Lo que siempre seremos | La Lupa

Levante 1 – 3 Real Zaragoza

Poco a poco, con el transcurrir de las horas, todos aquellos que hemos vivido intensamente este fin de semana futbolístico, nos vamos recuperando de la conmoción. Llevamos muchas horas reviviendo esos felices momentos, rememorando detalles de los sucesos de esta jornada que finiquita la temporada 2010-2011 y que por mucho tiempo recordaremos toda la afición zaragocista. El año entero ha pasado como una película por nuestras vidas. Una historia de acción, que pronto se convirtió en terror, suspense, alivios y frustraciones, más terror y más suspense, para rematar con la máxima tensión a descargar en el último capítulo. Una película con buenos y malos y con héroes que empezaron desde la nada y que han terminado logrando el soñado objetivo.

Los jugadores: un grupo de deportistas, de nivel individual disperso, que se supo sobreponer a la pesadilla, que recobró la esperanza y la confianza, y que la encauzó por el camino de las victorias. Se hizo realidad el viejo principio de que un equipo es más que la suma de los componentes. En efecto, ese algo superior e intangible que la cohesión proporciona, se produjo, y no fue por casualidad.

El entrenador, Javier Aguirre: Agente fundamental en el desarrollo de los hechos y artífice de la construcción. Un profesional, nuestro “Señor Lobo” particular. Me gustaría recordar a Gay y Nayim en estos momentos. Realizaron una labor admirable el año anterior pero no lo pudieron repetir. La dinámica social de un grupo humano es un misterio de difícil solución. La impotencia del equipo al principio de la liga fue algo que se los llevó por delante. Pero no fueron los responsables.

Agapito Iglesias: Presidente actual del Real Zaragoza, constructor soriano abducido por los cantos de sirena de otros que nunca darán la cara y a quienes imagino como a los malos más malos del cine, con la faz oscura por el contraluz de una ventana, envueltos en una nube de humo de puro musitando: “Aga-a-apito-o-o, todo esto será tuyo-o-o”. Al final, vencido por su propia ambición y marcado para siempre por sus errores y contradicciones, no se resiste a abandonar la nave. ¿Es zaragocista este hombre? ¿Podría serlo alguna vez? En cualquier caso, y no es una opinión minoritaria, aquí no se le quiere como máximo mandatario.

La afición: Ese concepto inasequible para algunos, y que no somos más que esos insignificantes miles y miles de personas que no existimos, que nos juntamos de vez en cuando en un viejo estadio para ver no sé qué, que gozamos o sufrimos domingo a domingo, se ha revelado como el sostén fundamental de este Real Zaragoza, movilizándose como un solo hombre, estructurando el ejército de levante en apenas unas pocas horas, un dragón en la autovía, de tres kilómetros de longitud. Y no fuimos solo por ser meros espectadores en un acto deportivo. Fuimos para ayudar al equipo con nuestros ánimos, fuimos para que los jugadores quedasen acojonados al vernos desde su autobús, a que saliesen bien prietos a dejarse la piel. Fuimos a hacer lo que teníamos que hacer. Y lo logramos. Este día, el que acabamos de vivir, será recordado para siempre, pues es ya parte de la gran Historia del Real Zaragoza.

Desde aquí, en esta última lupa del curso, quisiera agradecer de corazón, en el nombre de mis compañeros y en el mío propio, las muestras de afecto recibidas y el tiempo que dedicáis a leernos cada semana. Ha sido muy emotivo poder compartir con vosotros toda esta experiencia. El futuro nadie lo conoce pero, pase lo que pase, recordad que somos todos, el Real Zaragoza y su afición, lo que siempre seremos: De Primera.

Por Ron Peter

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