Ave Fénix | La Lupa

Real Zaragoza 2 – 1 Sevilla

El Fénix era un ser mitológico, una especie de Águila de fuego, que cada 500 años era consumida por sus propias llamas y que renacía esplendorosamente de sus propias cenizas, conocido y usado como ejemplo de cambio, regeneración e inmortalidad en las antiguas religiones de Grecia, Egipto, Roma e incluso el primitivo cristianismo. 

Para la inmensa mayoría de los zaragocistas, el partido del domingo entre el Real Zaragoza y el Sevilla supuso una resurrección, un renacimiento de nuestras propias cenizas., pero es posible que esta definición no sea demasiado exacta. Mientras que el ave Fénix era siempre la misma, moría y renacía tal y como había sido, una y otra vez, perpetuándose a lo largo de los siglos, el Real Zaragoza que ha vuelto de entre los muertos es otro completamente distinto, muy alejado de la nefasta, indolente e ineficaz plantilla que se confeccionó para comenzar la temporada… así que quizá, es más correcto hablar de reconstrucción o de remodelación que de renacimiento o resurrección. 

No sirve de nada aferrarse al pasado y es más que probable que la respuesta a todas las incógnitas que han quedado ahí, sin respuesta, ya no sirva de nada ante el esperanzador giro que ha dado la situación, aunque siempre es bueno tener los errores presentes para intentar no volver a cometerlos. 

Es obvio que las cosas se hicieron mal, tremendamente mal a principio de temporada, pero es, cómo mínimo, sorprendente que los mismos que las hicieron tan rematadamente mal, ahora hayan sido capaces, en menos tiempo y con menos recursos, de hacerlas mejor, mucho mejor… las dudas acerca de la idoneidad de Marcelino, de su intervención en los fichajes o de su capacidad para haber sacado esto adelante con todas las incorporaciones y salidas que se han producido, siempre estarán ahí, aunque ahora, por primera vez en mucho, mucho tiempo, nos importa muy poco. Ahora, aunque sólo sea unos días, toca DISFRUTAR, así, con mayúsculas. 

Muchos, ni recordábamos que era eso de pasar un buen rato en La Romareda. Las visitas al viejo estadio de la ciudad se habían convertido en una sucesión de suplicios, cuajados de aburrimiento, decepción y desesperación. Pero el domingo se produjo la ansiada catarsis y por fin pudimos ver fútbol, ver a un equipo compitiendo, luchando, corriendo, dejándose la piel y poniéndole lo que hay que ponerle. 

5 de las nuevas incorporaciones fueron titulares el domingo y varios rayando a un muy buen nivel. Y eso significa que, prácticamente se ha cambiado al 50% del equipo. Y éste si que es precisamente eso, un equipo de fútbol, mejor armado, con más recursos y que sabe, al menos a priori, a qué puede y quiere jugar. Por primera vez, de verdad, se vio otra actitud sobre el césped, por primera vez en toda la temporada este equipo jugó al fútbol. 

Pero hay algunas cosas que merecen, en mi opinión, ser destacadas a parte: 

Matteo Contini es uno de esos “malos” del fútbol que acaba convirtiéndose en uno de los preferidos de la afición. Correoso, duro y fajador, una pesadilla para los delanteros rivales que acaban desquiciados como le sucedió ayer a Negredo. Ha aportado a la zaga una gran dosis de seguridad y de liderazgo. En la línea de aquellos grandes centrales italianos que después de firmar las canillas del contrario una y otra vez, acaban dándoles el “Benvenuto a L’Italia” y que va a ser, sin lugar a dudas, uno de los puntales de la ansiada salvación y uno de los ídolos de este nuevo Real Zaragoza. Y ojo al dato: el Real Zaragoza cometió 22 faltas y al bueno de Matteo no le señalaron ninguna. 

Forma una sólida pareja con Jirí Jarosik, aunque este último no dé tanta sensación de contundencia y seguridad, va bien por alto y no tan bien por bajo, pero a priori se complementan bastante y desde luego le han dado a la defensa un aire completamente distinto. Los partidos dirán si estamos, por fin, ante la pareja de centrales que va a lograr que dejemos de ser, de una puñetera vez, la peor y más goleada defensa de la primera división. 

Magníficas sensaciones dieron también Adrián Colunga y Humberto Andrés Suazo

El asturiano es rápido, muy rápido, tiene buen manejo de balón y se desmarca fenomenal. Ayer le faltó la suerte en el último segundo, pero mereció haber marcado. Por el contrario el chileno quizá no sea el enorme goleador que se nos vendió, pero indudablemente juega muy bien con la pelota y sin ella. Tiene una magnífica visión de juego y sabe dar excelentes asistencias y retener el balón cuándo es preciso. Juntos forman un muy buen tándem de ataque, que, ojala, está destinado a dar bastantes alegrías a la sufrida afición blanquilla.

No fueron los únicos, claro está. También Rubén Pulido jugó un buen encuentro, también Ander Herrera, pleno de talento y algo falto de fuerza, jugó a muy buen nivel.

Y también hay que hablar de los que no lo hicieron tan bien, que los hubo, claro. Carrizo volvió a cometer su habitual error que nos cuesta un gol, Arizmendi volvió a demostrar que es todo voluntad pero nada de técnica, Eliseu el monorraíl, rapidísimo pero que no puede salirse de su vía y se muestra incapaz de regatear… pero todo eso, al final, quedó en nada, porque el conjunto funcionó. Por primera vez en meses, este equipo fue precisamente eso, un equipo. 

Evidentemente no hemos pasado de estar condenados al descenso a ser invencibles. Sólo se han dado unos pocos pasos, pero eso sí, en la dirección correcta. Se han ganado 2 partidos seguidos, se ha recuperado la moral en la plantilla y en la grada y ahora todo se ve de otra manera. Nada hay hecho, está claro y nos queda mucho, mucho sufrimiento, pero ante los sevillanos, se demostró que la afición está ansiosa de apoyar a su equipo, que no pedimos demasiado, queremos que nos den entrega, esfuerzo y ganas. Queremos ver fútbol y no la basura que, hasta ayer nos hemos tenido que tragar. 

Y si este bonito binomio, que ayer se recuperó después de muchos meses de suplicio, se mantiene, todavía hay esperanza.

Bienvenido sea el nuevo Real Zaragoza.

Por Gualterio Malatesta

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