000 light years from home», completísima recreación de un viaje alucinado. En el Bernabeu el Real Zaragoza llevó a cabo su particular trayecto hacia la nada, que lo va a llevar a 2.000 años luz del objetivo de la Champions, al menos en esta temporada.

El Real Madrid actual no tiene aroma de perfume, como mucho de alguno barato. Con los galácticos castigados, sólo puede ofrecer disciplina, orden y mucho esfuerzo, pero eso le bastó y le sobró para vencer a un patético Real Zaragoza. José Antonio Labordeta, en su artículo de este domingo en “El Periódico de Aragón”, recomendaba que les ofreciesen un poco de bromuro, de ese que nos daban en la Mili para “bajar nuestra intensidad”, a los políticos españoles; seguramente les pasaron un poquito a los jugadores zaragocistas antes de saltar al césped del “Coliseo” madrileño, porque su actitud fue la de unos cervatillos indefensos, sin fuerza y sin garra. La primera parte fue nefasta, con un dominio abrasador madridista, mostrado sin complejos y sin imaginación, mientras el Real Zaragoza desaparecía de mediocampo hacia delante y sólo la meritoria labor defensiva le mantenía en pie. La aparición arbitral, siempre presente en apoyo del Real Madrid en los buenos y malos momentos, fue decisiva para el gol de Van Nistelrooy, obtenido tras una falta flagrante a Sergio Fernández. Quizás sin esa ayuda de Ayza Gámez no estaríamos hablando de una derrota, pero el juego zaragocista animaba a que llegase.

La segunda parte fue más de lo mismo, no tan lamentable en actitud, pero igual de escasa en ideas. Movilla y Sergio García superaron un poquito a los penosos Celades y Ewerthon, pero el resto del área atacante, con un D´Alessandro irritante, siguió forzando su propio ridículo. El Real Madrid pudo ampliar su ventaja, pero Piqué también pudo empatar con un cabezazo al larguero, resultado que hubiese sido muy injusto.

Con la actitud que mostró el Real Zaragoza en el Bernabeu sólo podemos aspirar a salvarnos. Deambuló por el césped un equipo pequeño, timorato y de medio pelo, que entrega el partido al gigante madridista tratándole de usía cuando por su momento futbolístico actual habría que envidarle sin complejos. Estamos fuera del territorio Champions y lo estaremos al final de temporada, no por probabilidades numéricas, que las tenemos todas, sino por probabilidades mentales, que nos llevan a refugiarnos en un victimismo tramposo, efluvios de la mediocridad anterior.

Los medioscentros: en el fútbol actual, en el que las cualidades físicas triunfan muy por encima del resto, no se puede tener en la plantilla a centrocampistas con el estilo de juego de Celades y Movilla. Un partido tras otro, ambos jugadores son claramente superados por rivales más poderosos en el físico y sólo tenemos a Zapater como centrocampista de valor. Hace falta urgentemente reforzar ese puesto, necesidad ampliada por la marcha de Ponzio al River Plate y por la certeza de que Longás no cuenta para Víctor Fernández.

Por Jeremy North

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