El Capi ha muerto | La Lupa

Levante 2 – 1 Real Zaragoza

Se ha convertido en la víctima más destacada de la guerra civil que ha azotado el universo Marvel durante los últimos 14 meses. Steve Rogers, el Capitán América, ha sido absurdamente asesinado a tiros. Es una forma de morir bastante ridícula para un guerrero que durante más de 60 años defendió los más rancios valores de la sociedad norteamericana. El suero de supersoldado le hizo sobrevivir a todas las batallas, superar la guerra, la hibernación de más de 20 años, vencer a todos los supervillanos, ganar todas las batallas, pero evidentemente no le hizo inmortal.

Y hablando de cosas ridículas y de formas absurdas de morir, hay pocos ejemplos más evidentes que la situación del Real Zaragoza en esta temporada. Este equipo hipotéticamente confeccionado para logros mucho más ambiciosos que desde el entorno del club no se privaron de pregonar abiertamente, está finiquitado. No todos pensábamos que esos logros fueran realistas, pero dudo que alguien a estas alturas de temporada esperara encontrarse en la agónica situación en la que llegábamos al campo del colista, pero una vez más el Zaragoza cayó ante un rival directo. Una vez más fuimos derrotados por uno de los equipos de “nuestra liga” y una vez más con muy, muy poco esfuerzo. Porque para ganarle al Real Zaragoza el Levante no tuvo que hacer nada. Nos derrotamos nosotros mismos, perdiéndonos en un absurdo dominio inofensivo y un juego sin pulso y regalando varias oportunidades de gol gracias a la generosidad de una de las peores defensas de la historia del fútbol mundial.

Porque la situación es patética, pero dista mucho de ser inexplicable en la forma. Otra cosa es el fondo de esta situación. Me gustaría poder exigir explicaciones, me gustaría que alguien tuviera la gallardía de razonar por qué se ha confeccionado esta plantilla tan desequilibrada, por qué hemos permitido que la situación llegara a este extremo. Me gustaría gritar que necesito que alguien me explique quien decidió que Pavón era jugador de fútbol, me gustaría saber porque no corremos, no tiramos a puerta, por qué es tan fácil ganarle al Real Zaragoza. Basta con dar un paso atrás y deshacer nuestro creativo patapún para arriba para desarmar toda nuestra capacidad ofensiva. Me gustaría exigirle a Agapito que se deje de macro operaciones económicas y se dé cuenta de que nuestra realidad es nefasta, que nos vamos a segunda y entonces pueden meterse sus recalificaciones, su supercampo cinco estrellas y sus “acordeónicas” operaciones accionariales allí donde la espalda pierde su honesto nombre, decirle que piense si de verdad cree que la entidad sobrevivirá a otro paso por el infierno, hacerle ver que este es el mazazo definitivo, que nos hundimos sin remisión y que estamos condenados a desaparecer porque anímica y económicamente otro descenso será casi con seguridad irrecuperable.

Pero supongo que no serviría de nada. No hay que ser Demóstenes para plantearle un partido al Zaragoza. Basta con esperar. Porque nosotros, tarde o temprano regalaremos un par de goles. Perdemos simple y llanamente porque somos incapaces de mantener nuestra portería a cero y porque necesitamos meter 4 goles para tener alguna posibilidad real de victoria.

Y ya no valen paños calientes. Este partido era el partido. Éste sí que era el puñetero punto de inflexión, era el momento de demostrar si somos equipo de primera o estamos abocados al descenso. Y por mucho que duela la conclusión es evidente. Somos carne de segunda división. Quedan 12 partidos y todo indica que van a ser una lenta agonía hasta el trágico final que nos abrirá de par en par las puertas del infierno que ya conocemos y que esta vez puede convertirse en nuestro fin.

El rival era el Levante y el partido fue acongojante, preocupantes, anímicamente demoledor. Estamos muertos, sin pulso, sin capacidad de reacción. Estamos acabados y esto no lo salva ni Matuzalem, ni toda la cohorte celestial haciendo uso de sus mejores capacidades milagreras. Con que poquito basta para destrozarnos, que malos que somos.

Es tremendamente doloroso escribir estas líneas, pero no nos queda otra que domeñar a nuestros demonios interiores, porque cuánto antes asumamos que esto se va al garete, antes podremos intentar reconstruir los jirones de nuestra alma blanquilla. La historia como todo lo que empieza, llega a su fin, la gran construcción de cimientos de barro se hunde inexorablemente y el Real Zaragoza se pudre a ojos vista.

Supongo que cómo acaba de decirme un buen amigo no abandonas aquello a lo que amas, así que seguiremos aferrándonos a la esperanza de que esto pueda cambiar, seguiremos echando cuentas que nos den la salvación, seguiremos agarrándonos desesperadamente a la ilusión que quedan demasiados partidos cómo para tirar la toalla y a que otros equipos están ahí, en una situación tan comprometida como la nuestra y que quizá alguno de ellos se ofrezca generosamente a ocupar nuestra plaza de descenso, pero después de el partido contra los granotas, me siento derrotado, humillado y sin fuerzas y no veo luz al final del túnel. Las campanas doblan por el Real Zaragoza.

Por Gualterio Malatesta

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