Miles de millones de chinos en fila india | La Lupa

Valladolid 2 – 0 Real Zaragoza

El Sargento Romerales es un profesional. Aguanta a pie firme, rifle en mano, la embestida de miles de millones de chinos que en una escrupulosamente ordenada fila india intentan tomar su posición.

Cuándo empezó la guerra con el coloso amarillo, sabíamos que no iba a ser fácil. Son muchos, decía el alto mando y con nuestras primitivas armas no podremos derrotarles. Así que se invirtió en armamento algo más moderno y en una empresa de coaching para que convenciera a Romerales de lo importante que era el orgullo, el “semper fidelis” y la bandera.

Pero Romerales está hasta los huevos de matar chinos uno detrás de otro y se le acaban las balas. Y contra eso, no hay orgullo en latín que valga ni bandera que proteja.

Al igual que la munición de Romerales, el nuevo proyecto del Real Zaragoza se está quedando corto. Los viejos fantasmas retornan y el mes de enero está siendo una pesadilla para olvidar. La plantilla es más que justa, no es mala, pero ni es excelente, ni conjuntada, ni sobrada de calidad y el agotamiento empieza a ser más que evidente.

El domingo, en Pucela, el equipo aragonés fue un juguete roto. No dio en ningún momento la sensación de poder afrontar el partido con las mínimas garantías y el 2 a 0 fue un resultado justo, porque el Valladolid fue simple y llanamente, sin alardes, mejor equipo que el Real Zaragoza. Y poco más hay que decir, porque nada hay destacable salvo la evidencia de que el Real Zaragoza no sabe manejar los partidos y que cuándo la diosa Fortuna le abandona y concede el primer tanto al contrario, el resultado será que no podremos poner en peligro al rival y que probablemente, nos rematarán al contraataque.

Andoni lo dijo ayer en televisión, a pesar de las risas condescendientes de sus “sapientísimos” contertulios. Los jugadores blanquillos “están con el gancho”. Es decir, van a remolque, han perdido la autonomía de tracción y si al final el equipo se para, va a ser adelantado sin piedad retornando a los temidos puestos que abren las puertas del pozo. Jugando como ante los blanquivioletas las posibilidades de arañar puntos fuera de casa son mínimas y en casa mejor no hablar, por la entidad de la mayoría de los rivales que van a visitarnos y nuestra obvia incapacidad de llevar la iniciativa en un partido.

Las piezas más débiles del engranaje empiezan a ser de una blandura exasperante con jugadores que se lesionan un partido sí y otro también, tenemos jugadores veteranos que pagan la acumulación de encuentros porque una cosa es la clase o la experiencia y otra que Fontvella lleve decenas de años mintiendo. Los kilos pesan, pero los años también. Tenemos una plantilla sin posibilidades reales de rotación y una escasez de efectivos clara en determinados puestos clave que hacen que nos cueste un titánico esfuerzo marcar gol. Y sin goles y sin recambios estamos, como se diría en Román Paladino, jodidos.

Hay que fichar sí o sí, hay que buscar alternativas, completar la plantilla y aguantar la embestida hasta recuperar fuelle. Sabíamos que la temporada más difícil era ésta, porque había que volver a empezar de cero después de años de una nefasta gestión deportiva. Y si queremos que vuelvan los buenos tiempos, el primer paso es el más difícil y de él dependen todos los demás.

Como dijo Cromwell, “confiad en Dios, muchachos, pero por si acaso, mantened la pólvora seca…

Por Gualterio Malatesta

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