El protegido | La Lupa

Real Zaragoza 3 – 3 Espanyol

M. Night Shyamalan, director de cine estadounidense de origen indio, tuvo un gran éxito con “El Sexto Sentido”, una película de suspense e intentó repetir ese resultado con la siguiente “El Protegido”, en la que repitió protagonista, Bruce Willis y también una atmósfera y temática similar. En esta film, Willis era un guardia de seguridad con problemas matrimoniales y que resultó ser el único superviviente de un trágico accidente de tren. A raíz de ello y tras conocer a un enigmático personaje con problemas de huesos frágiles, interpretado por Samuel L. Jackson, comienza a replantearse su vida, descubriendo en él una naturaleza sobrehumana, de la que ha sido beneficiario, pero de la que también será víctima durante toda su existencia. En nuestra ciudad ya tenemos un protegido al que parece adjudicársele naturaleza casi divina, a pesar de que no la muestra en el mundo real: Víctor Fernández Braulio.

Durante esta semana hemos tenido que escuchar los habituales llamamientos al zaragocismo por la importancia cierta del choque frente al Español. La afición estaba dispuesta a apoyar al equipo y más tras el comienzo esperanzador que supuso el gol tempranero de Diego Milito. Pero los males del equipo no se resuelven con goles sino con trabajo y acierto, y unos enormes fallos defensivos, con un Diogo lamentable, que ayudado por la ineficacia de D´Alessandro convirtió la banda derecha en una autopista sin peaje para Clemente y Riera. Los goles del Español, en especial los de Tamudo y Valdo fueron de bellísima factura, pero eso no es óbice para destacar la negligencia zaragocista en la defensa de un marcador favorable. Con un 1-3 en contra y luchando contra un equipo superior física y tácticamente, el pesimismo envolvió el ambiente: Los jugadores entraron en una dinámica de lucha sin cuartel, de un “quiero y no puedo” patético, una impotencia absoluta.

La continuación comenzó de la peor forma posible, con la expulsión de Luccin. Con inferioridad numérica y con el marcador tan desfavorables, estábamos más cerca del vía crucis de Semana Santa que de fechas cercanas a la Navidad. Pero también estamos en tiempo de perdón y el Español decidió apiadarse del Real Zaragoza, bajando su intensidad bastantes puntos. Entonces, alabado sea el señor, Víctor realiza unos cambios acertados, y la presencia de Celades, Óscar y en especial Oliveira dinamizan el juego zaragocista, que se lanza en tromba de la portería españolista. Fruto de este dominio postrer fueron los goles del brasileño, en dos pases fenomenales de un trabajador Diego Milito. El empate fue celebrado como un triunfo, una seña habitual de equipo modesto.

En cualquier otra ciudad, con cualquier otra directiva, un entrenador que tiene a su disposición una plantilla tan cara, con tanta “estrella” (al menos a priori) y que a punto de llegar al ecuador de la competición la tuviese más cerca del descenso que de aspiración positiva alguna, hubiese sido cesado sin más contemplaciones. Pero aquí, en Zaragoza y con Víctor Fernández no sucede eso, se valora más el pasado que el presente, se califica más a alguien por lo que fue en vez de por lo que es. Pues qué suerte tiene el bueno de Víctor.

Ya he mostrado mi opinión sobre el entrenador del Barrio Oliver en varias ocasiones: no me parece un buen entrenador para un equipo de fútbol competitivo actual. Se ha quedado apalancado en el fútbol de finales del siglo XX, cuando el talento bastaba para marcar diferencias y no ha aprendido que las cosas han cambiado, que el trabajo físico es vital, que el táctico tiene su base en la presión, en el achique de espacios, en reducir la zona de juego y en juntar las líneas. Sigue creyendo que la calidad técnica triunfa sobre cualquier otra opción y prefiere jugadores de toque y escasamente físicos a los atletas que pueblan el fútbol vigoroso que vemos en las ligas más potentes. Sus constantes cambios en la alineación no son positivos porque lo que falla es el trabajo de conjunto, tanto físico y táctico, así como la confección de la plantilla que él realizó personalmente.

Víctor Fernández ha salvado su cabeza. Sólo queda esperar que su acierto en los cambios en este partido le hayan aclarado esa testa y arrincone esos “principios irrenunciables” de su fútbol de los que tanto habla y decida modificarlo por un fútbol más físico, con jugadores más dotados para la lucha, comprometidos y, en definitiva, que sientan los colores del club que les paga tan generosamente. Víctor, toma nota del partido de Paredes, Zapater, Diego Milito, Sergio García, Celades, Oliveira, y también toma nota, pero en otro cuaderno, del de Aimar, D´Alessandro, Diogo, Luccin. Igual sale un cóctel sabrosón si aciertas en los ingredientes.

Por Jeremy North

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