Un partido de autor | La Lupa

Real Zaragoza 0 – 1 Getafe

Decimos que una obra o un producto realizados por el hombre son “de autor” cuando la influencia del mismo resulta evidente en el resultado final, hasta el punto de que el resto de factores interventores, que pueden ser muchos y variados, quedan en segundo plano. Esto suele ser algo bueno cuando hablamos de cine, música o temas similares. Pero cuando la acción de una sola persona es para destruir, es un auténtico desastre.

Y resulta un desastre porque se tiran por la borda muchos esfuerzos, el trabajo de mucha gente queda estéril, sin fruto, de forma irreversible. Muñiz se encargó de romper el partido con su actitud predispuesta, primero con una tarjeta roja que puede parecer justa, pero que no se pitaría ni a Busquets del Barcelona ni a Pepe del Real Madrid, por decir algo, y menos a los nueve minutos; y luego y sobre todo con un penalti inexistente y otra nueva expulsión. A todo esto habría que sumar un penalti no pitado en la otra área, y un par de manos tampoco sancionadas. Todo un rosario de parcialidades.

Ahora que vivimos en una época en la que la superioridad de los dos equipos más conocidos es tan brutal que no necesitan ayudas arbitrales, hacía algún tiempo que no saltaban escándalos de este tipo, pero este personaje es carne aparte. No sé si alguna vez fue un juez ecuánime, pero desde luego, ahora parece un residuo de otro tiempo, chulesco, mal colocado, tan abotargado a veces que parecía incluso bajo los efectos de alguna medicación. En fin, una pura perla imperturbable ante la evidencia de que sus actos convertían un partido de fútbol, en una estafa para los espectadores. ¿Dónde están las quejas desde el club?¿Ha dicho algo nuestro Presidente?¿Acaso le pareció bien el arbitraje?¿O no dice nada porque cree que es luchar contra gigantes?

Ya nunca sabremos si el Real Zaragoza hubiera podido vencer al Getafe jugando con dos puntas, esa apuesta de Jiménez por las bandas y sin Apoño, ni tampoco el Getafe sabrá jamás si hubiera ganado por sus propios méritos, si no incluimos como mérito, claro está, la capacidad piscinera de su delantero, en cuyo rostro se puede apreciar en el momento de levantarse las impresiones mezcladas de estupor, alegría y ganas de salir de ahí sin dar el cante.

A pesar de la adversidad, el equipo mantuvo la cara en todo momento. Con diez, sujetaron a un Getafe blandito e inerme, y tan solo se descompusieron un poco cuando hubieron de jugar con nueve, pero es que eso es lo normal en el fútbol actual, donde el tema físico está tan trabajado. Aunque todo el equipo es digno de elogio, por su pundonor y su rabia, José Mari y Movilla resultaron destacados. El primero por la paliza que se dio y el segundo por la templanza que supo mostrar en los momentos peores. Al final resultará haber sido un gran fichaje.

Y con lo que nos quedamos es con lo que no obtuvimos, es decir, nada. Seguimos ahí clavados, cada vez más abajo ahí fuera. Y dentro, en una calma tensa, sintiendo como se aproxima la tormenta en la lejanía. Hemos pasado ya por momentos parecidos y no podemos evitar apretar los dientes. Y más si pensamos que la parte fácil, si es que hay algo fácil aquí, ya ha quedado atrás. La esperanza sigue puesta en el equipo, en que los jugadores compiten, y van lentamente creciendo, pero el tiempo sigue siendo nuestro enemigo. Como si fuéramos un pueblo al lado de un volcán dormido, también nos preocupa que Agapito despierte y haga alguna de las suyas, y cuidado con éste, que si se pone a hacer obras “de autor”, es capaz de dejar, por comparación, a Muñiz como si fuese un bondadoso y benefactor enanito de cuento de hadas.

Por Ron Peter

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